DIVIDE Y VENCERÁS (RH)

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La democracia, como sistema administrativo de los bienes e intereses de los emporios económicos que gobiernan a los países, ha encontrado en Colombia la forma de llevar al máximo la farsa que caracteriza dicho sistema.

Cada cuatro años asistimos a la mayor falsedad democrática inventada por unos pocos y acolitada por una inerte mayoría. La democracia es eso, una pantomima grotesca, y en nuestro país dicho genero de gobierno, patético de por sí, se muestra ante los ojos de los impertérritos ciudadanos, con el mayor descaro y el menor decoro.

Lo que acontece en esta farsa representada por vulgares payasos, que sacan el mejor provecho de ello, es la ingenuidad de las ingenuidades. Se necesita semejante anestesia social, para creer en las supuestas igualdades que nos ofrece el espectáculo: la panacea de la equidad y la posibilidad de darse una libre escogencia de gobierno. Palabras bonitas para darle mayor esplendor al circo.  Sin necesidad de exagerar las cosas, podemos observar sin el mayor asombro, pero si con la más despiadada sorna, el posible resultado de las próximas elecciones presidenciales.

Los medios nos hablarán de una gran contienda electoral, de las mil y una maravillas de la democracia que le permite a la población votante elegir libremente entre la gran variedad de discursos, ideas y propuestas de los variopintos candidatos, tan diferentes entre sí como se diferencia un par de huevos de la misma gallina. Nos dirán que el gran ganador será el pueblo, la libertad, seguramente.

Pero cabría preguntar entre tanta dicha ¿De qué variedad hablan? ¿Cuáles discursos, propuestas e ideas? ¿Dónde está lo variopinto de los candidatos?, ¿En los colores que representan, en el corte de cabello? ¿Qué diferencia a Santos de Zuluaga, a Ramírez de Peñalosa, a Clara de…? ¿Tiene las mismas posibilidades de ganar la izquierda que la derecha? ¿Es está la democracia que quieren establecer en Venezuela? ¿Elegimos libremente?

Quizás la única respuesta es que no hay nada, que jugamos a creernos el cuento que con un voto es posible cambiar las cosas en un país. Quizá sí en una nación con memoria, pero aquí en Colombia nunca ha ocurrido tal cosa, todo lo contrario cada cuatro años perpetuamos y agravamos tal situación, dejándonos meter los dedos en la boca por estos fantoches.  Por eso este 15 de junio bote su voto.

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