INSTANTÁNEA N1: FRAGMENTOS EXQUISITOS (Andrés Pérez)
Mañana con leve canto angelical llenando la cúpula celeste. Canto alegórico anunciando la resurrección y el término de la pascua. Abajo, en el primer piso de este pequeño edificio, se escucha el chorro de la ducha golpeando el embaldosado del baño, mientras acaricia un cuerpo femenino. Lo observo, en la mente claro está, recorro su piel, sus senos y la delicadeza de su sexo. La veo desnuda, la siento fría, exhala frescura, como Dios la trajo al mundo. La corriente de agua se detiene, sale del baño, sacude su cabello, comercial de shampoo, y seca cada rincón de su cuerpo. Toma las tangas sobre el nochero y sin afán se las va colocando hasta ocultar el vello púbico, ese monte de Venus. ¡Dios mío!
La figura femenina va desapareciendo y da paso a un rumor de papeles en el piso de arriba, rasgando el ronroneo electrizante impuesto por la nevera que zumba y zumba como un grillo en el pasto. Pierdo la imagen por culpa de ese papeleo exasperante. Alguien, quizás un joven estudioso apremiado por la carga académica y el poco tiempo de su vida, madruga a rumiar documentos sobre tal cosa que lo hará sabio . ¡Maldita sea!, todo es perceptible en el silencio de la mañana, el sueño de los que duermen cruje en la habitación contigua, la chica del piso inferior caminando en tacones. Va de aquí para allá dejando un tap, tap en el vacío. Se maquilla, se embellece un poco, quiere ocultar el paso del tiempo. Así estás bella, hermosa, buenísima. Quédate desnuda en la cama, déjame contemplarte una vez más. No oye, sigue caminando tap, tap, tap. Se detiene, deja de existir una vez más tras el silencio, la nada de mi mente. No encuentra lo que busca. Una tosecilla golpetea las paredes. De nuevo campana, un cuarto de hora. Tos de la vecina, tuberculosis, neumonía, gripa, alergia, resaca, cualquier cosa. Rasgar de papel. Sujeto documentos pasa a la página siguiente, derecho constitucional, construcciones de cuerpos, epidemias y enfermedades, vida y obra de Jesucristo, violencia y desplazamiento en Colombia, cualquier cosa, cualquiera, soy rumbo a peor de Samuel Beckett ¡Qué mierda! Traquean las tablas de la cama, el cuerpo durmiente se mueve bajo las sábanas. Despierta y no lo puede creer. No cree que ya esté de día. No quiere abrir los ojos, no quiere incorporarse al mundo, es un cuerpo que se resiste, que construye un acto creativo desde la cama. -¡Qué clase de muerte es ésta!-. Se dice. Con dolor abre los ojos, una vez más resucita para morir después como el mesías, círculo vicioso sin fin ni principio por la gloria de la gloria, amén. Su mirada recorre el cuarto, la mente todo lo que tiene por hacer en el día de hoy, ordena partes, fragmento, engranajes, restos, girones, retazos, huesos de este cuerpo. Campana. Otro cuarto. El cuerpo durmiente pone un pie en el piso. Abajo, la Mujer tacones se presta a salir, última mirada al espejo, retoques, perfume, toma las llaves y cierra la puerta. Se abre la puerta de la habitación del piso superior, y una señora en pijama aparece con cobijas y almohadas en la mano, en la sala se topa con el Sujeto documentos, que es una página en blanco donde escriben otros. Aquí debo detenerme, hay algo en el fogón derramándose… Retomo, la mañana tiene el aroma del agua panela caliente. La Mujer pijama, antes cuerpo durmiente, toma un baño. La gente madruga a bañarse, a quitarse las lagañas y el olor a meados, para después caminar hasta la casa de Dios, bien limpios y sin pecados encima. Lo malo es que Dios no es bobo, lo sabe todo, lo ve todo. Pero no tanto como el Estudiante documentos devanando sus sesos queriendo llegar a la verdad absoluta, mientras la vida discurre en un taconeo, en el chorro de agua, en la mirada del otro, en ese toque de campana. ¡Qué carajos! Me voy a desayunar. Abandono el Cuerpo escritura, ahora seré Cuerpo glotón y quizás forme parte de otra historia.
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