PORTADA-DIMENSIÓN 26, febrero de 2014

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“No será el miedo a la locura lo que nos obligue a bajar la bandera de la imaginación”.

André Breton

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ALGUNAS IDEAS PARA SOBREVIVIR A LA VIDA Y ALCANZAR LA FELICIDAD (Johnny C.)

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EXTRODUCCIÓN 12






 El siguiente artículo son sólo algunas ideas personales producto de un par de cervezas, algunos cigarrillos, someras elucubraciones y mucho tiempo libre; con el propósito de buscar y compartir algunos puntos que sean de ayuda para sobrevivir a este año, y por qué no, a la vida.
Estos puntos de vista, no tienen nada que ver necesariamente con los ideales o pensamientos de Revista Dimensiones. Igualmente, Revista Dimensiones no se hace responsable por los posibles daños colaterales que le cause leer esto o aplicarlo a su vida.


1-LEA, NO IMPORTA QUE

Deje de lado la televisión y el Facebook. Dele una oportunidad a ese manojo de hojas impresas, que alguien algún día, tuvo la brillante idea de obsequiarle. Sí, de acuerdo. A veces es molesto, que es muy largo, que no tiene tiempo, que no lo entiende, que le arden los ojos, que tal vez mañana. Poco a poco con algo de perseverancia, usted irá avanzando y querrá buscar más de lo mismo y al final, terminará encontrando mayor satisfacción leyendo, que en la insulsa televisión o en los comentarios, etiquetas o fotografías del Facebook. Además, no nos digamos mentiras, si tiene tiempo para andar mirando sandeces en la red chismoreal; también lo tiene para leer un buen libro, que a la larga le aportará mucho más a su conocimiento, destreza mental y comprensión. Así, incluso, tendrá usted algo verdaderamente importante que comentar y compartir con sus amigos vía Facebook, y con el agregado no menos importante de una buena ortografía.

2-BEBA

Ya basta, deje el café y el té para pasar la tarde de una manera amena y sin muchas pretensiones. El alcohol le ayudará a conocer nueva gente y a desinhibirse más de sus propias imposiciones mentales. No importa la preferencia o referencia del licor siempre y cuando conozca sus límites (a no ser de que, lo que busque, sea ser el excéntrico de su grupo) si por cosas de la vida, usted ha decidido llevar una vida lejos de cualquier bebida alcohólica; siéntese un momento a pensar mejor el por qué, y en todo lo que ese tonto pensamiento ha intervenido entre usted y un buen rato de felicidad y despreocupación.
Para lograr esto con mayor efectividad, evite pensar en la resaca del día siguiente, mejor piense que en ese día siguiente, puede usted seguir bebiendo. Y si no, entonces ármese de un par de aspirinas, unos lentes de sol y bastante líquido. Empiece a disfrutar su resaca y se dará cuenta lo rápido que desaparece. Ese es el momento idóneo para empezar una nueva ronda.

3-DESCUBRA NUEVA MÚSICA

Por estos tiempos, es muy fácil hacerlo ¿acaso no se siente aburrido de oír siempre lo mismo? Sólo necesita un poco de determinación y ganas para emprender la búsqueda de nuevos sonidos. Dele la oportunidad, désela usted. No importa el género que prefiera o más le guste. Indague, sorpréndase. Escuche, disfrute. Expanda esos horizontes auditivos, créame, su cerebro y oídos se lo agradecerán. El mundo sin música sería un peor infierno, y eso que tanto ha escuchado hasta el cansancio no pasa de ser mero adorno, igual a esa desagradable música de centro comercial, ascensor o la del Metro. Busque esos nuevos sonidos que le pide el alma a gritos, abra fronteras, no se encierre en la moda o en el miedo a lo desconocido; no diga que no le gusta sin haberlo oído antes, allí, en la soledad de su habitación, dispóngase a sentir cada parte que compone ese sonido con atención. Y recuerde, es muy importante que no haga nada más en medio, que no sea con la intención vaga de armonizar el momento.

4-VIAJE

Viajar siempre es una buena opción para llevar a cabo la catarsis que necesita su cuerpo y alma, es una necesidad intrínseca de nuestra especie y una buena manera para olvidarse de todo aquello que lo rodea diariamente.
De cualquier manera cuando le digo esto, no estoy afirmando que es necesario irse hasta el Tíbet o la Polinesia para lograrlo, de seguro existen buenos lugares cerca de su residencia a los cuales pueda desplazarse. Tal vez usted, al ser una persona inquieta, ya los conoce todos y está cansado siempre de lo mismo; entonces añora algo más, y resulta que al igual que yo, usted es un arrastrado sin remedio que no tiene dónde caerse muerto y nunca podrá ir hasta… digamos… Islandia. Siendo así, no se preocupe y continúe leyendo.     

5-DUERMA. MÁS

Resulta que con esta obsesión sin control de vivir cada vez más rápido y más cosas (obsesión que dicho sea de paso, es impuesta por la sociedad ajena a usted y a sus verdaderas aspiraciones) se van dejando de lado algunos pequeños-enormes placeres. Duerma más. Mucho, por qué abstenerse de algo tan asombroso y confortable, además de gratis. Con el agregado enorme de poder soñar y así cumplir, por lo menos en esa “realidad” esos tan anhelados deseos, que en el mundo “real” se le hace imposible cumplir. Sí, desde ir a la India, hasta sentarse en la cama de la habitación de esa mujer que danza para usted y tanto añora.


6-VEA CINE

Aquí tengo que ser inflexible: no vale ninguna mierda hollywoodesca. Aunque, no puedo decirle que tiene que ser de Rohmer, Bergman, Kubrick, Hitchcock, Truffaut o Tarkovsky. Si usted me dice Allen o Kurosawa ¡Muy bien! Existe mucho cine y de buena calidad oculto a su mirada. Haga la forma y disfrute de algo distinto y bien logrado. Si es en cine. Tanto mejor. (El numeral de descubra nueva música será de mucha ayuda para éste).

7-INTERACTÚE CON DESCONOCIDOS

A veces, los amigos, por su carácter de amigos se vuelven cansones e insoportables, y nada bueno aportan a su mente ávida de conocimiento; incluso llegan a ser tan irritantes, que te nacen unas enormes ganas de patearles la cara. No se preocupe, eso nos pasa a todos.
Entonces, usted, puede optar por conocer otras personas (el artículo de “beba” le ayudará con éste). Otras personas son mundos diferentes, que muy de seguro manejan otros tipos de conocimiento que usted anda buscando. Y si no funciona con ese primer grupo de personas, no se preocupe. ¡Gente es lo que sobra! Los bares y los eventos culturales son excelentes lugares para interactuar con otras personas. Acérquese a ese grupito de poetas, filósofos o cinéfilos. (Evite el de los músicos si no quiere enterarse de lo idiota que es y sentirse despreciado y rebajado por no tener habilidad con algún instrumento, no es una regla general; pero aplica en la mayoría de las veces). Ofrezca cigarrillos, invite al tinto, y trate de expresar lo mejor que pueda ese vacío existencial que tanto lo acosa, escuche y refute lo que le digan; ya verá como pronto lo aceptan porque usted está a la misma altura… o bajeza que ellos.

8-TENGA MÁS SEXO

Sí, tenga más sexo. Folle. ¿Tengo que explicarme más? Bueno, de nuevo. Folle, busque tener más sexo. No importa su preferencia: hombres, mujeres o ambos; pero dedíquele al sexo más tiempo. La masturbación sirve; pero no siempre, déjela de lado o por lo menos para casos muy extremos de soledad (igualmente no se olvide de la posibilidad de intercambiar dinero por sexo). El artículo de “beba” y el de “interactúe con desconocidos” le servirá mucho para este propósito. Como humanos, somos el único animal que utiliza el sexo sin fines reproductivos, es decir, como diversión, placer, pasatiempo y en algunas veces hasta de venganza. ¿Entonces por qué no? Tenga más sexo; eso sí, cuídese de cualquier efecto secundario, (dele el nombre que quiera) algunos suelen ser de por vida.

9-DESHÁGASE DE ESE AMIGO MOLESTO

¡Ahhhhhh! Sí, hay que aceptarlo. Siempre está esa persona: el insoportablemente cansón; el egocéntrico, el desagradable e inoportuno; el degenerado morboso; el idiota que todo lo sabe, y lo que no, lo inventa. Sí, lo peor es que tú sabes de esa situación; pero detenido por algún sentimiento altruista no haces nada. ¡Ya basta! Hazle saber a ese tu inconformidad con su presencia. Pero ten cuidado, no eres perfecto y algún defecto debes tener; entonces, lo mejor para hacer en ese caso es: trabajarlo lentamente. Como es un tipo que no soportas, tu nunca lo buscas; pero él a ti sí. Cuando eso suceda y no puedas evitar el encuentro, actúa intolerablemente, cambia siempre el tema que él quiera tratar, invítalo a un lugar que conozcas y él odie, háblale de cosas que desconozca y no le interesen, sé descuidado y no le prestes atención, nunca estés de acuerdo con lo que dice o cree y siempre, siempre; no debes olvidarte que tienes algo por  hacer urgentemente y debes irte, dejándolo/la  solo. Te largas sin más explicaciones y lo más rápido posible del lugar. Así, en cuestión de dos o tres meses para que el/la idiota, te vea y sea quien quiera evitar el encuentro. 

10-MIENTA. MUCHO, MÁS

Está comprobado que el cerebro humano, tiene que trabajar más arduamente a la hora de decir una mentira que para decir la verdad. Así que, adelante, utilice su cerebro y empiece a mentir más reiterativamente. Sea muy elocuente y de talante serio; sea creativo y no se abstenga de decir algo. La verdad es fofa, sencilla, común y corriente. 

COMENTARIOS EXTRAS

-Si usted cree que perdió el tiempo leyendo esto porque ya ha hecho todo lo que hay en la lista. No hay problema, continúe haciéndolo, vuelva y empiece; lleve a cabo ese numeral que no ha podido cumplir con creces.

-Si usted ha realizado todo lo que hay en la lista y aun no se siente feliz, no se preocupe. Vuelva e inténtelo de nuevo. Recuerde. El orden de los factores, no altera el producto.

-Si usted ha hecho una y otra vez lo que hay en la lista y aún no ha podido o encontrado la felicidad. Piense que siempre queda la opción del suicidio.

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CRONOFOFIS (Andrés Peréz)

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Soy Max y nada más. Por ahora espero... el cambio de semáforo. Verde-rojo que detenga el frenético andar de las llantas en un micro momento de 20 segundos, para reanudar la marcha y el andar de mis pasos en un rítmico conteo de 1,2,1,2… que llevarán el peso de mi cuerpo a lo largo y ancho del camino.
Semáforo, vehículos, no hay necesidad de agregar más detalles, es la calle. Línea de polvo, adoquines, asfalto. Ayer transitada por carretas y caballos, hoy automóviles y motocicletas, mañana nada, ¡ah! la gente. Siempre caminan llevando el pasado plagado de historias escritas con tiza blanca o pintalabios de color rojo. Calle con nombre y con número. Calle céntrica de la ciudad y cantidad de gente apiñada en las esquinas esperando la señal de inicio. Gente dedicada a una infinidad de oficios y profesiones que describen la vida diaria de una urbe habitada por 5 millones de historias interconectadas en el diario acontecer y discurrir de las horas.
Interconectado en este lado de la calle me encuentro con otras 30 personas y cálculo que hay un poco menos del otro lado, en la esquina de enfrente. Dos grupos de personas divididos por el fluido de chatarra que se detendrá en la señal para dar paso a la especie peatón, enfrentada en la mirada y en los cuerpos que colisionan. Trataré de esquivar cualquier embestida. Puedo perder el equilibrio en medio de la calle y ser arrastrado por la corriente.

Corre el tiempo en la imagen digital 15,14,13,12,11,10,9,8,7,6,5,4,3,2,1, verde, verde, Go, let’s go. Señal eléctrica que genera otra en el cerebro que a su vez produce una completa señal al cuerpo poniéndolo en marcha. Y vamos atravesando rápidamente el espacio, atentos, conservando la distancia, preservando la burbuja personal ante cualquier ataque frontal. El tiempo se acorta y aun no logro llegar a la otra orilla, restan 10 segundos para que el reinado del terror de la luz roja se instaure y las bestias de metal se lancen a devorar los rezagados. Voy llegando, estoy que llego, pero las ansias me llevan a bajar la guardia y no puedo evitar ser embestido por uno de los que viene del otro lado. Un golpe fuerte como una caricia. Hombro izquierdo resentido. He perdido, estoy cayendo y el tiempo se reduce. Rugen los motores, es cuestión de segundos. Pero antes del fin lanzo una mirada al atacante, busco herirlo, confundirlo y que pierda el rumbo de sus pasos. Pero maldita sea, esa mujer va endemoniada desvaneciéndose en el rítmico taconeo de sus pasos. Pac, pac, pac; y no puedo evitar caer, herido en el hombro. Mancha roja. Pintalabios de mujer desesperada.

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DÓNDE ENTERRAR LOS NIÑOS QUE MATAMOS (Mb-6v!)

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Tierno entierro que vocifera, el escándalo de la sangre nos delata ante cualquier mirada, los matamos, pero igual estaban muertos, o iban a morir. Verán, ellos no sabían nada del mundo este, algún día crecerían y llegarían a cualquier camino denigrante, pasarían por malos tratos y terminarían asesinados en otras manos, al menos nosotros fuimos cuidadosos, no sufrieron ni supieron de su muerte. Muchos nos señalaron al ver allí los cuerpos mal enterrados, fuimos rebeldes y descuidados, de cualquier modo han de saberse las cosas. No recuerdo con certeza el día, pero cuando fue, eran felices; a lo mejor fuimos precoces y nos adelantamos demasiado, nos dimos cuenta de eso al calcinar  sus pertenencias, demasiada inocencia en un solo fuego de tantos carbones. Pienso a veces que quedaron vivos, o no los matamos, o no los enterramos, o nada. Se escuchan las voces del ayer en cualquier forma infantil de otras tierras, que no podemos matar nosotros aunque quisiéramos. Revientan los ecos desde cualquier parte, se ahogan astronautas, se estrellan los carros, se olvidan las canciones, se regalan los trajes, aparecen las sopas en nuestro menú; amamos lo que odiábamos, antes de odiar lo que amábamos; elongación ósea, amaneceres sin ficción. Traumática metamorfosis de la malteada en café, de las responsabilidades en… responsabilidades, de agudo a grave, de nave a pie, del perdón al olvido, de lo paciente a lo destructivo y lo inocente a lo mundano. Yo maté tantos que olvido cuántos, ya no más llantos y así descanso; enterré los míos en este cuerpo y escarban algarabías, no exhumo ni a lo infinito, ni a lo corto volver a ello, yo vivo más bien dentro de otro niño, que se revuelca como un entierro.

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ESAS FORMAS FLOTANTES EN LA NADA APARENTE (Johnny C.)

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Bajamos del auto luego de que Stiven dio la señal acordada. Se supone que era un trabajo de “toma y corre”. El aire frío de la calle inmediatamente hizo contraste con la cálida temperatura del automóvil, mientras algunos incautos transeúntes cruzaban rápido las losas húmedas de la acera. En movimiento mecánico y de protección, subimos el cuello de los abrigos y rápidamente, mientras nos dirigíamos a la puerta de cristal, cubrimos nuestro rostro con unas tontas máscaras que horas antes, nos habíamos repartido entre risas nerviosas y miradas graves. Stiven hizo lo mismo que nosotros, desenfundamos las armas y entramos en el auto, rumbo al  sitio meticulosamente elegido para la jugada del destino que habíamos planeado, Stiven, nos repasaba o acordaba meticulosamente los últimos detalles de la operación; que bien ejecutada, según ellos, nos daría para sobrevivir de buena manera un tiempo prolongado. En el asiento de atrás, acariciando debajo de mi abrigo el frío metal del revólver, podía oír la voz de Stiven que sin voltearse, mirándonos a mí y a Paul todo el tiempo por el retrovisor; era el único que hablaba. Tom conducía tranquilamente por la calle, entre los otros autos y una capa fina de lluvia que se había instalado temprano en la mañana, y no se resignaba a desaparecer; parecía por su aplomo que se dirigía de paseo a la playa y no hacia el lugar donde nos íbamos a jugar y apostar el resto de la vida. Paul a mi lado y con un cigarrillo sin encender pendiendo de sus labios, miraba a través de la ventana, supongo que él, junto al hombre en el asiento delantero que hablaba no tenían por qué tener miedo; puesto que esto, según ellos, ya lo habían llevado a cabo en el trascurso de su existencia algunas veces más. Yo no sabía por qué estaba allí, en ese viejo auto negro, detenido entre el tránsito que esperaba impaciente la luz verde; sentado junto a esos hombres que de ninguna manera podía considerar gente cercana.
Es curioso, cerraba los ojos y lentamente la voz de Stiven y el ruido de los autos y el citadino se desvanecían. Por primera vez estaba metido en una situación como esa, no sentía miedo, pánico o desespero alguno; pero tampoco ningún tipo de exaltación o ansiedad. Luego de permanecer así por unos cuantos segundos, esas formas flotantes en la nada aparente y junto con el recuerdo, empezaban a formar el rostro de ella: sonriente, lúcido, hermoso; mientras lentamente la imagen se iba ampliando y me permitía ver de nuevo esa fotografía mental, perdida en el tiempo sin espacio del recuerdo, entramos al lugar y Paul inmediatamente inmovilizó al único guardia de seguridad que había, mientras Stiven y Tom intimidaban a los empleados y a los pocos clientes presentes, para evitar cualquier tipo de maniobra que pusiera en peligro el plan. Al principio, y como es normal en esos casos, hubo bastante confusión mezclada con gritos de algunas señoras, callados rápidamente por los insultos y las amenazas de muerte que Stiven gritaba, al obligarlos a permanecer en silencio y acostarse boca abajo en el suelo. Desde la puerta, con el arma desenfundada y recostada contra mi pierna izquierda; pude observar todo en mi tarea de vigía, tanto dentro del sitio como afuera. Sabíamos que teníamos poco tiempo, por eso había que apresurarse con el asunto del botín, el cual, Tom y Paul tomaban apresuradamente, mientras Stiven seguía repitiéndole a los presentes, a manera de letanía lo que les podía suceder si intentaban, ese movimiento estúpido ayer al vernos en la tarde, compartimos un momento en un espacio medido de tiempo, debido a su trabajo y a mi reunión secreta en el bar con los integrantes del grupo, para dar repaso y finiquitar algunos detalles del plan. No hablamos mayor cosa, dediqué el tiempo a mirarla y a tratar de retener en el tiempo su sonrisa, a incrustarme en su mirada, a sentir el contacto de sus dedos y el olor de su cabello. Para mí, sin importar lo que aconteciera al día siguiente, sería la última oportunidad para entrar en el regocijo de su presencia, en el contacto cálido de su cintura podía sentir el aire que se quedaba atrapado entre mi rostro y la máscara que llevaba puesta. No sabía exactamente cuánto tiempo había trascurrido desde nuestra entrada al lugar; pero de seguro no era demasiado, la situación de enorme complejidad, seguro tergiversaba la manera de percibirlo.  Afuera, la lluvia seguía cayendo parsimoniosa sobre el asfalto, las fachadas de los edificios circundantes y el techo del auto negro parqueado pulcramente al lado de la acera. Adentro, como minutos atrás en el auto, sólo podía oírse la voz tranquila de Stiven que entre frases que simulaban ser consejos dirigidos a las personas sobre el suelo, apuraba el movimiento de Paul y Tom, que llenaban a la par, bolsos, de esos que se utilizan para viajar; preocupados en cumplir el objetivo por el que estábamos agazapados en una tienda de abarrotes, entre cajas de botellas y latas de conserva; unas pocas calles abajo del epicentro. Paul gravemente herido deliraba, gritaba que no se quería morir, pedía por la presencia de su madre, reclamaba entre insultos y balbuceos por ayuda divina que, evidentemente sabía no iba a obtener.

Cuando nos disponíamos a abandonar el lugar, ya era demasiado tarde, en algún momento, entre mi distracción con la puerta y el ataque del guardia de seguridad a Stiven con la intención de desarmarlo, apareció una patrulla de la policía que jamás vimos hasta estar afuera. Tom cayó muerto al instante, con el cerebro esparcido en la puerta de cristal, fue un tiro limpio y certero disparado por alguno de los policías que venían al rescate del banco, dispuestos a matarnos y a hacerse matar por un dinero de nadie. Mala suerte. Un par de patrullas bloqueaban el auto negro y nuestra vía de escape. No había de otra que emprender la huida corriendo, entre los disparos, los gritos, la lluvia y el desespero delante de la tienda, en la calle, seguramente atiborrada de patrullas policiales; que resguardan un pequeño ejército de agentes de la ley, se puede oír una voz incrementada por megáfono, que pide nuestra rendición incondicional y pacífica. Stiven, no dice nada, está sentado en un rincón, detrás del mostrador que lo separa de mí, junto a un arrume de chocolates, frituras y cosas por el estilo. Él está bien, enciende un cigarrillo y mientras trata de destapar una barra de chocolate, sin lograrlo, me comunica entre risas de resignación que no tiene más tiros. Paul, tirado en el centro de la habitación, rodeado por un charco de su propia sangre, ya no grita más. —¿Cuántos tiros tenés? —Me pregunta Stiven—. Niego con la cabeza, a pesar de tenerlos todos, de no haber disparado uno sólo algunos minutos atrás abandonamos el punto A y nos dirigimos al auto negro, lo abordamos y Tom lo pone en marcha. Permanecemos en silencio, mientras el auto empieza a ganar velocidad y nos adentramos en la ciudad. La radio del carro sintonizada en cualquier emisora, vomitaba una música entre sonidos de estática, hasta que Stiven, cansado del ruido o con la idea de aclarar los últimos detalles la apaga y empieza a hablar. Nos confirma cosas que ya todos sabíamos de antemano, nos dice que en cuanto lleguemos al sitio, Paul se estaciona lo más cerca que pueda de la puerta; entonces él se baja y enciende un cigarrillo mientras vigila los movimientos del guardia, en alguna distracción de éste, él deja caer el cigarrillo y lo aplasta con la suela del zapato disponiéndose a entrar. Esa es la señal. Ya no queda más por decir, estamos a pocos minutos del punto B. Guarda silencio. Tom se deshace de un cigarrillo encendido por la ventanilla y luego la sube, Paul mira abstraído los edificios, la gente y los otros carros que conforman este día normal. Sí, se puede decir que todo iba normal y según el plan, hasta que decidimos abandonar el lugar con el botín adquirido. Cuando salíamos, sonó el primer disparo, allí cayó Tom como un bulto de cemento; después, todo fue confusión.
Había una o dos patrullas que bloqueaban la salida de nuestro auto, Stiven y Paul respondieron al fuego de la ley, mientras me lanzaban uno de los bolsos, parte del botín y  gritaban que corriera. No sé en qué momento hirieron a Paul, puesto que inmediatamente emprendí la huida calle abajo. Supongo que él, trató de rescatar el otro bolso que llevaba Tom o simplemente porque no había manera de resguardarse, allí, en esa solitaria y húmeda acera me parecía inútil seguir corriendo con tanto plomo detrás, y más estúpido aún responderlo. No había nada por hacer, quise continuar la huida; pero por alguna razón también me pareció inútil. Fue ahí cuando decidí entrar a esta porquería de lugar entre los gritos y la estupefacción de los presentes, que inmediatamente huyeron despavoridos. Ellos, Stiven y Paul me siguieron, no sé por qué recuerdo en este instante, la primera vez que hicimos el amor. Fue en el motelucho que queda justo en la esquina de esta calle, unos cuantos negocios más adelante. Un lugar triste, de ventanas sucias, medio letrero de neón fundido y de paredes comidas por la humedad. A ella no le importaron las feas cortinas, la precaria cama y el oscuro olor a podredumbre. No hizo más que sonreír y besarme, pidiéndome que la acariciara, que la recorriera, que la amara incondicionalmente sin ropa en ese anónimo motel del centro de la ciudad es el banco que decidimos robar, luego de descartar las otras opciones; reunidos en algún bar un par de semanas atrás. Finalmente, frente a botellas de cerveza, ceniceros llenos y armas obtenidas quién sabe de dónde.
La idea era de “toma y corre”. No quiero mentir con las necesidades, simplemente opté por acatar la decisión; y todos, por el hecho de estar allí presentes, estábamos de acuerdo, independientemente de la particularidad aún tengo los seis disparos; pero ya no importa lo que pueda o decida hacer con ellos. Tal vez, asomarme por la ventana que deja entrar las luces parpadeantes provenientes de las patrullas policiales y hacer tres disparos a cualquier lado, usar el cuarto con Paul, que ha empezado de nuevo a quejarse del dolor; aunque ya no tan ruidosamente, el quinto conmigo y dejar el resto en manos de Stiven; o podría simplemente darle el arma a él y salir con las manos en alto y entregarme como lo aconseja la voz del exterior, a cambio de veinte, treinta, cuarenta años de prisión. Para mí, no es mala idea; pero oír repetir a Stiven que prefiere la muerte en vez de volver a la cárcel, me deja un poco inquieto. Enciendo un cigarrillo y empuño decididamente el revólver, Stiven me mira y empieza a decirme que me entregue, que no tiene sentido, que yo tengo razones para continuar viviendo, que con mis antecedentes y un buen comportamiento, el tiempo preso sería corto y luego de eso podría continuar la vida con esa mujer que se me dibuja en los ojos. No sé, ni entiendo por qué me dice todo eso. Yo no lo creo así, entonces le pregunto que qué tiene pensado hacer; me responde que se va a quedar comiéndose todo el chocolate posible sin hacer nada, hasta que ellos decidan entrar, luego opondrá resistencia y se hará matar. Enciende otro cigarrillo y me sonríe simpáticamente, mientras me repite de nuevo que lo mejor que puedo hacer yo, es entregarme.

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CANTO DE URRACA (Urraca)

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El despertar se delinea junto a las actividades del sol. El hombre que camina y aún no sabe lo que busca, se declara arena y podría quizás, sentirse luz y calor en medio del viento y las nubes. Escarba dentro de sí y arroja las basuras de la noche a otro amanecer súbdito. Desde el centro de su humanidad se desprenden abismos que son repartidos y delimitados apenas por la denotación del espacio, incrustado en el débil frasco cristalino del tiempo. Pero aquel inmutable ser, escapado de la placidez de la muerte, se conduce hacia la nada. Y desde ese mismo estado gime, sumiéndose en el desahogo infinito y misterioso de la propia respiración. Las lágrimas que resulten de aquel sagrado acto, se reunirán en el alimento de otros seres con sed. Y los pequeños torrentes de aire que su cuerpo exhale, morirán con su prosa de hombre cansado de clamar. No es más que un artista pivoteado por la posesión, un pájaro que cae junto con sus sonidos, en melodías que ya se habían escuchado antes.
Durante el camino, se ingieren demasiados demonios, en ocasiones, nos volcamos hacia nosotros mismos, y la demencia retorna al antiguo ritual de encontrarnos frente al fuego, quemando viejas cartas, derruidas fotos y otros tantos objetos, que al igual que cualquier ola de mar, muere en un gran cúmulo de arena y ceniza. Todo sentimiento unido a una magia exterior, se une a la forma alejada de proyección inerte de vida, es decir, comienza su paso hacia el futuro. Futuro que tarda en abrazarnos y que nos da de comer caricias hasta la muerte. Mientras tanto, sales a caminar con tu sombra, cantando, pensando, hablando contigo mismo, buscando a la muerte para nacerla de nuevo, abriendo las ventanas que nos acechan si las miramos desde afuera, caminando de nuevo las calles que se hicieron espesura con nuestros antiguos viajes a la escuela. Releyendo las páginas de los libros que se tornaron amarillas, cuando avanzamos hacia ellas y conocimos por fin, las palabras que retozaron por mucho tiempo en una que otra pradera, en uno que otro infierno. Tu ropa se trastocó con visitas de viejos amores, en laberintos que te desnudaron, en palabras desconocidas que te volcaron a un diccionario. La vida que vivimos tú y yo en ese infinito descanso. Almas solas que despeinaron cualquier tipo de deseo. Luces vivas que bailaron contigo y conmigo… con-vino.
Ninguna sorpresa me devora, ningún enfrentamiento me genera inconsciencia, nada que haya sido escogido, me conmociona y apasiona. Se torna difícil escribir con la misma brutalidad con que se piensa, la soledad de estas barbaries mentales ejerce sobre el resto de los pensamientos una corriente de energía liberadora. Quizás la vejez no sea otra cosa sino muchas juventudes acumuladas. Quizás la brutalidad del pensamiento es tan solo otro pensamiento que se ejecuta con violencia, nada más. Quizás mi música, solo sea el concierto de las llaves cerrando el candado que asegura la vida. Se siente el palpitar del cielo en los pies, éste se abre al mundo junto al intenso pétalo de la luna. Todas estas palabras están impregnadas de ti, las tomé cuando intentaste rodearme con tu noche… ¡Cuándo intentaste rodarme con tu noche! ¡Olvidarás y volverás, será lo mismo! He comprendido que solo eres mi retorno, que solo somos un retorno.
Muere toda pasión, toda ternura, están siendo arrasadas por el tiempo de la vida. Cuando las horas pasen, no habrá momento ni memoria, y reiremos de nuevo, saludándonos.


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SALIR DE VACACIONES (Don colombiano)

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A finales de enero asistí al psicólogo, no es que sea presa de alguna infame psicosis, histeria o cualquier otro desorden mental del que padecen muchos colombianos. Simplemente acudí con el objetivo de recibir de él, algún sabio consejo de cómo emplear el tiempo libre que por aquella época me permitía tener en mi apretada agenda. Y puedo decir, con la mayor tranquilidad, que su consejo en ese momento fue lo mejor: salir de vacaciones.
Necesitaba distraerme unos cuantos días del ajetreado ritmo de mi existencia y olvidarme por un instante del doctor honoris causa en derecho constitucional. La idea no estaba fuera de lugar, de hecho mi ser reclamaba un poco de descanso, de cambio en la inofensiva simpleza de la vida política que llevaba; comprendan, ganarse la plata sentado, también cansa, aparte de tener que soportar los aburridos discursos de los colegas y la mal disimulada tartamudez del presidente.
Debía disfrutar mis vacaciones, pero ¿qué destino sería el adecuado para descansar, relajarse, y olvidarse de lo bien que marchaba el país? Para darle una pronta resolución a esta cuestión, consulté una de las agencias de viajes recomendada por el psicólogo y  la cual, me enteraría más tarde, le pertenecía. En aquella agencia, llamada “viajes de placer”, ofrecían un completo crucero por el Caribe con ilustres damas de compañía, mejores que las mal pagadas por el FBI en Cartagena. Sin embargo, no todo pintaba tan bueno, había un pequeño problema de color rojo llamado Cuba, y no colocaría un pie en la cuna guerrillera de Latinoamérica, preferiría mil veces pasar por Haití y disfrutar las ruinas del último terremoto. Cosa que no sucedería, la agencia no cambiaría el recorrido de su crucero para satisfacer las pataletas de un congresista. Así que, debía buscar otras opciones y en otros lados.
Tomé el mapamundi entre mis manos y empecé a recorrerlo con el dedo índice. Me detuve en Estados Unidos, habitado por colombianos muriéndose de frío y que pereza toparse con algún conocido caído en desgracia y tenerle que ayudar. España, más colombianos muriéndose de hambre. Europa central, repetitiva hasta el cansancio, tanto que sé de memoria su guía turística, que en realidad es la guía de la historia del arte. Más allá, eso está hecho un polvorín con Chechenos colocando bombas Putin y Ucranianos jugando a lanzarse patatas calientes, mientras que los países nórdicos son cuna del hastío y como tal, del suicidio y es eso lo que debo evitar, según el psicólogo.
Yendo hacia el oriente aparecía el dragón asiático, millones de ciudadanos tecleando y jugando con sus robots, vigilados por China y la cómica presencia de Kim Jong-un.  Adentrarse en esos parajes es toda una odisea gastronómica e idiomática.

Deslizando el índice hacia la parte baja del mapamundi, está el oriente medio, o sea el infierno, donde solo se habla de ¡BUM! ¡BUM! y de primaveras Árabes en países, en los cuales no cae una sola gota de lluvia. Sin contar con el ridículo odio a todo lo Yankee, siendo estos quienes les han ayudado a salir adelante. Ir a esa parte del mundo, es como llevar la lápida bajo el brazo.
Ni para que mirar al África, desde que el loquito de Mandela acabó con el apartheid, ya no hay nada interesante en esas tierras. Bueno, a excepción de los diamantes y otros recursos naturales muy valiosos. Australia es un inmenso zoológico y no me gustan los animales o al menos no me gusta verlos vivos correteando por las praderas. Y las diminutas islitas del pacífico son una perdedera de tiempo y dinero.
Por este lado del mundo la oferta es tan pobre como las políticas represivas de sus gobernantes. A México no voy ni por el carajo. Argentina, qué boludes. Brasil, quizás en el mundial. Los otros países, es lo mismo que quedarse en Colombia. Y ¿por qué no quedarme aquí, en mi amada tierra? Recorrerla de sur a norte, de oriente a occidente. Miremos como está la patria: el sur es toda una selva expropiada antaño por la guerrilla, hoy por las multinacionales. Los llanos están tan cerca de Venezuela que no puedo evitar taparme la nariz cuando paso por allí. En el litoral pacífico juega el elemento racial. En el eje cafetero y Valle del Cauca están todos los cafetales e ingenios de mis colegas y qué desgana pasearse en sus puras sangres y bailar con el séquito de niñas a su servicio y disimular no darse cuenta de nada. En Bogotá vive y gobierna Petro. En Antioquia es de donde quiero salir, además está allí mi amigo Uribe y no quisiera importunarlo con mis halagos. En la Costa Atlántica, una Cartagena atiborrada y sin damas de compañía. Barranquilla antes era atractiva, cuando se paseaban por sus calles Shakira y Sofía Vergara. La Guajira es más de Venezuela. San Andrés perdido en el mapa y sin mar. Quedaba Santa Marta, que parecía perfecta mientras no me acercara a la Sierra Nevada.
Lo pensé un rato y terminé decidiéndome por esta última. En esa hermosa ciudad pasaría mis merecidas vacaciones. A la mañana siguiente hice maletas y solicité el servicio de dama de compañía, solo por cuestiones de salud. Casi no logramos salir del Olaya Herrera, problemitas con las maletas. Al llegar a la ciudad samaria nos encontramos con el detalle ecológico de la Drummond: toneladas de carbón vertido en el mar y como consecuencia no se permitía el ingreso a ningún bañista. Con mucha tristeza le dije a mi dama, una niña de 20 años: -mija vámonos para Portugal a cuidar la piernita de Falcao, porque aquí, en este país, ya no hay nada por hacer, más que tratar de ganar el mundial.

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SUEÑO EN LOS HOSPITALES (Mb-6v!)

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…Sin prisa y sin consuelo, resuelve entonces que su paciente está sano, sinvergüenza. El señor del problema se acerca a su sexto médico, éste supone pero no se atreve. Ya llegando al noveno, casi último en su agonía, entrega todo como culpa del mal de ojo. Así cualquiera resucita, para correr. Decide entonces volver a casa y quitarse su enfermedad. “Los pacientes sólo se enferman de lo que los médicos saben”.

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SERPIENTE XIX

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- Oye, Mateito ¿Por qué cuando vas a misa con tus padres, te pones a jugar y buscar cosas en tu Tableta?
- ¡Ah! Es que… Es que el Padre dijo que Dios está presente en las cosas que más amamos.



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WILLIAM SEWARD BURROUGHS (Johnky)

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Pocos nombres pueden estar tan arraigados a un número de contracorrientes como éste. El elegido, el maestro que se erige en una especie de panteón desde el cual imparte su sabiduría a todos aquellos que quieran recibirla. William S. Burroughs: politoxicómano, homosexual, desenfrenado, profeta, defensor de las armas de fuego; escritor, profesión o gusto que lo acompañó hasta el día de su muerte.  Su nombre  y legado lo posicionan como una de las figuras más transgresoras en la historia de la literatura universal. Entre algunos, de sus muchos adeptos están: Lou Reed, Bob Dylan, Patti Smith, Frank Zappa, Tom Waits, John Lennon, Ian Curtis, Kurt Cobain y un largo y quizás interminable etcétera.
Nace el 5 de febrero de 1914 en St. Louis (Estados Unidos) en el seno de una familia pequeño-burguesa. Desde muy chico mostró gran interés por la literatura y la escritura, leyendo a poetas malditos como Arthur Rimbaud, Charles Baudelaire o William Blake. A la edad de ocho años escribió sus primeras novelas, tituladas “La autobiografía del lobo” y “Carl Cranbury en Egipto”, siendo fuertemente influenciado por un libro de Jack Black llamado “No puedes ganar”. Más adelante, estudia en la Universidad de Harvard y se gradúa en literatura inglesa, luego de esto, debido a su posición social puede emprender viajes y realizar varios cursos en diversas asignaturas como medicina, antropología y psicología en distintos países como Alemania, Panamá y México, sus aventuras lo llevan desde Marruecos pasando por París o Londres e incluso la selva amazónica de Colombia, Perú y Ecuador. En dichos viajes, no desaprovechó la oportunidad de continuar ampliando sus lecturas de autores como: James Joyce, Franz Kafka o Friedrich Nietzsche; especialmente, dándole gran importancia  a conocimientos sobre la teoría psicoanalítica, la parapsicología, la telepatía, leyendo a Carl Jung, Wilhelm Reich, Spegler o L. Ron Hubbard.  Luego de graduarse de Harvard y emprender su travesía fue cuando empezó a consumir distintos tipos de droga.

“Bueno, simplemente me aburría. No parecía tener mucho interés en convertirme en un ejecutivo publicitario de éxito o en vivir el tipo de vida que te destina Harvard. La droga llenaba un vacío. Yo empecé por pura curiosidad. Luego empecé a pincharme cada vez que me apetecía. Terminé adicto”. 
Sí, durante un tiempo William, vivió de la fortuna de sus padres; pero su vida dio un giro radical. Sus gustos e inclinaciones, lo alejaron del estilo de vida burgués, llevándolo incluso a rechazarlo. Adicto a la morfina y a distintos tipos de opiáceos, encantado con las armas y la vida del bajo mundo se radicó en New York entre el hampa, los homosexuales y los expendedores de drogas. Allí, entre los años 1943 y 1944 conoce a Herbert Huncke, Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Lucien Carr, quienes más tarde serían grandes exponentes de la literatura norteamericana y darían inicio a lo que hoy se conoce como la generación Beat. Igualmente conoce a Joan Vollmer, una estudiante de periodismo amiga de Kerouac, con la que se casará en 1946 a pesar de su inclinación homosexual, a ella, drogadicta no parecía importarle mucho ese asunto. Burroughs aún no tiene la escritura como profesión. “Se mostraba reacio a compartir sueños tan extravagantes”, -asegura Allen Ginsberg, poeta “beatnik” y amigo cercano de William. Su mayor preocupación por ese entonces es la droga y lo difícil que es conseguirla debido a la fuerte persecución que sufre por parte de la policía. Estuvo en la cárcel un tiempo por falsificar recetas médicas.  Ginsberg-Kerouac y compañía, quedaron ampliamente sorprendidos por el enorme bagaje y conocimiento que poseía el viejo “Bill”, (así le gustaba ser llamado a Burroughs) cualidad que lo catapultó rápidamente a condición de hermano mayor y maestro entre los “beatniks”. Gracias a él, empezaron a interesarse por literatura como el Bhagavad-Gita, el libro Tibetano de los muertos o el Tao Te King.
Hay que esperar hasta principios de los 50´s para que “Bill” instigado por Kerouac, retomara su afición a escribir novelas. En 1953 publica “Yonki” su primera novela,  en la que relata de una manera fría, directa y minimalista su adicción; retratando las distintas vivencias y luchas para poder mantenerla. La novela fue censurada por las autoridades norteamericanas, debido a su contenido y temática “incomoda”, lo cual no impidió una publicación en formato “pulp” bajo el pseudónimo de William Lee. Poco tiempo después publica “Queer” (marica) del mismo estilo que la anterior, novela que trata, como no, de vivencias propias; sobre sus viajes por los diferentes países y las difíciles relaciones amorosas que mantiene. En 1954, enganchado completamente en la droga y huyendo de la justicia norteamericana por haber asesinado accidentalmente en 1951 a su esposa mientras practicaban en completo estado de embriaguez el célebre número de Guillermo Tell. Termina instalado en Tánger (Marruecos) lugar en el que seguramente vivió los años más difíciles y sórdidos de su vida, debido a su fuerte adicción a la heroína.  
Entre los años 1954 y 1958 vive en Tánger, un período de tiempo soporífero que le impide continuar escribiendo de manera constante, dando como resultado algunos textos inconexos que escribiría en medio de alucinaciones causadas por su extrema condición de adicto.  

“Desperté de la Enfermedad a los cuarenta y cinco años, sereno, cuerdo y en bastante buen estado de salud, a no ser por un hígado algo resentido y ese aspecto de llevar la carne de prestado que tienen todos los que sobreviven a la Enfermedad... La mayoría de esos supervivientes no recuerdan su delirio con detalle. Al parecer, yo tomé notas detalladas sobre la Enfermedad y el delirio. No tengo un recuerdo preciso de haber escrito las notas publicadas ahora con el título de EL ALMUERZO DESNUDO. El título fue sugerido por Jack Kerouac. Hasta mi reciente recuperación no comprendí lo que significaba exactamente lo que dicen sus palabras: ALMUERZO DESNUDO: un instante helado en el que todos ven lo que hay en la punta de sus tenedores.
La Enfermedad es la adicción a la droga y yo fui adicto durante quince años. Cuando digo adicto quiero decir adicto a la droga (término genérico para el opio y/o sus derivados, incluyendo todos los sintéticos, del demerol al palfium). He consumido la droga bajo muchas formas: morfina, heroína, dilaudid, eucodal, pantopón, diccodid, diosane, opio, demerol, dolofina, palfium. La he fumado, comido, aspirado, inyectado en vena-piel-músculo, introducido en supositorios rectales. La aguja no es importante. Tanto da que la aspires, la fumes, la comas o te la metas por el culo, el resultado es el mismo: adicción”.

De esta manera inicia la introducción de la que será su tercera novela. En 1957 recuperado parcialmente de su adicción, termina de escribir y dar forma (utilizando algunos de esos fragmentos) la que es considerada por muchos su obra maestra “Naked Lunch” (Almuerzo desnudo). Novela inconexa y de difícil lectura que carece de tema central, inicio, nudo o desenlace; desarrollada bajo una prosa filosa, directa y “obscena” en ocasiones (dependiendo de la tolerancia de cada lector a cierto tipo de temas). “No pretendo imponer relato, argumento, continuidad… No pretendo entretener”. En esta novela el viejo “Bill”, no sólo rompe con las reglas del lenguaje y la correcta forma de escribir; (sin saberlo, había utilizado la técnica del cut-up, fold-in, splice-in. Técnicas de escritura que le ayudarían más adelante en su cruzada contra el lenguaje), sino también con la moral de la humanidad, los entes de control gubernamentales, el lavado de cerebro por parte de los medios de comunicación y los políticos; la censura contra drogas, el espionaje entre naciones y la dominación de la tecnología sobre el hombre. “Almuerzo desnudo” es publicada en 1959, despertando inmediatamente conmoción, rechazo y censura por parte de las autoridades norteamericanas. Antony Burgess (sí, el que escribió “La naranja mecánica”) y  Norman Mailer, fueron algunos en descubrir tempranamente y apoyar la obra de William Burroughs.

En 1960, lejos de las repercusiones que su novela suscita en Estados Unidos, se establece en Londres, con algunas visitas a París, fue allí, junto a su amigo el pintor, escritor y músico Brion Gysin donde perfeccionó la técnica del cut-up. Gysin, en una ocasión le dijo a Burroughs que “la literatura estaba cincuenta años atrasada con respecto a la pintura”, y le sugirió empezar a experimentar con métodos de vanguardia como la técnica del collage, utilizada por los dadaístas y la técnica de escritura automática usada por los surrealistas; para crear y llevar la escritura a un nuevo nivel. Burroughs, sin perder tiempo empieza a aplicar esta manera de crear literatura, siempre con la idea principal de doblegar al propio lenguaje, dando como resultado a la trilogía Nova: “La máquina blanda” (1961), “El tiquet que explotó” (1962) y “Expreso nova” (1964) novelas distópicas, altamente permeadas por la paranoia tecnológica, el espionaje, el abuso de poder por parte de los entes de control;  no por nada, William es tan valorado entre los círculos de la literatura Cyberpunk.

A lo largo de los años 70´s, hasta el día de su muerte, William continúo escribiendo hasta completar un total de 16 novelas y 6 recopilaciones de cuentos; coleccionando a medida en que trascurría el tiempo a más y más admiradores de su obra, también incursionó en campos como la pintura, la música y el cine. Grabó discos con artistas como: David Bowie, Frank Zappa , Tom Waits , New Order , The Jesús & Mary Chain, Henry Rollins, Blondie, Jimmy Page, Joe Strummer, Michael Stipe. Aparece en la carátula del disco de los Beatles, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (al lado derecho de la Monroe). Actuó en un papel secundario en “Drugstore Cowboy” dirigida por el cineasta Gus Van Sant, así mismo el canadiense David Cronenberg llevó al cine una adaptación de “Naked lunch”, film que toma algunos elementos del libro y los combina con episodios reales de la vida de Burroughs. Escribió el guión del cortometraje “La navidad de un Yonki” dirigido por Martin Scorsese. En 1990 salió “Dead City Radio”, una colección de lecturas respaldadas por música de Sonic Youth y John Cale. Hace una breve aparición en el video de la banda U2 “Last night on Earth”.

William S. Burroughs muere el 2 de agosto de 1997 de un ataque al corazón mientras dormía, a la increíble edad de 83 años (para alguien con antecedentes como los suyos). Es innegable el legado que a su paso por esta tierra dejó. Sí, si el viejo estuviera vivo, este mes habría cumplido el centenario de años.

Salú viejo

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CONTRAPORTADA 14

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