SIN OBJETO ALGUNO (TOMA DOS) (Andrés Pérez)
Delante de mí, tenía a una mujer que lagrimeaba junto a la bocina del teléfono público en una esquina cualquiera del pueblo, que ya no es pueblo sino un sucio y triste suburbio sumergido en el smog y la falsa prosperidad de unos pocos. Al parecer, la varita mágica de don Próspero no había favorecido a la pobre muchacha que entre sollozos musitaba palabras acompañadas de signos de interrogación. El juego de hacerle preguntas al otro, al mutismo e indiferencia del otro. Juego que a veces no sirve para nada, la mentira se viste con los harapos de las palabras que forman rancias frases. Mentirle al otro es lo más fácil, pero mentirse a sí mismo es jodido. Jodido está el sujeto al otro lado de la línea con la ráfaga infinita de monedas que posee la chica y la perorata de sus labios carmesí como estrellas japonesas. El individuo telefónico, macho alfa dominante del sector, debe estar que se desgarra su propio vientre con la espada de un samurái que, anda descalzo por las calles de Tokio pidiendo limosna para tomarse un sakí, ya que no se puede matar con la dignidad de todo guerrero japonés, pues cuando viajó a Colombia a dictar un curso de Samurái a los hombres de machete, carriel y metralletas; le robaron su espada que hoy reposa en la habitación de un hombre hablando por teléfono con la mujer histérica que alguna vez soñó con viajar al Japón, y casarse con un samurái quien tuviera una gran espada. Pero el japonés ya no tiene espada, el hombre alfa no es capaz de matarse y ella ya no tiene sueños nipones y monedas para despacharse contra un ladrón de espadas. De repente, giro de 180º sobre unos tacones rojos, el vestido floreado cubriendo la silueta curveada de un cuerpo rebosante de sensualidad, expresada en esa mirada salvaje de ojos encharcados y labios suavemente acariciados por el pintalabios, entreabriéndose lentamente para dejar escapar un dulce y dictatorial: me prestas una moneda, y Yo completo idiota anonadado llevo mi mano al bolsillo, extraigo el metal sin fijarme en su valor y la deposito en sus suaves manos. De nuevo giro de 180º, la moneda al teléfono rojo de la carrera 14, ráfaga de insultos: sos un perro hijueputa malparido grandísimo maricón, y te espero esta noche en la casa. Fin, y suspirando de amor o rencor, cuelga el teléfono. Y sin decir gracias da media vuelta, encamina sus pasos hacia la calle 8 y desaparece al doblar la esquina. Atontado, sin aliento y embargado de unas ganas profundas de… joven va a llamar o va dejar de estorbar. Viejita cascarrabias. Claro que voy a llamar, no ve que estoy haciendo la fila. Descuelgo el teléfono, la bocina aún conserva su perfume floreado. Marco los números, repica y repica. Al lado la viejecilla y sus orejas atentas para recoger el chisme y regarlo con sus amigas en la misa de la tarde, celebrada por el cura desocupado que en el momento gatea por la ventanilla de la casa cural a las muchachas del colegio.
Al fin contestan. Una voz recia y de mando: diga. No había mucho por decir, por digar, más bien había mucho que mendigar. Solamente dije: si buenos días para el trabajo de profesor de historia. Y la voz recia a secas no más dijo: ahora no tenemos nada, la vacante fue ocupada la semana pasada. Si quiere déjeme sus datos, los ingreso al sistema y apenas resulte algo lo llamamos. Me van a llamar, increíble. Bueno lo he intentado, mañana será otro día, como dijo el filósofo.
Mientras tanto continuemos con el mierdero de hoy, el reloj de la iglesia marcaba las 11 de la mañana y tenía hambre, recordé que no había desayunado y no tenía nada en la nevera. En la tienda de la esquina compré un pan y un salchichón, aliméntate con confianza, rezaba la publicidad de los productos cárnicos refrigerados. Benditos los privilegiados vegetarianos que se evitan comer esta basura. Me caen tan mal los vegetarianos, son tan idiotas, cuando uno está comiendo carne lo miran como si estuviera cometiendo un delito, se creen mejores porque comen vegetales, buenos porque no comen animalitos y con el divino juicio de condenar a los carnívoros. ¡Ah! sátrapas vegetativas parasitarias no me mires comer el salchichón o sí, observa como devoro el trozo de vaca mezclado con cartón y harina. Como mis dientes lo trituran y masacran el pobre pedazo de animal. Ridículos. Desconocen que los vegetales y las frutas son también seres vivos. Van a tener que comer aire. Lo estaremos llamando, vegetariano debe ser. Un momento, stop. ¿Qué pasa? ¿Dónde quedó la actitud positiva del maestro J Mario?, ¿dónde quedó el buen ciudadano que convive tolerantemente con sus hermanos, dónde el prójimo que coloca la otra mejilla? Aquí estoy a tus rodillas. ¡Oh señor! Pido perdón, no vuelvo a levantar falso testimonio contra mis hermanos los vegetas, que estúpido soy. Dejaré que ellos me condenen, porque ellos tienen la razón. Comer carne es malo, malísimo y debo pagar por ello. Seré vegetariano, está de moda serlo, igual que ser marica. ¡Ah pero esto si no maestro J Mario! Ud. mejor que yo sabe lo que es una mujer. Vegetariano soy, soy bueno por ser vegetariano, amo a los animales mas no recojo los perros que hay en la calle. Cuido a mi perro como si fuera mi madre, mientras dejo morir a mi mamá en la otra habitación. Esa es la humanidad, dejad que todos los animales vengan a mí, amaos unos a otros y hay de aquellos que comen carne y se acuestan con mujeres ajenas, porque suyo no será el reino de los cielos. Amén, ámense. Tiro el salchichón por la ventana, un momento, eso es anti-ecologista. Debo ser ecologista, está de moda serlo. Todo está de moda, todo está IN. Ser anti-político, está IN, ser poeta enmarihuanado IN, ser gay es IN y las mujeres te aprecian más. Pero seguimos tomando Coca-Cola, comprando artilugios tecnológicos que se alimentan con la sangre de África, continuamos rindiendo culto a este sistema que devasta bosques y animales, estamos tan cómodos en éste, nos creemos rebeldes y no somos más que unos niños mimados solicitando la teta del sistema. Para qué más. Mañana los titiriteros nos dirán que está de moda ser guerrillero y todos lo seremos. Circo y payasos al por mayor. Soy vegetariano, soy ecologista, soy poeta enmarihuanado, soy bisexual, soy anti-político, soy el producto acabado de un sistema parido de retrasados mentales.
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