PORTADA-DIMENSIÓN 20, agosto de 2013
“La lectura hace al hombre completo; la conversación, ágil, y el escribir, preciso”.
Sir Francis Bacon
Sir Francis Bacon
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6:06 p.m.
DIMENSIÓN 20
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¡Cuánto deseo! que un día, caiga un avión sobre la casa azul de mi vecina, no tengo rencores con ella ni odio los aviones, pero me emociona que la vida sea útil y se deje llenar un poco de enternecedores sucesos
Nací cuando tenía siete, cuando supe nombrar, consciente y sin desvelos, el incendio que intrigó mi casa en la inocencia y la maldad, corrí para esconderme e inventar la historia que nunca existió; pero que todos terminaron por creer. Decidí que imaginar es mejor cuando a falta de juguetes, empleaba mis dedos para imitar la gracia y para evolucionarlos en un puñal que escribe con tinta la ilusión que yo veía y no me deja estar ciego. Cuando aprendí a leer, me torturaron con profundas novelas primitivas que odio hasta el momento y me estreché en el amparo de la brevedad, en la minificción, en los microrrelatos, en los cuentos cortos, breves, inmediatos, imposibles, vagos; en lo que los he convertido por el antojo desafinado, como quien hace de su mejor camisa un desecho, por eso del capricho. Me dejé destripar por lo extraño, pues la imaginación de un niño no es cualquiera cuando vive en un nicho selvático donde lo que no es, parece: las sombras recostadas haciendo de algunos monstruos mediocres, ruidos hambrientos como amenazas y un olor característico de la noche que describo fantasmal. Entonces así, de manera natural –no tan verde- me volví un fantasmagórico oral, de eso de escribir ni sabía, mi letra apestaba el arrebato más lúcido. Me fui uniendo a ciertos personajes que proponían en corto tiempo montar una historia infinita, sin necesidad de la tortura.
Sin máquinas del tiempo ni catalizadores del amanecer, Monterroso me trajo de visita a un dinosaurio imponente y extravagante, asesinado por “El emigrante” de Lomelí, cuento corto que como estampida meteórica extinguió el tradicional monumento: “¿Olvida usted algo? -¡Ojalá!”
¿Dormía el dinosaurio esperando así cambiar de paisaje? ¿Despertó el dormido aspirando exiliar el prehistórico animal? Pensaba yo desde cualquier orilla respondiendo a las cortas palabras, podía esperar marea alta y un desastre, bastando para enterrarme vivo resolviendo el nudo que se me antoje. “La Historia de las Siete Chicas Vivians, en lo que se conoce como los Reinos de lo Irreal de la Tormentosa Guerra Glandeco-Angeliniana, causada por la Rebelión de los Niños Esclavos”, basta con leer este título para idearse a uno mismo. Henry Darger además de exagerado, hiperbólico, aparatoso, escribió desde los diecinueve, silencioso y evitando contacto con cualquier nacido, porque tenía demasiadas cosas en la cabeza, porque estaba creando un mundo, o dando salida a un mundo que no se sabe de dónde venía. Porque él mismo era un dios. Fue después de muerto que encontraron dieciséis mil páginas y cientos de dibujos, y donde las niñas siendo en realidad niños eran imaginadas en escenas apocalípticas y horrorosas; descuartizamientos, estrangulamientos, evisceraciones, crucifixiones y los más brutales crímenes inimaginables. Una historia creada en ochentaiún años de vida encerrada en una habitación.
Las dos corrientes se extrapolan en la palabra, pero se unen a formar los mares que permiten ver cualquier cinta con la imaginación. Por la prisa, mi cabeza y el destiempo, sellé por lo sucinto.
Escribía ya de vez en cuando para ocupar las últimas hojas de mis apuntes, resumiendo en pocos verbos los impulsos y optando por motivar la imaginación total, en vez de otorgar los medios de cadena para una historia. Un dinosaurio sentado, una cavidad que absorbe la gravedad, torbellinos contra la angustia, literatos que no saben leer, gatos mortales, medicación de la muerte, música para matar o enternecer, amnesias inmemorables, tragedias universales y el nacimiento de un engendro. Nada es casualidad en un cerebro, pero escribir para imaginar, se me es mejor que torturar el sueño en un pocillo impredecible, no escribo yo, sino una mente hambrienta de emociones o la eventualidad de lo normal visto como un potencial de acción.
45 EN 1460 (Johnny C.)
...”pero cuando me mira distingo, como siempre, el odio y el miedo, las únicas cosas que ella no puede esconderme, las únicas que tal vez importen en nuestras relaciones”.
J. C. Onetti
J. C. Onetti
No había razones para no hacerlo. Total, por qué no. Qué decís. Las agujas del reloj nunca se cansan de avanzar. Tercas. ¿Pero? Pero a medida que avanzan, las oportunidades de cualquier cosa o intento se hacen más escasas, engendrado a su paso un bichito que impide cualquier brote, el nacimiento de algo para lo cual ya no existen nutrientes o la temporada ha pasado. Y eso no es bueno, debido a que se sufre por consentimiento. O sin él. Nadie esta hablando de dolor. No sé, es sólo que… ¿Qué? No, nada, no importa; déjalo así, de pronto se me enredó el pensamiento y la lengua no supo cómo hablar eso. Fallas del habla que por más que se esfuerce no es capaz de expresarse. A veces sucede que ni siquiera alcanza el mínimo necesario. Como los caminos. No, como los complicados senderos que se recorren. Algunos con empeño, otros con desprecio. Sí; pero yo no me refería a eso. Lo sé.
Sucedió que el clima no era el mejor, que esas negras y virulentas nubes, amenazaban con descargar agua tóxica sobre los campos. El tiempo ese, estaba dispuesto a impedir cualquier tipo de avance, condenándolo todo antes de emprender cualquier movimiento. También es factible el miedo generado, las frías y tal vez innecesarias palabras, el desentendimiento; incluso la noción real de desprecio que alimentaba lentamente las ideas y conclusiones de un error.
¿No crees que sea peligroso? ¿Para qué o quién? No te hagas, vos sabes exactamente de lo que te estoy hablando. Te referís, a que posiblemente nos tome por sorpresa el hecho que todo o nada sea real; y al fin terminemos completamente ignorados. Sí, algo así, siempre visto desde la perspectiva, en la cual se podría engendrar un daño mayor y muy seguramente irreparable; es peligroso. Si a esas vamos, digo que el sólo hecho de levantarse en las mañanas es altamente perjudicial. Vos no tomas nunca nada en serio, mira que no bromeo y considero esto una apuesta de “all in”. Yo también. Es una linda tarde y el sol parece haberte estropeado el cerebro. No, no jodas, para eso hay mejores cosas; simplemente digo que cualquier intento de reciprocidad es potencialmente dañino para la salud mental. ¿Ves? Es lo que te digo, y no te importa agarrarlo tan a la ligera, ¿Tenes un cigarrillo? Sí, pero mejor ordenamos más café. Y pensar que esto ya se había dado como un asunto perdido. ¿Qué? Fumar. ¡Ah! No, tal vez. Digo Sí, eso también. Yo no lo creo así. Sí, te digo que los archivos y papeles, se extraviaron en una de esas bodegas arrinconadas a las afueras de la ciudad. De todas formas, el camino es largo y no hay nada que perder. En eso sí te equivocas, no, no me mires así; sabes perfectamente de lo que te hablo. No creo que sea para tanto. ¡Yo, sí!
Tanto tiempo perdido entre brumas ociosas, en falsos estares o pormenores, en bruscos sentimientos de impotencia y estúpida rebeldía. Pero eso no tiene nada que ver, tal vez sí, los lentos paseos infructuosos por las calles y bares, con la mirada perdida en ese cúmulo de masas palpitantes y sudorosas que siempre lo arruinan todo. El emprendimiento terco de tareas que no conllevan a nada aparentemente necesario o valioso, a algo en lo que se pueda presumir que se invierte el tiempo; las largas y pegachentas noches de inactividad autoproclamada. El presentir pesado y hastiado de la sangre mientras transita y con ella reparte el deseo por cada rincón del tiempo, del espacio y del ser. Y pasa, que ya nada pasaba, enmudecido en un mundo que te obliga a gritar para existir; a estar sin estarlo concibiendo la perfecta máscara de la mentira, tras tratados no leídos y manifiestos escritos por otros. La línea del tren parecía haber terminado entre colillas de cigarrillo, escupitajos y pequeñas danzas de papeles huérfanos que levantaba el viento. La última estación, olvido de todo cuanto pudo haber existido y en una de esas tal vez existió. Pérdida de confianza en el abandono mientras la luz titila y los rincones de la habitación se separan tanto que se pierden a la vista, dejando que el vacío empiece con su lenta pero paulatina manera de hacerse con todo. Y no quedan más que objetos inanimados, fríos y desoladores. Ya no puedes distinguir si eres un muerto entre los vivos o un vivo entre tantos muertos asfixiándose con el fétido olor y el desalentador panorama que ofrecen los distintos escenarios. El tiempo parecía haber expirado arrancando el recuerdo de la piel, el aroma del cuello; dejando que poco a poco la ilusión se fuera descascarando como pintura de una vieja pared.
Es una locura, sabes. ¿Qué? ¡Esto! Me refiero a esto; porque podría terminar mal y eso es lo último que quiero. Todo tiene un final, unos lindos, otros no tanto. Fuego, es como fuego; estarías dispuesto a jugar con fuego. Empapado en gasolina. Vos no tenés remedio. El doctor dijo que durmiendo un poco más, todo mejoraría. Estás loco. Sólo por las tardes y en los días martes, jueves, sábados, miércoles y viernes. ¿Qué pasa con los otros días? Estoy como muerto. Yo creo que cualquier día es lindo para morirse, excepto hoy. Yo entiendo todo eso que decís… ¿Qué les sirvo? ¿Más café? ¡Claro! Por qué no. Entonces, más café. ¿En qué estaba? Mmm… En la locura. ¡Ah! Sí, eso; no me importa, porque los únicos que abren camino están deschavetados, el resto solo se dedica a hacer fila en completo silencio hasta el matadero.
La permanencia siempre requerida y aceptada, buscando estar solos y juntos en la lejanía de cuerpos y caricias; en el olvido de formas e ideas movidas por un viejo juego de papeles o roles que secretamente se admitieron sobre la marcha, y se fueron construyendo, analizando, derrocando, vueltos a revisar y empezar con idénticas piezas puestas de otra manera. Sin importar que se haya, como era absolutamente necesario y requerido, haber incursionado en otros títulos, en búsquedas de otros mundos y formas inexploradas. Todo como una secreta admisión del fin. El olvido del funeral, al cual no se estuvo seguro de asistir, porque los recuerdos son vagos o inventados en la planicie de lo que parecía que nada fuera a ser.
De cualquier manera sin importar el riesgo. O el pasado. Sí, eso también, muy importante. No hay razón que detenga o impida, que aclare o resuelva lo que podría ser. Entonces, la idea primaria es simplemente continuar, pero sin desembocarse con fuerza sobre ese mar oscuro y desconocido. No te olvides de que está repleto de feroces bestias dispuestas a acabar con todo lo que llegue. Quizás así, la idea sea no llegar. Ya se dijo, continuar; porque el camino es largo y las metas, son sólo ideales que a veces no se alcanzan. Y otras, son verdaderas, solo por un instante. Puede ser que… ¿Qué? No, nada. Es mejor darle paso al silencio y que todo tome la forma que deba alcanzar.
AMNESIA PERO NO OLVIDO, EJECUTOR (Mb-6v!)
…Olvidó incluso su propio nombre,
pero la culpa aún estaba intacta.
LE PETIT CHEVALIER (Psyquest)
El autor recomienda leer el texto junto con la canción “Night at Eggersberg” de Blackmore’s Night.
Primera parte
Empuñando fuertemente su estropeado lápiz, deseaba fervorosamente alcanzar la inmortalidad, buscando plasmar algo de su ser en las amarillentas páginas de su viejo diario de campo de la escuela. Sus ojos brillaban tanto como el candelabro que ilumina el ático, el cual es el refugio perfecto para todo pequeño envuelto en una intensa guerra entre los villanos del callejón Duende gris 26 A -los más temidos por los chicos de toda la comarca- y los fieles superhéroes de su cuarto, centinelas de épicos sueños velados día y noche desde que posee la suficiente imaginación para temer de lo que ésta misma cre.
Osaba declararse un guerrero, con una armadura dispuesta para la agónica batalla que debía vivir a diario en el granero de su padre o en el frondoso pastizal de los neuróticos vecinos. Poseía una dotada armadura de particulares cualidades que le hacían sentirse el mejor armado de todos los pequeños caballeros como él, que aún audazmente sobrevivían a su fuente de vida y peligro: su imaginación.
Cuando el poderoso olfato de su cachorro sabueso le advierte de la amenaza, él se aferra a su corpulento escudo con el cual se protege de sus viles adversarios, denominado también “cuaderno de dibujo” en su lista de útiles. En menos de un parpadear, enfunda vigorosamente su espada, objeto largo y amenazadoramente cortopunzante capaz de salpicar con largos trazos heridas fatales, llamado antipáticamente por los adultos como “el lápiz de dibujo de la escuela”. ¡Pero no! Eso no era un simple lápiz, simplemente era la fachada de una poderosa arma que tanto los grandes ingenuamente utilizan para rayar cosas aburridas: con éste, él le da vida a un mundo que habita su cuerpo desde su dedo meñique del pie hasta sus cabellos ligeramente enredados entre rizo y rizo, que atraviesa su alma, que casi aspira su hálito vital frenéticamente, el cual se desplaza mágicamente de su mente a su cuerpo, agitando su mano izquierda de un lado para otro formando incontables sucesiones de letras agrupadas hasta plasmar la historia en el desgastado papel, similar a un pergamino.
Le Petit Chevalier –con el pseudónimo de Aldair, impuesto por sus padres al nacer, el cual utiliza para no ser descubierto en el mundo Blanco y Negro- busca empedernidamente obtener los colores fundamentales del arcoíris, el cual cada uno le otorga una habilidad diferente para enfrentar las diversos poderes usados por los villanos del callejón del Duende Gris; cada uno de estos enfrascado en la forma de un lápiz común, perdidos entre todos lo que existen en la comarca.
Ahora, Aldair se dispone a escribir, en un pequeño escritorio bajo la lúgubre luz del candelabro del ático sus primeras andanzas: Agosto 25 de 1913, 09: 43 pm. Hola. Alguna vez mi abuelo me dijo: “La existencia es habitar una infinidad de mundos permanentemente sedientos de ser pintados por tus palabras”. A continuación os relataré uno de tantos…
SERPIENTE XVII
.. Y estos son mis diez mandamientos. Regresa con tu pueblo y enséñalos.
-Sí, mi señor.
(Cinco minutos después)
-¡¿Qué carajos?! se va uno quince minutos y ellos se pegan del primer burro que ven.
HUMO AZUL (Violeta)
Jueves 4:00 de la mañana. No tengo sueño… Estoy sentada en el borde de mi cama en calzones, enciendo un cigarrillo. Puteo el aire, suspiro. En medio de la oscuridad se alcanza a ver el humo que desprende mi tabaco y el que sale de mi boca, me paro, saco ropa… Unos jeans, una camiseta, unos tenis (no, los rotos no) Salgo. Son las 5:00, camino en medio de la noche que ya casi deja de ser noche, no tengo rumbo, estoy vacía. Entro a un café, bebo tinto, pago. Son las 6:00, hace frío. Nada, sigo vacía. Enciendo un cigarrillo, ahora puedo ver el humo azul con más claridad… Me miran, debo estar despeinada y mis ojeras hablan por sí solas. Entro a la casa, me quito la ropa. Me siento en la cama y no llega nada, hoy los pensamientos son como humo azul que se esfuma rápidamente... 7:00 a.m. He vuelto a dormir. Muero.
SOGNO AD LIBITUM (Urraca)
Los sueños en mi conciencia, están desplegados de sus extremos, ahí están, flotando en un aire tibio, seducidos por miradas dispersas que dejas en el aire. Mientras, en el exterior, en otro lugar, otro mundo, unas palpitantes manos me arrastran con aire sobrador, hacia un lugar iluminado por una luz tenue y un tanto inesperada, que hace que mis sentidos degusten el néctar de la noche.
Me cuentas vagamente la historia mientras tomas tu café, hablas de los inmigrantes de tu país, de las variadas técnicas que conoces cuando estás al piano, de la manera en que te sobresalta la soledad y la misteriosa forma en que concibes la vida alrededor del mundo. Por un instante logras cristalizar totalmente mi visión, esa que tuve días atrás mientras te imaginaba en medio de aquel océano, extasiada y ensimismada en tu propia maniobra de ser navegante y fotógrafa a la vez. Abriste las velas y navegabas en mar abierto por los sombríos corredores de mi mente, por los desconocidos perfumes de mis sueños; hacia las tierras que buscaste por tanto tiempo, y que describías con tanta fluidez en medio de sucesivas sonrisas, que aún hoy, al recordar, seducen el deseo que todavía en mí retoza.
Terminas tu café y continúas hablando de cosas banales y superfluas, del comercio de las fresas, sobre una teoría del amor que leíste en un antiguo libro, de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Miro a tus ojos en vez de seguir contemplando extasiado el movimiento de tus hábiles manos que se mueven a contrapunto con la melodía de tu voz. Mientras hablas de lienzos y acuarelas, siento un repentino desmoronamiento interior que enfría mis vértebras. Comprendo que el encanto se disipa, que ha cesado el embrujo y que la persecución de mi sueño, llega a su fin. Mi retirada de aquella mesa es inminente. En ti, el aire de vanidad aún no desaparece. Me inquieto al imaginar la sorpresa agridulce reflejada en tus ojos al momento de saber que mi deseo de libertad está vivo y que más aún, está lejos de aquella mesa, lejos de ti.
Adivinas la hecatombe que se aproxima y te levantas inmediato a pagar la cuenta, entre tanto, yo, o mejor dicho mi mente, me lleva a la seguridad incierta de mi cama. Ahora lo único que deseo es una ducha fría para calmar mi cuerpo afligido y perezoso, e intentar domesticar mi mente.
MONÓLOGOS DE UN GATO SIN-CENSURA (C. Gómez D.)
Soy un gato de ocho vidas: verán, no soy un gato. Nací de nueve formas y me fui reinventando. -Ayer no era un gato-. Me hicieron sobre el pasto y al nacer, entonces, fui arrastrado hacia los más altos vestigios de la condición humana: la envidia y la tristeza. Decidí abandonarme a las ideas y me suspendí en la imagen de un hombre un tanto más errático; que caminaba sin afanes y con los brazos menos largos. Me los corté hasta los codos. Días más tarde, hice lo propio con las piernas: ahora tengo un acopio de materia inerte apresado en las rodillas del cual me sirvo para reptar.
Me fui a los suelos y dejé los sueños bípedos desatendidos en otros hemisferios. Ahora caminar no puedo, por lo cual los brazos desmembrados me han servido como aliento para suavizar el peso de una efigie construida en cinco vidas: me dieron una por cada trozo mutilado. Entretanto, iba siendo, brevemente, despojado de las carnes que ceñían las vísceras a mi conciencia; ambas fueron extirpadas y me dieron una vida por el sexo y otra por el alma. Ahora, siete vidas se agrupaban en lo que por momentos, correspondía apenas a la silueta de un difunto venidero.
Menos hombre y más humano me iba haciendo en simultáneo. Ya las piernas desmembradas no me eran necesarias. Aun así, no podía por ahora hacerme gato. Decidí extraerme, entonces, aquello que en antaño hube elogiado. Me fui hacia los bosques y trepado sobre un árbol me llevé los ojos al averno: los penetré a cada lado con los brotes afilados de un árbol alto y desgastado.
Bajé con bastas hendiduras y sin iris o pupilas. Todo, incluso lo visto en otrora, quedó aislado de mi derrotero. Conservaba ahora, el espacio concerniente a una falsa perspectiva y, en adelante, solo a blanco y negro. Me hice dos vacíos y con ellos otras vidas. Llegué a nueve y por fin pude reinventarme: fui privado de una vida que, en definitiva, ya no me correspondía y me fundí en ocho para ser finalmente un gato.
EL SHOW DE FRANCISCO I (RH)
De entrada declaro que no comulgo con ninguna doctrina religiosa, o más exactamente con las mafias sacerdotales que encuentran en la fe de los incautos, una oportunidad de hacer millones a punta de sermones y bendiciones. Tener fe cuesta y de esto se han dado cuenta las castas sacerdotales que guían al rebaño desorientado. Pero el tema de que la jerarquía religiosa es una de las bandas criminales más importantes del mundo, es pólvora quemada. Ya todo el mundo lo sabe, todos lo han escuchado, y sin embargo ahí están llenando plazas, calles, mientras mendigan un saludo de mano, una insignificante bendición de su altísima santidad que pasa fugaz como el Espíritu Santo dejando una estela de polvo y mugre. Es que a pesar de todo, no aprendemos y por lo tanto vamos a tener que mencionar el nuevo aparato coercitivo del que se valen los usureros de la fe para liquidar sus millonarias mesadas.
La religión cotiza en Wall Street y la Iglesia Católica nunca ha perdido el tiempo cuando de sostener sus arcas se trata. Antaño fueron las cruzadas, después la inquisición, más adelante la dudosa ternura de Juan Pablo II, y ahora, en la era de la espectacularidad, en la cual la mayor de la idiotez es todo un espectáculo para idiotas consumidores; han elegido como guía espiritual de sus millones a un hombre que sabe de espectáculos: Bergoglio, hoy llamado el show de Francisco I.
La singularidad de este individuo radica en la ruptura de las desgastadas convenciones del Vaticano que tienen como prioridad cuidar el arrugado culo del vejestorio Papal, como si fuera el culo del mismo niño Dios. El Papa Francisco es, o mejor dicho, aparenta ser irreverente y su discurso es o simula ser revolucionario por romper esas convenciones. La irreverencia de este Papa es su espectacularidad y para secundarla tiene a su disposición los medios de comunicación, los cuales montan el show y propagan cada una de las frases del Santo Padre como panaceas revolucionarias que sacuden los pilares de la iglesia y cambian el mundo.
Es todo un show, hay que reconocerlo, es irreverente, rompe algunas convenciones muy insignificantes por demás; sabe manejar un perfil bajo ante las masas; no se oculta tras las puertas del Vaticano, sino que se exhibe y además opina constantemente de lo que pasa. Sin embargo, pese a esto, se le puede aplicar aquel dicho de “predica, pero no aplica”. Y es allí donde estriba su peculiaridad: anuncia y anuncia; pero nunca logra realizar nada de lo anunciado.
Francisco es inteligente dentro de su idiotez, cómo no ser inteligente en medio de un rebaño de completos idiotas. Y haciendo uso de esa inteligencia ha fabricado una fachada de buen pastor, reforzado en un espectáculo, que tiene como escenario el balcón del Vaticano, donde domingo tras domingo miles de feligreses se congregan en la Plaza de San Pedro, el mayor de los idiotas, a escuchar la idiotez Papal, y lo último que dijo Bergoglio fue: “los representantes de Dios no deben vivir en palacios rodeados de lujos y placeres, deben estar en las calles escuchando y hablando a la gente humilde”. Entonces, ¿qué haces allá arriba rodeado de lujos y placeres Papacho parlanchín? ¿Por qué te pavoneas entre altos mandatarios y al rebaño solo bendiciones das? ¿Dónde está tu cacareada austeridad, acaso en la pobreza de tus pensamientos? No eres más que puro show, baba derramada cotizando millones para el Banco del Vaticano. Un aplauso para tan ingenioso monigote. “Luces, cámaras, acción, Francisco es el salvador”, ¿de quién? Del negocio llamado Fe Católica. Pólvora quemada; pero hay que decirlo.
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