SUEÑO EN LOS HOSPITALES: LA VOZ NO ESTÁ (Mb-6v!)

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Dibujo por: Catalina Restrepo
Estaba seguro de que me entendía, pues eso demostraba al asentir o sacudir su cabeza a mis preguntas. Derramaba la impotencia en gotas tan finas que no se desintegraban al rastro de las arrugas cuando la respuesta reclamaba otra cosa además de un sí o un no. Su dimensión de la expresión era cortísima, si la había.
Su ingreso al hospital fue trágico, primero porque la distancia que se cortó a cuatro patas, estaba empedrada, húmeda y lastimada. Luego la admisión requería de un motivo bien convincente para ser atendido de urgencia y éste no parecía expresarse. Su manifestación fue agitarse, señalarse la ausencia y esperar una interpretación brillante a su charada en ojo clínico.
No había tal producción de su queja. Quería gritarlo, pero puñetiaba las burbujas del diálogo, algo se contenía como un desespero: una represa de palabras que prometía al desagüe un escándalo eterno.
Su edad suponía ya algunos pesares que no negaban atención. Tanto fue que numerosas personas se amontonaron para acertar una comprensión decente. El pasillo estorbaba, para algunos la situación fue un reto y para otros la burla. ¿Por qué sencillamente no escribir si acaso hay algo? tampoco hubo voz en su mano. Mucho qué decir. 
Más tarde, en la noche adulta, una mujer de agradable aspecto entra pantano a la sala de espera y quita lo aburrido de ese blanco y frio congelar. Manifiesta haber recibido queja de quien es su hombre y se apuraba reclamarlo porque no llegaba a casa. 
Aquí es cuando yo llego, celebro su heroica manifestación y le acompaño al cuarto donde está él. Le explico el disparate de nuestra ignorancia y califica tal como inepto, acierto. Reprocha el acto médico. 
Su perspectiva es clara, ella es el lenguaje de un hombre que la mira y cuya ausencia duele y hace retorcer el entresijo. Él vomita y hay descanso, pero ni una palabra en los despojos. 
Luego, las palabras de ella, provocan una sonrisa en su hombre y miran ambos de reojo nuestra sorpresa. Lo sabe todo en un instante y golpea nuestra parsimonia. Bastó conocer su interpretación para confirmar el diagnóstico y referirlos, al instante, a un hospital más complejo. 
Nunca faltó la voz. Ella solo leyó su mirada como quien conoce por completo toda parte del amor o la rutina.
Diagnóstico: Afasia.

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