EL HILO ROJO (Urraca)

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Un pianista que ejecuta la obra creada por un compositor, la habrá interpretado lo mejor posible cuando haya hecho olvidar al compositor original, y cause la ilusión de que está contando una historia de su vida o algo que vive actualmente. Partiendo desde aquí, “Yo” podría deducir que la “realidad” de aquel intérprete está sumergida en dichas notas musicales, ya que ese preciso instante es su momento, su ahora, su desahogo, su amor hacia el hombre, su rabia hacia el mundo, el grito en la soledad, la forma propia (quizá) de tensar el hilo rojo y seducir los oídos de cualquier despistado espectador. ¡Ah! Por supuesto, esa realidad escapará de él, de sus manos, la obra terminará intempestivamente (que palabra tan deliciosa), y en el aire quedarán melodías sueltas buscando su lugar, en una canción, en otra obra. Aquí ya nada se tiene totalmente, nada es tuyo, en el sentido de “propiedad”. ¿Quién diablos dijo eso? “Somos  ir y venir, se lo aprendimos al viento”.

Si yo quisiera sacudir el árbol con mis manos, no podría. Pero el viento, que no vemos, lo seduce y lo dobla como quiere. A nosotros, también nos doblan y atormentan duramente manos invisibles.

Pero, ¿por qué se asustan todos los que dicen llamarse con “propiedad” hombres? ¡Ah claro, ya lo entiendo! Todas sus acciones perversas son motivadas por el instinto de conservación, o más exactamente todavía, por la aspiración al placer, el poder y el orgullo.

Lo mismo le pasa al hombre que al árbol. Cuanto más se quiere elevar, más vigorosamente tiende sus raíces a la tierra, hacia abajo. ¡Salud por Fernando González!

El hombre quiere escalar la altura libre y llegar a aquel árbol, el que se encuentra solo en la montaña, ya que su alma anhela una buena sombra que lo aguarde. Pero también sus malos instintos tienen sed de libertad. El árbol está solo en la montaña. Crece muy por encima de los hombres. Y si quisiese hablar, no habría nadie que le comprendiera, ¡ha crecido tanto! Ahora espera y espera siempre. ¿Qué espera entonces? Vive demasiado cerca del asiento de las nubes y sus ramas hacen música con el viento. ¿Espera quizás el primer rayo?

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