NARCO PARA NO-VELA (Don colombiano)

No hay comentarios.



Hablar de la televisión colombiana es como hablar de nada, por su inexistente variabilidad manifestada a partir de un paupérrimo contenido, determinado por el fan del rating y de coaptar la gran mayoría de público dispuesto a comprar o adoptar los estereotipos de vida que se le ofrecen a través de la mágica pantalla. A pesar de esto, vamos a dedicar algunas líneas al análisis del debate que ha suscitado una de las más recientes producciones de la televisión “nacional”, pero antes miremos cómo funciona hoy en día en nuestro país este gran negocio.

Se sabe que la televisión y la radio de Colombia son dominados por los dos grandes en comunicaciones: RCN  y CARACOL; ambos pertenecientes a emporios  industriales y de carácter privado con tendencia al monopolio de la información. Al margen de estos gigantes, se encuentran los pequeños canales regionales, que funcionan con recursos del Estado y su contenido está condicionado por el ente inversor. Y aunque en un comienzo su programación mostraba lo cultural e histórico de la región, hoy van adaptando poco a poco los estándares de producción que aplican los privados. Por ejemplo, vemos  que TELEANTIOQUIA introduce el formato telenovela e intensifica los magazines, como estrategia de ponerse a la vanguardia renunciando a su forma original y autóctona de abordar la realidad regional. Así las cosas, la mínima variabilidad de contenido tiende a desaparecer y la homogenización se establece. Mientras los pequeños se van metamorfoseando, pasemos a mirar a los grandes y más precisamente, para ir entrando en el asunto de esta nota, a la narcoparanovela. Este término hace alusión a las nuevas producciones de novelas que se vienen dando en los últimos años las cuales, narran en una mezcla de realismo y ficción que alteran la veracidad de los hechos, la vida y obra de un hombre o un grupo de hombres que emprendieron las emocionantes peripecias del mal por circunstancias sociales adversas.
Esto según la trama de las telenovelas en las cuales, se plasma al villano no como lo que es, sino como una especie de héroe negro, de salvador. Porque la forma en que es abordada la reiterada violencia de nuestro país por los canales privados, no tiende a ubicarse al lado de las víctimas sino de los victimarios. Un ejemplo claro es la historia de los tres hermanos Castaño en la cual, se les ve no como criminales de lesa humanidad sino como ilustres caballeros que pusieron fin al terror de Pablo Escobar y de la insurgencia. Por lo tanto, cabe preguntar respecto a esta historia, ¿dónde está el sufrimiento de las víctimas de las masacres perpetuadas por los  paramilitares, cuando lo único que se muestra es un grupo de hombres armados que llegan, matan y se van, quedando el televidente sin conocer esa otra historia? Esta última pregunta nos genera otra muy importante ¿por qué no se cuenta la historia desde el lado de las víctimas? La respuesta se reduciría a una sola máxima de marketing: lo importante es vender. Y la historia del villano vende más que la historia de cualquier otro ciudadano. Así que, mientras la televisión colombiana continúe abordando las realidades del país desde su fan de lucro y rating, a través de un acentuado morbo y la creación de estereotipos, siempre se contará una historia muy diferente a la real y nunca podrán crear en el televidente una profunda reflexión sobre la violencia en el país.

No hay comentarios. :

Publicar un comentario