LE PETIT CHEVALIER (Psyquest)
El autor recomienda leer el texto junto con la canción “Night at Eggersberg” de Blackmore’s Night.
Primera parte
Empuñando fuertemente su estropeado lápiz, deseaba fervorosamente alcanzar la inmortalidad, buscando plasmar algo de su ser en las amarillentas páginas de su viejo diario de campo de la escuela. Sus ojos brillaban tanto como el candelabro que ilumina el ático, el cual es el refugio perfecto para todo pequeño envuelto en una intensa guerra entre los villanos del callejón Duende gris 26 A -los más temidos por los chicos de toda la comarca- y los fieles superhéroes de su cuarto, centinelas de épicos sueños velados día y noche desde que posee la suficiente imaginación para temer de lo que ésta misma cre.
Osaba declararse un guerrero, con una armadura dispuesta para la agónica batalla que debía vivir a diario en el granero de su padre o en el frondoso pastizal de los neuróticos vecinos. Poseía una dotada armadura de particulares cualidades que le hacían sentirse el mejor armado de todos los pequeños caballeros como él, que aún audazmente sobrevivían a su fuente de vida y peligro: su imaginación.
Cuando el poderoso olfato de su cachorro sabueso le advierte de la amenaza, él se aferra a su corpulento escudo con el cual se protege de sus viles adversarios, denominado también “cuaderno de dibujo” en su lista de útiles. En menos de un parpadear, enfunda vigorosamente su espada, objeto largo y amenazadoramente cortopunzante capaz de salpicar con largos trazos heridas fatales, llamado antipáticamente por los adultos como “el lápiz de dibujo de la escuela”. ¡Pero no! Eso no era un simple lápiz, simplemente era la fachada de una poderosa arma que tanto los grandes ingenuamente utilizan para rayar cosas aburridas: con éste, él le da vida a un mundo que habita su cuerpo desde su dedo meñique del pie hasta sus cabellos ligeramente enredados entre rizo y rizo, que atraviesa su alma, que casi aspira su hálito vital frenéticamente, el cual se desplaza mágicamente de su mente a su cuerpo, agitando su mano izquierda de un lado para otro formando incontables sucesiones de letras agrupadas hasta plasmar la historia en el desgastado papel, similar a un pergamino.
Le Petit Chevalier –con el pseudónimo de Aldair, impuesto por sus padres al nacer, el cual utiliza para no ser descubierto en el mundo Blanco y Negro- busca empedernidamente obtener los colores fundamentales del arcoíris, el cual cada uno le otorga una habilidad diferente para enfrentar las diversos poderes usados por los villanos del callejón del Duende Gris; cada uno de estos enfrascado en la forma de un lápiz común, perdidos entre todos lo que existen en la comarca.
Ahora, Aldair se dispone a escribir, en un pequeño escritorio bajo la lúgubre luz del candelabro del ático sus primeras andanzas: Agosto 25 de 1913, 09: 43 pm. Hola. Alguna vez mi abuelo me dijo: “La existencia es habitar una infinidad de mundos permanentemente sedientos de ser pintados por tus palabras”. A continuación os relataré uno de tantos…
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