FÚTBOL VS LITERATURA (Urraca)

No hay comentarios.
Extroducción 16 

“El fútbol es un sistema de signos, un lenguaje. Hay momentos que son puramente poéticos: los momentos de gol. Cada gol es siempre una invención, es siempre una subversión del código: fulguración, estupor, irreversibilidad. Igual que la palabra poética”.


Pier Paolo Pasolini, escritor, poeta y director de cine italiano 



La relación entre el fútbol y la literatura ha cambiado en el tiempo, pero siempre ha estado presente a través de los poetas, novelistas, cuentistas, ensayistas, periodistas, unos a favor y otros en contra. Hay dos grupos de escritores: los que admiran el fútbol al extremo, tanto que lo han convertido en un recurso creativo, y los que explícitamente, lo odian.

En siglos anteriores, los temas de la literatura oscilaban y se abordaban desde temáticas un tanto más amplias en cuanto al debate, la polémica, temas personales y de profundo raciocinio, aguda introspección del ser y atracción hacia el amor y lo referente al tema pasional en general.  El amor, la tristeza, la guerra, la muerte, el origen del ser, la política, entre otras; eran pues, los temas predilectos y de mayor cobertura a la hora de confrontar el papel y la pluma. Pero, ocurrió un fenómeno trascendental en las áreas de la educación y la cultura; mientras los intelectuales perfeccionaban y ahondaban más en sus conocimientos, la gran masa de ciudadanos enfrentaba problemas de analfabetismo y tenía poco acceso a la educación superior. Esta brecha distanció la cultura elitista de sus posibles receptores. Los libros no se vendían, las editoriales cerraban continuamente, los presupuestos hacia el arte disminuían abruptamente, y se canalizaban estos recursos a zonas de pertinencia social, tales como la globalización, el balance económico, el blindaje financiero, entre otros. Los medios de comunicación se apropiaban del público, por medio de otras temáticas más incluyentes, comunes al dominio ciudadano y al diario vivir. Estos tópicos no fueron ajenos a los intelectuales, los cuales fueron abordando dichos temas a su estilo, para contar historias, levantar críticas, elaborar pensamientos de profundo sentido social, construir y destruir la filosofía y pensamiento del hombre perteneciente a la época, entre otras. El lector, comenzó a disfrutar de los textos venideros de la guerra, la actualidad política, la rutina religiosa, la problemática social, la escena cultural, los avances en la tecnología, los crímenes diarios, las mujeres y modelos de catálogo, la escuela… y el fútbol, como predilecto entre los demás deportes.

El fútbol entró con pecado y en silencio en el mundo de la literatura, puesto que un intelectual no hablaría ni escribiría de este asunto en sus obras, ya que sería regañado y burlado por las masas literarias por ser mediático y vulgar, marcado como un artista carente de temática al escribir; sería tildado de estar manipulado por los medios y el círculo social, con los únicos motivos de vender sus libros y tener una fama insulsa basada en uno de los “temas comidilla” del pueblo y de mayor manipulación en cuanto a masas se refiere. Sin embargo, de manera aislada y esporádica empezaron a editarse libros con esas anécdotas. El balón invadió los trucajes narrativos y las estructuras poéticas. “Hoy tu tiempo es real, nadie lo inventa. Y aunque otros olviden tus festejos. Las noches sin amos quedaron lejos. Y lejos el pesar que desalienta”. Palabras como éstas, las cuales dedicó el poeta y escritor uruguayo Mario Benedetti al grande y polémico jugador de fútbol Diego Maradona, se volvieron más frecuentes en los libros, prensa, tertulias literatas, encuentros y debates deportivos alusivos a “La pecosa”.

Así que, al grito de “todo es cultura” y “nada de lo humano me es ajeno”, se escribió abiertamente de fútbol, se levantaron odas a los jugadores, poesías a los equipos de fútbol, crónicas a las más exuberantes jugadas, cuentos e historias referentes a los mejores goles y regates jamás hechos, y proezas y leyendas de semidioses deportivos que marcaron una era y una camiseta. Y aunque dichos actos dividían a la población ciudadana, unos viviendo a todo fervor la pasión del gol, y otros tantos denotando indiferencia, repelencia y tildando al fútbol como medio para manipular masas (como se hace hoy en día), y como cortinilla de humo para ocultar otras jugadas maestras y otros golazos en otros campos; no era posible alejar dicho deporte del campo artístico, cultural, crítico y estético.
¡Simplemente, no! No era posible que un deporte con más de mil quinientas millones de personas alrededor del mundo, las cuales son amantes y seguidoras en mayor o menor grado al fútbol; con más de cinco mil ligas amateurs y profesionales; con fanáticos que rezan y acuden al templo para que su equipo no descienda; fuera distanciado del campo artístico y personal. ¡No! simplemente no era posible dejarlo fuera de las pasiones estéticas, y mucho menos no reflejarlo ni tomarlo como inspiración para plasmarlo en el campo artístico.

El fútbol ha ganado su espacio en la literatura y viceversa, tanto que ahora se puede afirmar que esa relación está legitimada y que la misma los ha potenciado. Ha sido tan prolífica esta situación, que el fútbol se ha convertido en un tema o, incluso, en un género literario, en el cual lo épico, lo dramático y la comedia están presentes de manera permanente. Por ejemplo, en el Río de la Plata, la tradición que vincula al fútbol y la literatura es profusa y fue desarrollada por una corriente literaria de corte popular que convirtió el asunto en materia narrativa: Eduardo Sacheri, Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa, Eduardo Galeano, entre otros; fueron dignos exponentes de esta corriente. En el mundo contemporáneo fueron los escritores argentinos, uruguayos y varios de Sudamérica quienes publicaron los primeros textos relacionados con este popular deporte. Testimonian los casos de Mario Benedetti y Eduardo Galeano en Uruguay, Vinicio de Moraes en Brasil, Roberto Fontanarrosa en Argentina, Raúl Pérez Torres en Ecuador, Alfredo Bryce Echenique en Perú, Gabriel García Márquez en Colombia y Juan Villoro en México, entre muchos escritores altamente reconocidos. Posteriormente, vendrían los científicos e investigadores sociales a medir pasiones, realizar encuestas afuera de los estadios, organizar historias de vida y hacer exitoso el tema futbolero  en otras áreas populares tales como el cine, los periódicos, el comic y la televisión.

Uno de los problemas más señalados a la hora de valorar los textos elaborados por los múltiples escritores, fue precisamente la voluntad de plasmar desde la ficción un deporte que, desde el surgimiento de la televisión, compone su propio y poderoso relato visual. Narrar lo ya narrado por la propia dinámica del juego es tautológico, cuando no trivial. Por lo demás, la mayoría de ocasiones el fútbol es aburrido, cuando no se juega como es debido; deleznable, cuando se convierte en un negocio que favorece los intereses económicos (es decir, casi siempre); imbécil, cuando lo que aflora en su acto es la exaltación irracional y violenta de las pasiones. Defiendo mi percepción de que la literatura cuando hace alusión a estos temas, sobra, ya que considero alcanza su punto máximo cuando recurre a la ficción, al contar historias, acude a lo intangible y pasional para plasmar esta esencia en el papel. El resto de tópicos controversiales y derivados, es mejor dejarlas al periodismo y a “la crítica especializada” en el tema.

Quizás, la relación más vital que el fútbol puede establecer con el arte, aparece cuando se emparentan a través, el juego y la experimentación. Instantes de extrema pasión y fugacidad como lo que significa en fútbol tirar “un caño o túnel”. Tal vez éste, no sirva para nada y sea solamente un lujo que el jugador aplica a su adversario para humillarlo competitivamente y nada más, puesto que el caño o túnel, en realidad no representa riesgo alguno para el arco adversario y muchas veces se pierde la posesión de la pelota con el fin de pasar ésta entre las piernas del contrincante. ¡Semejante sacrificio en aras del lujo, el exhibicionismo y la belleza técnica! Se trata de un acto de gratuidad pura y, sin embargo, o precisamente por eso, es de una belleza axiomática: puro disfrute y nada más. Como la mejor literatura.

El fútbol se ha hecho literatura mediante una textura discursiva que le es absolutamente propia, en la cual, la metáfora y la ficción juegan su propio partido: ¡La colocó allá, en el rincón de las telarañas!, ¡sorprendió con ese pase al vacío!, ¡le metió el chanfle a la pelota, para que alcanzara una comba y se metiera dentro del arco! Todas estas expresiones, alcanzan un sentido poético, solo comprensible dentro del fútbol. Existe aquí un hipertexto que se desarrolla globalmente, nace de la técnica del control del balón y lo recoge el lenguaje con sentido de creación y arte.

Si se hace un balance respecto de cuáles son los géneros de mayor desarrollo de la literatura futbolística, se puede afirmar que, en primer lugar se encuentra la crónica y el ensayo, segundo la poesía y el cuento, y en un tercer lejano puesto, la novela y el teatro. ¡Estos serían los puestos en la clasificación general!

Los escritores intentan reflejar su medio social con la mayor exactitud y amplitud posible, tocando ciertos temas o asuntos que ellos mismos conocen y han experimentado. Las obras no se dedican meramente a cuestiones filosóficas, políticas, científicas, pedagógicas o sociológicas; a veces también se deslizan y desenvuelven por las veredas de los horizontes populares del mundo cotidiano. El fútbol aparece en la literatura (como ya lo he mencionado antes) como una referencia estética, como una acción secundaria o telón de fondo que no disminuye los movimientos principales de los personajes. Aparece como un bosquejo en ciertas narraciones, obras dramáticas y poemas. Quizás, en un futuro, los jugadores de fútbol se conviertan en personajes que den sentido y profundidad a ciertas historias, que formen parte de la estructura principal del relato, como hace años predominaban las hadas, duendes, reyes, princesas y brujas. Podemos apreciar este deporte como tema central, y con un excelente trato desde la textura, el orden y la cronología escrita en los textos periodísticos e informativos, que cuentan con un lenguaje especializado y una redacción tan provocadora que asustaría a muchos gramáticos tradicionalistas.


Entre tantas obras referentes al fútbol, dentro del campo de la literatura mundial, encontramos: Popol Vuh, El fútbol a sol y sombra (Eduardo Galeano), Once cuentos de fútbol (Camilo José Cela), Lenin y el fútbol (Guillermo Samperio), Los once de la tribu (Juan Villoro), El blues de la avenida Alcalde (Roberto Huerta Sanmiguel), La borra de café (Mario Benedetti), Las paredes oyen (Juan Ruiz de Alarcón) y una magnífica tesis de Alberto Ramos Zaragoza titulada: El fútbol en la literatura.


No hay comentarios. :

Publicar un comentario