DÓNDE ENTERRAR LOS NIÑOS QUE MATAMOS (Mb-6v!)

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Tierno entierro que vocifera, el escándalo de la sangre nos delata ante cualquier mirada, los matamos, pero igual estaban muertos, o iban a morir. Verán, ellos no sabían nada del mundo este, algún día crecerían y llegarían a cualquier camino denigrante, pasarían por malos tratos y terminarían asesinados en otras manos, al menos nosotros fuimos cuidadosos, no sufrieron ni supieron de su muerte. Muchos nos señalaron al ver allí los cuerpos mal enterrados, fuimos rebeldes y descuidados, de cualquier modo han de saberse las cosas. No recuerdo con certeza el día, pero cuando fue, eran felices; a lo mejor fuimos precoces y nos adelantamos demasiado, nos dimos cuenta de eso al calcinar  sus pertenencias, demasiada inocencia en un solo fuego de tantos carbones. Pienso a veces que quedaron vivos, o no los matamos, o no los enterramos, o nada. Se escuchan las voces del ayer en cualquier forma infantil de otras tierras, que no podemos matar nosotros aunque quisiéramos. Revientan los ecos desde cualquier parte, se ahogan astronautas, se estrellan los carros, se olvidan las canciones, se regalan los trajes, aparecen las sopas en nuestro menú; amamos lo que odiábamos, antes de odiar lo que amábamos; elongación ósea, amaneceres sin ficción. Traumática metamorfosis de la malteada en café, de las responsabilidades en… responsabilidades, de agudo a grave, de nave a pie, del perdón al olvido, de lo paciente a lo destructivo y lo inocente a lo mundano. Yo maté tantos que olvido cuántos, ya no más llantos y así descanso; enterré los míos en este cuerpo y escarban algarabías, no exhumo ni a lo infinito, ni a lo corto volver a ello, yo vivo más bien dentro de otro niño, que se revuelca como un entierro.

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