APLAUSO ÍNTIMO A LA SOMBRAS DE LA NOCHE (Mb-6v!)
Uno despierta tarde, a veces por el insomnio-secuestrado, obligado a subir las escaleras que conducen a la azotea para tomar el sol en su última penumbra, y salvar lo poco del día. Allí, le busca formas quiméricas a las nubes del ocaso, medica su despeine en un sepia crepuscular, cuenta la trágica aparición de las estrellas, y quizás, algunas veces, alcanza para contar la luna y disfrutar de un vuelo terminal y gallinazo. Aún no se avista la buenaventura del sueño despabilado, pero hay aliento para abrazar la noche literaria. Un poema para preparar la cena. Demasiadas figuras y paisajes, cálido erotismo para dibujar el fuego al lado de un sillón inventado. Tiernas manos que crecen de los libros, y pasan las hojas con elegancia. Ya no hay tanta noche. La tranquilidad es un eclipse entre las letras y el deleite. Las verdades viajan a su sueño y dejan la ficción errante, que conspira disimulante para alargar esa siesta, para intentar su fiesta, por el coma y su libertad. La mañana lagañosa es un mito que alborea en afonía, la realidad es la noche que serenamente solfea, sin tonos, sin sol, abrumando el arrullo que nos secuestra de la vida.
¡Colosal sinfonía!
Van creciendo las sombras y uno no amanece, uno despierta tarde, en otra tierra con la misma cabeza, a veces porque el día mata y la noche es fantasía, o porque sí.
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