LA MÚSICA PARRANDERA: Un legado de alegría y cultura antioqueña (Urraca)

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“En este mes de parranda por última vez yo quiero, 
sacarle jugo a la vida, por si mañana me muero”.

Fragmento extraído de la canción La última navidad.
Grupo Los Trovadores del Recuerdo.

Así es… llegó diciembre, y con éste, la música parrandera paisa, uno de los más grandes baluartes de la cultura antioqueña. Este tipo de música es una colorida y amplia gama de melodías de origen humilde y campesino, con letras de corte navideño, pícaro, de doble sentido, festivas, maliciosas y humor picante. En este género musical se distinguen ritmos característicos del entorno paisa tales como la parranda, el merengue, el paseo y el porro, enmarcados dentro de un primer grupo de aires decembrinos; en un segundo grupo, encontramos el son paisa y la rumba, seguidos de un airecito cadencioso y agradable para ser ejecutado dancísticamente llamado baile bravo, que no es otro que un estilo de ejecución danzaría específica, pero que no se le considera como parte de los característicos aires decembrinos. Entre otros ritmos populares y propios a este género musical, se encuentran también el currulao y la trova. Todos estos ritmos pertenecientes a este tipo de música son interpretados con instrumentos como: la guitarra, tiple, requinto, bajo, bongo, cencerro, guacharaca y a veces acordeón. La música parrandera paisa es probablemente el único estilo musical propio que Antioquia le ha aportado al folclor colombiano, y el tiempo ha obrado en favor de éste, siendo hoy reconocido como uno de los géneros propios y  autóctonos  de un sector cultural antioqueño, en su mayoría rural, que creció a la par y se identifica plenamente con la idiosincrasia y estilo, propios de esta música.  
El género musical parrandero es un derivado de la música popular cantinera, pero con la notable diferencia de que esta música en vez de tener letras tristes, melancólicas y de despecho; tienen un sonido y ambiente alegre, dadivoso y particularmente fiestero. En la mayoría de canciones el humor es picante, con una propuesta bastante vulgar, y en ocasiones extremadamente grosero; a tal punto que generaban (probablemente ahora) el veto de la iglesia y de corporaciones e instituciones bastante arraigadas en los principios éticos y morales. La diversión y disfrute de este género, se hacía entonces de forma clandestina por parte de aquellos que mantenían muy oculto su gusto, debido al tabú que existía alrededor de esta música: un ambiente tosco, machista, pedestre y vulgar, sobre todo en épocas de fiestas mezcladas con licor y múltiple espectáculo. ¿Especta… qué? 

Soy el trovador del valle, y vengo a trovar aquí,
vengo buscando mi pava y traigo los huevos aquí”.

Fragmento extraído de la canción El trovador del Valle”,
compuesta por Gildardo Montoya.


Este género musical nació a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, y fue originado en el suroeste antioqueño, conocido como la zona cafetera de Antioquia, cuyos pueblos más importantes son: La Pintada, Ciudad Bolívar, Pueblo Rico, Salgar, Betania, Venecia, Jardín, Urrao, Támesis, Fredonia, Betulia, Amagá, Andes, Jericó y Concordia. Contó con grandes exponentes como los hermanos Bedoya, José Muñoz, Alejandro Sarrazola, Gildardo Montoya, Antonio Posada y Octavio Mesa, quienes lograron darle estatus a la música picante paisa; hasta tal punto de convertirla en un referente de ciudad para las celebraciones de fin de año. Ésta ha logrado tal aceptación en las nuevas generaciones que incluso ya la acogen como propia, lo cual ha provocado que desde la década de los sesenta y setenta, las calles y emisoras de Medellín desde el mes de noviembre hasta mediados de enero aproximadamente; se vean inundadas de este género campesino que vive en constante adaptación. La música parrandera paisa se ha mezclado en los últimos años con géneros urbanos y ritmos musicales de otras regiones del país y el mundo. A pesar de no haber una producción y ventas masivas, la música caliente de los antioqueños sigue viva y en constante transformación.


“EL MONO GONZÁLEZ” Y EL PRINCIPIO DE UNA TRADICIÓN:


“Llegó diciembre con su alegría, mes de parrandas y animación. 
Que se baila de noche y día y es solo juergas y diversión”.

Fragmento extraído de la canción 24 de diciembre, compuesta por 
Francisco, “El Mono González”.



En el año de 1908, nació en el municipio de Titiribí, Antioquia; Francisco Antonio González, conocido como “El Mono González”, quien compuso en el año de 1938 la que se considera la primera canción parrandera titulada 24 de diciembre, la cual fue grabada en las voces del dueto mexicano Pepe y Chávela. “El Mono González” sin proponérselo siquiera, dio inicio con esta obra a la música decembrina hoy escuchada en cada uno de nuestros hogares, barrios y calles cuando llega la navidad. En 1945, el Mono González compone también el que sería el primer tema parrandero de doble sentido titulado Mándeme Aguinaldo (“Cómo yo se lo pedí/mi novia se disgustó/Si ella me lo pide a mí/No me le disgusto yo”), grabado también en la voz de un mexicano: Valedor Ramírez, quien llegó a Colombia en ese mismo año. En la voz de “El Mono González”, se conoció también para esas épocas un famoso relato suyo titulado La salida de los animales.
Finalizando la década de 1940 y a principios de la siguiente, dada la gran migración campesina por causa de la violencia en Colombia entre liberales y conservadores; aparecieron en la ciudad de Medellín, artistas y canciones representativas que le dieron renombre al género parrandero como Los Trovadores del Recuerdo y sus canciones Borrachera, La Bachue y Los Ciclistas; Luis Carlos Jaramillo y su canción representativa La Carajada. Judith Arboleda, Libardo Álvarez, Neftalí Álvarez y José Muñoz fueron otros de los grandes exponentes de aquella época. También, se encontraban en la capital de la montaña como se le conoce a Medellín, artistas de otras ciudades y departamentos de Colombia, tales como el pereirano Antonio Posada, Carlos Muñoz de La Dorada, Caldas con su canción El hijo de Rosenda; el grupo Los Tumaqueños, provenientes de la costa pacífica con sus éxitos La Avispa y La Rasquiña. En el departamento de Antioquia sobresalieron notablemente artistas de este género como lo fueron Alejandro Sarrazola, Vega del Río y Arturo Ruiz del Castillo. 


¡AQUÍ SÍ HAY CANTO PA´ TODO MUNDO!


Joaquín Bedoya (1943 – 2014) y su conjunto. Grandes exponentes de la música parrandera, los cuales la llevaron hasta niveles insospechados. 


¡Mija, échele más agua a la sopa!
…Y conté los invitados para empezar a servir,
y toditos mal contados sumaban como tres mil”.

Fragmentos extraídos de la canción Échele más agua
a la sopa, compuesta por Joaquín Bedoya.




La gran popularidad de este género musical se dio en la década de 1960 gracias a artistas como Joaquín Bedoya, hermano de Agustín y José A. Bedoya, quienes casi todo lo que publicaban era un éxito. Otros artistas de gran popularidad fueron Leonel Ospina, Gildardo Montoya y Octavio Mesa, quienes pincelaron la historia musical de la región con hermosas y divertidas piezas catalogadas por la crítica especializada, como verdaderas joyas musicales de una época que se niega a ser relegada por los aires modernos de la actualidad. 
Algunos de estos artistas tuvieron cierta influencia de la música vallenata tocada en guitarra del maestro Guillermo Buitrago, oriundo de Ciénaga en el departamento del Magdalena; allí su producción musical no fue muy conocida y publicitada, contrastando totalmente  a la realidad musical en Antioquia; ya que desde mediados del siglo XX hasta lo que va del siglo XXI ha sido fielmente escuchado en este departamento en la época de diciembre. Buitrago y sus melodías vallenatas fue uno de los principales influyentes en el origen de la música parrandera paisa. Esta influencia se dio en el sentido de que a finales de los años cuarenta y comienzo de los cincuenta, aparecen en el espectro musical parrandero artistas como los hermanos Joaquín, Agustín y José A. Bedoya, quienes en sus inicios cuando aún no habían compuesto ni grabado música parrandera; tocaban en sus guitarras los vallenatos de Guillermo Buitrago, lo cual incidió posteriormente en el estilo y sonido de la música caliente paisa. 


“Me llaman, me llaman el huerfanito, ay porque ando, porque 
ando por la barriada. Y morena, mi morena no me quiere,
óyeme caramba yo me voy pa´ la sabana”.

Fragmento extraído de la canción El huerfanito, 
Compuesta por Guillermo Buitrago.


No se puede pasar por alto que en los inicios de los años cincuenta, se escuchaba en la radio de la época la famosa canción El grillo, interpretada por Antonio Posada, un intérprete con voz gruesa, pastosa y destemplada, pero con características típicas paisas. Hoy encontramos en las emisoras y tiendas de música una gran variedad de artistas e intérpretes del género nacido en las tierras ancestrales de nuestros mayores. Es grato pensar y recordar que la mayoría de esos ingeniosos y divertidos versos fueron creados tras la luz incipiente de un candelabro o de una bombilla de veinte y cinco bujías como se conocieron los focos de aquella época. 



LAS MONTAÑAS, EL DESAMOR Y EL AGUARDIENTE

“Soy un arriero de verraquera y solo creo en el cagón.
No he sido chivo de ninguna perra ni mucho menos pa´ ser cabrón”

Fragmento extraído de la canción Mula hijueputa,
Compuesta por Octavio Mesa






 típicos de la parranda, previos a un encadenamiento de versos grabados con inconfundible acento rural antioqueño. Naturalmente estas canciones con oblicuas o directas alusiones sexuales, forman parte de un repertorio más amplio cuando se combina con la música bailable caribeña, de las que el reggaetón sería el heredero actual más notable. El doble sentido, como otro aspecto del humor (además del sentimentalismo y despecho) en el tratamiento del amor, se perfila como otro de los bastiones principales en el repertorio parrandero. Así pues, para afrontar la ambigüedad del amor, se presentan dos opciones: optar por el humor y la ironía, o ir al otro extremo: morir o matar “de amor o por amor” para salvarse. Además del consumo de alcohol como paliativo frecuente, la alusión a las fiestas, a “los compadres” y aventuras vividas con ellos; la comida, y otros tantos quehaceres en la vida rural; funcionan a manera de exorcismo para enfrentar los pesares de la vida y el desamor. Toda esta idiosincrasia musical sumida en esta simultaneidad de canciones, adquirió una personalidad especial en el oyente colombiano desde 1960 hasta nuestros días. La que podríamos llamar la “colombianización” o conversión a las convenciones estéticas locales; hizo gran huella en el comportamiento y manera habitual del vivir paisa. Es sorprendente como la mayoría de oyentes toma como filosofía e identificación personal algunos versos de esta música, los cuales están en su mayoría inspirados en vivencias personales. La conexión entre la cultura paisa y su música es de talante familiar. 

“Aunque me cueste morir no dejaré la bebida, 
porque una pena de amor, me quiere quitar la vida”.

Fragmento extraído de la canción El aguardientero, 
compuesta por Félix Ramírez del grupo 
Los Trovadores del Recuerdo.

La época navideña y su fin de año, se convierten entonces en el tiempo propicio para rescatar de los anaqueles olvidados nuestra música picaresca. Son estas canciones las que alegran las reuniones familiares entorno a una época tan tradicional y esperada por el colombiano promedio.  

La música parrandera se convierte año tras año en una fuerte costumbre y tradición antioqueña, aún son muchos los relatos de parte de nuestros mayores, que se acompañan con una buena canción de fondo y un aguardiente en la mesa. Este tipo de música corre en la sangre del antioqueño, del campesino como a su vez del citadino; se disuelve en los oídos y se transforma hacia el exterior con un canto roto y a la vez recitado; es un emblema paisa, una de nuestras más grandes riquezas folclóricas. No por cualquier motivo, es uno de los géneros musicales predilectos para acompañar los últimos días de cada año. 

“Yo no olvido el año viejo porque me ha dejado cosas muy buenas.
Me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra”.

Fragmento extraído de la canción El año viejo, 
compuesta por Crescencio Salcedo.




EL ECO PARRANDERO

Quiero por medio de esta revista que se llama 
Dimensiones… (Menciones, menciones) 
Rendir un tributo a la historia 
parrandera… (Era, era) 
Porque ya son años los que juntos en
diciembre… (Siembre) 
Disfrutamos de la esencia que esta música
alberga… (Alegría) 

Porque con sus voces y guitarras nos
encantan… (Cantan, cantan) 
Desde que llegamos y hasta la 
amanecida… (Ida, ida) 
¿Cómo es esta gente hasta cuando 
bosteza?... (Tesa) 
Pues sus letras nos relatan cuentos y algunos
ridículos… (¡Qué ingeniosos!) 

Y hagamos un almuerzo ya puso Joaquín
Bedoya… (Olla, olla) 
Échenle agua a la sopa nos espera Octavio
Mesa… (Mesa, mesa) 
Que cocinen bien las papas y no queden los
maduros… (Duros) 
A buen fuego en dos horas ya estará 
calculo… (Más o menos) 

Que suenen ya las canciones y que traigan las 
cervezas… (Esas, esas) 
Traigan también los sombreros y pa´l frío un
aguardiente… (Ardiente, ardiente) 
Brindemos con los amigos y escuchemos los 
cantantes… (Antes) 
Que con sus voces y versos resuelven cualquier
disputa… (¡Buen mensaje!) 


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