CADENCIA SIN ABISMO (Mb-6v!)
“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía?
Para eso, sirve para caminar”
Eduardo Galeano
Dejarse caer es caminar. Uno anticipa la gravedad con un paso nuevo y este repetir, como un reflejo debería alejarnos del suelo, casi siempre. Desde muy pequeños sabemos de arrastrarnos como único método de la voluntad, el destino pinta ser cualquier lejanía de la quietud misma a lo más llamativo. Crecer era moverse, jugar era volarse de las estatuas, explorar sigue siendo un viaje que, aunque no amerita el movimiento, necesita lo aprendido para largar el imaginar a otra creación.
Los extremos nos pesan por el reposo y ahora que lo vemos, estar en brazos tanto tiempo debe ser aburrido. Por ello, de vez en mucho nos echamos a rodar.
La marcha es así, casi involuntaria como respirar, latir el corazón o equivocarse. Uno comienza por nacer y patalear; está escrito en esas cadenas larguísimas que nos construyen. La motricidad manifiesta la viveza y patrocina los berrinches del hambre o la incomodidad. Nos aburrimos del encierro y las barandas ponen en firme el paso, así como paredes, taburetes, mesas o cualquier objeto que se deje agarrar de esas manos que secuestran todo y que brindan firmeza para constituir un polígono de sustentación que soporte la postura.
El enemigo de las rutas infantiles e intentos de destino que no dejan emerger, vaivenir y llegar intacto es, ha sido y será esa fuerza física de la atracción hacia el centro de la tierra: la gravedad. Normalmente, en la marcha, el centro de gravedad se desplaza hacia arriba y hacia abajo conforme se avanza de manera rítmica.
Quienes participan de la marcha son estructuras anatómicamente tan funcionales que uno podría pensar en idéntica copia de la mecánica y no del otro modo: Los músculos como el tejido contráctil que traducen fuerza, tendones que se insertan a huesos como prolongación de los músculos, articulaciones como centro del movimiento, ligamentos que estabilizan las articulaciones y huesos como rígido soporte del desplazamiento; una máquina se aproxima al mejor intento de ser un humano magnificando esfuerzos.
El movimiento es voluntad, luego un impulso en la corteza motora cerebral descarga una señal eléctrica a través de nervios que descienden a velocidad incontable, llegando a la unión neuromuscular para estimular finalmente la contracción que, al acortar el músculo desde un origen en un hueso hasta la inserción en otro próximo, genera el movimiento. Así la marcha es un movimiento rítmico, motivado y dirigido que requiere actividad de los miembros inferiores y mantener el equilibrio.
La marcha la podemos dividir en dos fases básicas, la primera de apoyo y la segunda de balanceo, también llamada avance. La fase de apoyo se refiere al contacto directo con el suelo y la de balanceo al movimiento de la extremidad sin apoyo. Ambas fases son temporales y se alternan conformando un ciclo.
La fase de apoyo se divide en intervalos fisiológicamente significativos que se describen así: apoyo de talón, apoyo completo de la planta, apoyo medio, elevación del talón y despegue del pie. Esta fase se clasifica asimismo en apoyo sencillo y en apoyo doble. El primero se refiere a, sólo un pie en suelo, mientras que en el doble se apoyan ambos. Aquí resaltamos que, a diferencia de caminar, correr es la ausencia de doble apoyo.
El balanceo implica “aventarse” y oponerse a la caída convirtiéndose luego en un apoyo. A continuación se describen tres momentos: Aceleración apenas se deja el contacto con el suelo, balanceo medio que hace forma de péndulo y desaceleración próxima a convenir el apoyo.
No conviene pensar en cada fase y en cada paso si tenemos un destino, pero pasamos por alto un proceso que marcó el reflejo del apoyo para abortar la caída. Nos habrá costado muchos desplomos desarrollar esta habilidad, pero fueron bien valiosos.
Hoy la ciencia brinda óptimas prótesis que replican la biomecánica del movimiento y la postura, permitiendo así restaurar lo que por nacimiento o pérdida ha impedido hacer distancia a partir del impulso primero de la voluntad. No a muchos pasos, la ciencia permitirá desplazarse a quién nunca lo ha hecho.
Ahora, caminar es no caer, dejarse caer es el primer paso y muchos pasos son camino.
Evaluacion clinico
funcional del movimiento corporal humano. Javier Daza Lesmes. Bogotá :
Editorial Médica Panamericana , 2007. 348 p
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada
(
Atom
)
No hay comentarios. :
Publicar un comentario