CONTINUIDAD A DOS MANOS (Urraca)
A las once de la noche, puso punto final a su cuento, el cual debía entregar al día siguiente para su publicación en el periódico local. Se sentía fatigado y decidió descansar. Extrajo un par de cervezas del refrigerador. No había comido, pero no tenía hambre. Últimamente no dormía mucho. Entró a su dormitorio e intentó dormir un poco, sabía que el día siguiente estaría agitado.
Era muy extraño como se repetían las cosas de una vida a otra. Hace tres meses viviendo en otro país, se sintió inconforme y molesto con la vida que llevaba, y decidió volver a su ciudad natal y recuperar su antiguo trabajo de cuentista en el periódico local. Definitivamente no pudo. No fue capaz de dormir, se levantó y encendió la tele. La observaba descuidadamente mientras pensaba. Le gustaba pensar, pero a veces era difícil ser honesto consigo mismo. Había dolor mezclado con placer. ¿Cómo hubiera sido su vida con Dennis? Aquella mujer a la que amaba. Pensaba en todo, pero en su mayoría, en ella. Impulsiva, hábil, ardorosa, perceptiva, difícil. ¡Cuántos años sin verla, sin saber de ella! Había envejecido también. Tenía los cabellos blancos y escasos, sus acechantes y profundos ojos se habían vuelto pequeños. ¿Habrían alcanzado la felicidad después de todo o por lo menos una paz aceptable? Pensaba mientras pasaba abruptamente los canales de televisión.
Lo más seguro es que habrían terminado viajando juntos de pueblo en pueblo, habrían recibido en su casa a viejos amigos y compartirían vino en las noches frías con preludios de Schubert y quizá ruda música alemana. ¡Qué juntos y que separados han vivido! ¿Habrá valido la pena dejar un país atrás, una hermosa mujer y un tedioso empleo, solo por retornar a tu pasado, a tu origen, a lo que creíste que nunca dejarías y siempre temiste perder? ¿Estás otra vez de nuevo aquí, solo por temor, por costumbre? Eran preguntas que lo agobiaban y rondaban, tal vez era la explicación a su falta de sueño. “Todo esto nos hemos perdido Dennis, también amo tu inestabilidad, desorden e impertinencia”. Escribió estas palabras en un pedazo de papel, apagó la luz para invocar el sueño, había desasosiego en sus ojos… “Pero ya no será así” -Se dijo para sus adentros- “Pero ya no será así”.
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