45 EN 1460 (Johnny C.)

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 ...”pero cuando me mira distingo, como siempre, el odio y el miedo, las únicas cosas que ella no puede esconderme, las únicas que tal vez importen en nuestras relaciones”.
J. C. Onetti



No había razones para no hacerlo. Total, por qué no. Qué decís. Las agujas del reloj nunca se cansan de avanzar. Tercas. ¿Pero? Pero a medida que avanzan, las oportunidades de cualquier cosa o intento se hacen más escasas, engendrado a su paso un bichito que impide cualquier brote, el nacimiento de algo para lo cual ya no existen nutrientes o la temporada ha pasado. Y eso no es bueno, debido a que se sufre por consentimiento. O sin él. Nadie esta hablando de dolor. No sé, es sólo que… ¿Qué? No, nada, no importa; déjalo así, de pronto se me enredó el pensamiento y la lengua no supo cómo hablar eso. Fallas del habla que por más que se esfuerce no es capaz de expresarse. A veces sucede que ni siquiera alcanza el mínimo necesario. Como los caminos. No, como los complicados senderos que se recorren. Algunos con empeño, otros con desprecio. Sí; pero yo no me refería a eso. Lo sé.

Sucedió que el clima no era el mejor, que esas negras y virulentas nubes, amenazaban con descargar agua tóxica sobre los campos. El tiempo ese, estaba dispuesto a impedir cualquier tipo de avance, condenándolo todo antes de emprender  cualquier movimiento. También es factible el miedo generado, las frías y tal vez innecesarias palabras, el desentendimiento; incluso la noción real de desprecio que alimentaba lentamente las ideas y conclusiones de un error.

¿No crees que sea peligroso? ¿Para qué o quién? No te hagas, vos sabes exactamente de lo que te estoy hablando. Te referís, a que posiblemente nos tome por sorpresa el hecho que todo o nada sea real; y al fin terminemos completamente ignorados. Sí, algo así, siempre visto desde la perspectiva, en la cual se podría engendrar un daño mayor y muy seguramente irreparable; es peligroso. Si a esas vamos, digo que el sólo hecho de levantarse en las mañanas es altamente perjudicial. Vos no tomas nunca nada en serio, mira que no bromeo y considero esto una apuesta de “all in”. Yo también. Es una linda tarde y el sol parece haberte estropeado el cerebro. No, no jodas, para eso hay mejores cosas; simplemente digo que cualquier intento de reciprocidad es potencialmente dañino para la salud mental. ¿Ves? Es lo que te digo, y no te importa agarrarlo tan a la ligera, ¿Tenes un cigarrillo? Sí, pero mejor ordenamos más café. Y pensar que esto ya se había dado como un asunto perdido. ¿Qué? Fumar. ¡Ah! No, tal vez. Digo Sí, eso también. Yo no lo creo así. Sí, te digo que los archivos y papeles, se extraviaron en una de esas bodegas arrinconadas a las afueras de la ciudad. De todas formas, el camino es largo y no hay nada que perder. En eso sí te equivocas, no, no me mires así; sabes perfectamente de lo que te hablo. No creo que sea para tanto. ¡Yo, sí!

Tanto tiempo perdido entre brumas ociosas, en falsos estares o pormenores, en bruscos sentimientos de impotencia y estúpida rebeldía. Pero eso no tiene nada que ver, tal vez sí, los lentos paseos infructuosos por las calles y bares, con la mirada perdida en ese cúmulo de masas palpitantes y sudorosas que siempre lo arruinan todo. El emprendimiento terco de tareas que no conllevan a nada aparentemente necesario o valioso, a algo en lo que se pueda presumir que se invierte el tiempo; las largas y pegachentas noches de inactividad autoproclamada. El presentir pesado y hastiado de la sangre mientras transita y con ella reparte el deseo por cada rincón del tiempo, del espacio y del ser. Y pasa, que ya nada pasaba, enmudecido en un mundo que te obliga a gritar para existir; a estar sin estarlo concibiendo la perfecta máscara de la mentira, tras tratados no leídos y manifiestos escritos por otros. La línea del tren parecía haber terminado entre colillas de cigarrillo, escupitajos y pequeñas danzas de papeles huérfanos que levantaba el viento. La última estación, olvido de todo cuanto pudo haber existido y en una de esas tal vez existió. Pérdida de confianza en el abandono mientras la luz titila y los rincones de la habitación se separan tanto que se pierden a la vista, dejando que el vacío empiece con su lenta pero paulatina manera de hacerse con todo. Y no quedan más que objetos inanimados, fríos y desoladores. Ya no puedes distinguir si eres un muerto entre los vivos o un vivo entre tantos muertos asfixiándose con el fétido olor y el desalentador panorama que ofrecen los distintos escenarios. El tiempo parecía haber expirado arrancando el recuerdo de la piel, el aroma del cuello; dejando que poco a poco la ilusión se fuera descascarando como pintura de una vieja pared.

Es una locura, sabes. ¿Qué? ¡Esto! Me refiero a esto; porque podría terminar mal y eso es lo último que quiero. Todo tiene un final, unos lindos, otros no tanto. Fuego, es como fuego; estarías dispuesto a jugar con fuego. Empapado en gasolina. Vos no tenés remedio. El doctor dijo que durmiendo un poco más, todo mejoraría. Estás loco. Sólo por las tardes y en los días martes, jueves, sábados, miércoles y viernes. ¿Qué pasa con los otros días? Estoy como muerto. Yo creo que cualquier día es lindo para morirse, excepto hoy. Yo entiendo todo eso que decís… ¿Qué les sirvo? ¿Más café? ¡Claro! Por qué no. Entonces, más café. ¿En qué estaba? Mmm… En la locura. ¡Ah! Sí, eso; no me importa, porque los únicos que abren camino están deschavetados, el resto solo se dedica a hacer fila en completo silencio hasta el matadero.

La permanencia siempre requerida y aceptada, buscando estar solos y juntos en la lejanía de cuerpos y caricias; en el olvido de formas e ideas movidas por un viejo juego de papeles o roles que secretamente se admitieron sobre la marcha, y se fueron construyendo, analizando, derrocando, vueltos a revisar  y empezar con idénticas piezas puestas de otra manera. Sin importar que se haya, como era absolutamente necesario y requerido, haber incursionado en otros títulos, en búsquedas de otros mundos y formas inexploradas. Todo como una secreta admisión del fin. El olvido del funeral, al cual no se estuvo seguro de asistir, porque los recuerdos son vagos o inventados en la planicie de lo que parecía que nada fuera a ser.

De cualquier manera sin importar el riesgo. O el pasado. Sí, eso también, muy importante. No hay razón que detenga o impida, que aclare o resuelva lo que podría ser. Entonces, la idea primaria es simplemente continuar, pero sin desembocarse con fuerza sobre ese mar oscuro y desconocido. No te olvides de que está repleto de feroces bestias dispuestas a acabar con todo lo que llegue. Quizás así, la idea sea no llegar. Ya se dijo, continuar; porque el camino es largo y las metas, son sólo ideales que a veces no se alcanzan. Y otras, son verdaderas, solo por un instante. Puede ser que… ¿Qué? No, nada. Es mejor darle paso al silencio y que todo tome la forma que deba alcanzar.

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