PORTADA-DIMENSIÓN 16, abril de 2013
Abril 30 de 2013
"Con cierta parte de nuestro ser vivimos todos fuera del tiempo"
Milan Kundera
Dimensión 16
"Con cierta parte de nuestro ser vivimos todos fuera del tiempo"
Milan Kundera
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DECESO, OLVIDO NECESARIO. QUIERO UNA CAJETILLA DE AMNESIA, MIENTRAS MUEREN DE TIEMPO EN UN VIEJO HOSPITAL DE LUNA LLENA
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12:29 a.m.
DIMENSIÓN 16
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EXTRODUCCIÓN 02"Ejercicio realizado con apartes de algunos escritos que componen ésta edición"
De nuevo aquí, otra vez en el mismo rústico y desolado hospital, otra vez atada al mundo de los incomprendidos, de nuevo prisionera de las dudas que me persiguen con un reloj en su espalda.
Cuando eres pequeña simplemente nada importa; cuando creces lo único que importa es arrebatarle a la vida momentos de inocencia y despreocupación medida.
Con mi amigo Tiempo, quiero reparar la amistad y compañía a la que él, extrañamente llama Presente, de la historia que a veces trato de ignorar, Tiempo me dice esa fue nuestra juventud, que se llama Pasado y que allí debe quedar, y que nuestro próximo destino aun está sin fijar, que envejeceremos en el camino, y aprenderemos mucho más, Futuro nos intimidará; pero jamás nos deberá preocupar por su accionar.
Cada vez lo hace igual, casi a la misma hora, solo que particularmente y con frecuencia olvida el número de destino y la información confirmante llega a cualquier lado, llega.
El humo trepa como el silencio a su boca, así como sin gana queriendo otra cosa, ata a su cuello una corbata tan fina como el odio y se avienta a salir desmedido, para llegar consumido.
Mientras callo... Mientras pienso, la rutina de los días, el escondite de mis secretos, la distancia de mis sueños... Quisiera saber qué existe más allá de los seres que rodean mi mundo y que recrean mi mundo pintoresco y a la vez lo atormentan, lo convierten en un mundo en el que existe un bufón que tiene mil voces que se contradicen una, otra y otra vez... Pero al final me doy cuenta que ese bufón se desvanece y se convierte en un conjunto de mariposas que habitan mi estómago. ¿Estaré enamorada? Dominada por la idea de construir historias, mil ideas inundan mi mente y todas quieren salir al tiempo. Espero no estar pensando discordancias.
Me gustan las flores; pero las que están en el campo y crecen y se mecen con la brisa mientras resplandecen al sol y son ese pequeño oasis de frescura y belleza sobre la alfombra verde que precede a las montañas invitándote a dejarte caer y tomar una siesta mientras la bóveda celeste cumple con el ciclo azul de la escala cromática.
No me concentro… ¿Hedonismo?, ¿Nadaísmo?, ¿Existencialismo?... ¿Qué podrá ser lo que estoy viviendo en este momento?... Quizás solo amor, o quizás estoy entrando en ese éxtasis de construir por placer réplicas de las muchas personalidades que puedo llegar a tener... Al fin y al cabo, tengo tiempo para eso, no hay mejor forma de pensar que hacerlo en un lugar en el que te obliga solo a pensar… ¿En un hospital?… No, en un lugar triste de reclutamiento.
Tiempo, como buen colega de vida y viaje me acompañó en ese mismo trayecto que en el antaño habíamos recorrido.
Pero ¿Por qué será que esta damisela ante mí ahora se rinde? Será porque quizás descubrió que es tan corto el amor y es tan largo el olvido en vuestra vida; que es tan improbable, tan solo un quizás.
HORAS EN UN VIEJO HOSPITAL (KÖbantha)
De nuevo aquí, otra vez en el mismo rústico y desolado hospital, otra vez atada al mundo de los incomprendidos, de nuevo prisionera de las dudas que me persiguen con un reloj en su espalda.
Detesto este lugar, desde pequeña poseo un miedo profundo e irracional hacia los hospitales ¿Será nosocomefobia?, ja! Qué exagerada soy, si fuese así estuviera afuera reemplazando al portero o a su perro; alertando a la gente con bozal, para que no entren a ese horrible lugar, Jajá!, quizá solo debe ser que lo aborrezco más que asistir a misas.
Si he de morir, odiaría hacerlo en un lugar como estos, ni por el carajo quisiera entregarle mis últimos respiros, parpadeos y pensamientos a este cubículo de silencio y soledad.
Me pregunto cuántas almas estarán rondando por este lugar, he de suponer que son más las infelices que las felices o yo que sé, no tengo argumentos para esto. Algún día lo he de saber.
Qué ocurrencias pienso. Baaah solo lleno crucigramas… no acerté ni uno, pero ni importa los inventaré, mientras mastico lapiceros…
¡Maldita sea! Se ha regado tinta en mi boca…
¡Ahhh! Ya sé! me miraré al espejo mientras veo que tan hermosa me veo con mi nuevo color de dientes. Lástima que no faltan los ancianos mirando con curiosidad, ¡Pues no, ancianos, no les daré tinta para sus dientes!... Que cruel soy, no tienen dientes... no fue mi intención llegar a esa conclusión.
No sé qué hacer, siento como si estuviese en una silla eléctrica a punto de ser ejecutada, ja! Saber que en este momento el tiempo es mi mendigo, destellos de miradas perdidas sumergen este lugar, todos parecemos un conjunto de robots a los que les faltan piezas para que funcionen.
Mientras llego a donde no he llegado, me la llevo a patadas con el perro... ¡Pero qué carajos, si yo no tengo perro! Mejor cierro mi boca, mejor dicho, mi mente…
Aunque…
¡ES IMPOSIBLE!
Pero es extraño, sigo pensando mientras me duele todo el cuerpo y gran parte de mi alma, al estar sentada aquí mirando el reloj, sin resultado alguno… es paradójico ver como mi padre quiere vivir dormido de por vida… Pero no funciona ni bebiendo cuanta cosa encuentre, tanto así que ni los somníferos duermen a quien ya está dormido, ¿no será feliz? O quizás eso lo haga feliz. Solo sé que su vida, no va atada a la mía, mientras yo quiero vivir, el quiere vivir sin vida. ¿Cuál será el motivo para que se quiera aferrar a la idea de muerte?, su figura se desvanece y está llena de enigmas para mí, secuelas de su existencia me producen temor y ganas de seguir derrochando hojas de papel sin haber escrito la primera palabra. Quizás no te conozco, quizás existes solo cuando estás en un hospital.
No pensaré más respecto a él, hombres tenían que ser ¿por qué siempre me ponen a pensar?
Allí está la mujer que tanto idolatro, veo que abre y cierra su boca de una forma un tanto descontrolada, pero ¿qué son esos gestos?, ¿rabia? Mejor pondré atención y le quitaré el estado “mute” a los sermones que mi madre me está dando en este momento y la escucharé.
No me concentro… ¿Hedonismo?, ¿Nadaísmo?, ¿Existencialismo?... ¿Qué podrá ser lo que estoy viviendo en este momento?... Quizás solo amor, o quizás estoy entrando en ese éxtasis de construir por placer réplicas de las muchas personalidades que puedo llegar a tener... Al fin y al cabo, tengo tiempo para eso, no hay mejor forma de pensar que hacerlo en un lugar en el que te obliga solo a pensar… ¿En un hospital?… No, en un lugar triste de reclutamiento.
Miro fijamente de nuevo el reloj, siento a mi madre preocupada, veo lluvia en sus ojos, veo truenos en sus cejas, veo como no me ve, le pregunto qué le sucede y no encuentro respuesta alguna ¿por qué?
Quiero pensar en otras cosas, pero no es necesario, porque al fin y al cabo cada momento que pasa, reflejos de aquel chico el cual, solo conozco cuando está en mi mente me invade, su esencia para mí está en la sombra, sin embargo me voy a ella solo para descifrarlo.
Mi inocencia es tan suya que mis oídos ya se acostumbraron a escuchar lo que grita mi mente.
Loca por tu demencia, ja! Hasta con camisa de fuerza… ¿Existes o no existes?, con certeza no lo sé… solo sé que estás en la cúspide de mi alma, en la caja de resonancia de mi ser… en los deseos más indeseados de mi espacio, solo un impío se atrevería a golpear los pedacillos de papel de lo que estás hecho… Vives en el dédalo más confuso y enredado, tanto así que en mi cabello te encontraría con más facilidad. Es una entelequia pensar que alguna vez te puedas fijar en mí... No lo digo por subestimarme ni mucho menos por baja autoestima, solo acepta… No existes… Te busco en cada rostro, busco tu mirada... Busco algo que me dé la más mínima esperanza de poder algún día tener el olor que siempre he querido cerca... Te quiero, ¿Me quieres?... No me mientas, no lo digas, calla si quieres hacerlo, solo mira mi alma, no mires mi cuerpo, ya que es solo carne y hueso.
Te palpo con mis dedos tus ojos son dos piruetas que me hacen sonrojar así me caracterice por ser pálida como la lápida de mis abuelos. Tus ojos son tan grandes que podría pasar horas y horas mirándolos, dibujándolos, así no sepa dibujar; amándolos, así no tenga idea de cómo amar; viendo el color de tu esencia; saboreando lo que me dice tu silencio. Te pienso, ¿Me piensas?, ¿En tu mente cabe está incomprendida mujer amante?...
¿Mujer amante?... Que tan solo pudiera escucharla, aquella canción que de niña me puso a escuchar los sollozos de mis poros, derramaría cada gota de mi esencia, al saber que en este momento eso es lo que soy, la más soñadora e inestable mujer amante.
Mientras callo... Mientras pienso, la rutina de los días, el escondite de mis secretos, la distancia de mis sueños... Quisiera saber que existe más allá de los seres que rodean mi mundo y que recrean mi mundo pintoresco y a la vez lo atormentan, lo convierten en un mundo en el que existe un bufón que tiene mil voces que se contradicen una, otra y otra vez... Pero al final me doy cuenta que ese bufón se desvanece y se convierte en un conjunto de mariposas que habitan mi estómago. ¿Estaré enamorada? Dominada por la idea de construir historias, mil ideas inundan mi mente y todas quieren salir al tiempo. Espero no estar pensando discordancias.
Hace rato no sentía la necesidad de despertar la imaginación de mi imaginación; pero ya ves, ya veo como despertar tranquila y sosegada mis ganas de vivir, mis ganas de crear-te, así tus pulmones se ausenten más que mi alegría.
Me hallo absuelta entre dudas.
Mientras tanto caminaré, quizás en estos espantosos corredores halle algo interesante.
Un momento… ¿Por qué todos se alborotan de esa forma?, ¿Qué le pasa a mi madre?, ¿Por qué grita?, ¿Por qué llora?, acaso ¿le pasó algo a mi padre?
El señor ese de escritura comúnmente extraña, doctor tenía que ser, está escribiendo quien sabe cuántos jeroglíficos, conversa con mi madre; pero no logro descifrar sus labios, solo veo gestos de tristeza.
¿Quién es esa mujer que sale de la habitación de mi padre? ¿Por qué sale de ahí?, ¿Por qué está cubierta con una sábana blanca?, ¿Por qué lloran desgarradamente?, ¿Dónde está mi padre?, ¿Por qué no me escuchan?
¿Y ahora qué? ¿Qué está pasando?, por Dios.
¿Acaso ese hombre que acaba de entrar por esa puerta no es mi padre?
¿No se supone que estaba allí adentro luchando por su vida?
¿Por qué abraza a mi madre?
¿Entonces quién carajos estuvo en esa habitación?
¿A quién estuve esperando todas estas horas?
Mi madre con gran ímpetu, con sus manos llenas de lágrimas, temblorosa, con el maquillaje regado por todo su rostro, se lanza como un gato despavorido sobre su objetivo. Al destapar ese ser, ese gran interrogante, al cual solo se le veían sus largos cabellos negros bajo la sábana y sus pequeños y escuálidos pies.
Otro enigma se resuelve, mientras aquella chica se desvanece.
Me deja estupefacta, no me es posible creer que quizás mi pensamiento me traicionó.
El ambiente es tenso, siento mis manos heladas, siento mi vida helada. Así no la tenga.
En la camilla solo está ella, tan pálida, tan fría y tan joven, sumergida en un gran pozo de tristeza, sus labios los cuales fueron característicamente rojos, ahora solo están del color de lo que fue su vida, aunque en la mente de todos exista un concepto de que era feliz. Ahora esta historia paso de tener unos pocos visos de color, a ser de las más frías, tristes y fúnebres de las noches.
Ahora todos esos enigmas que me consumían se están resolviendo solos, esa mujer recostada en una camilla, la cual descubrí que conocía más de lo que llegué a imaginar. O por lo menos eso creía, la cual luchaba por salir de de este mundo tan superficial, salió de este mundo de la forma más pusilánime. Esa mujer la cual nombré como “mujer amante”, ahora pasa a ser “mujer cobarde”.
La que veo ahí, hecha de papel y la cual prontamente veré hecha cenizas.
Soy yo.
En mi funeral, al ver miles de flores las cuales en vida nunca recibí, al caminar por medio de todos los que algún día llegaron a quererme, solo escucho sollozos, de las tantas voces ahogadas, solo escucho que dicen que ella lentamente cada día que abría sus grandes ojos negros, su mente la iba matando por dentro. Nadie sabe los verdaderos motivos de su muerte, ni mucho menos yo lo sé.
Ahora que siento tanta tristeza en lo poco que queda de mí, vuelvo a pensar en él, de nuevo recuerdo que no existe, de nuevo recuerdo que no existo.
DECESO GREMIAL (Mb-6v!)
No queriendo más estar vivo cierra el libro y la ventana, mata la sonrisa con un cigarro y se arrincona presuroso para anotar la hora. El humo trepa como el silencio a su boca, así como sin gana queriendo otra cosa, ata a su cuello una corbata tan fina como el odio y se avienta a salir desmedido, para llegar consumido. Pasa su tarjeta por la registradora, saca sus manos del encierro y los ochenta pasos al panteón, destapa su cabeza y constipa la paciencia. Aquí es donde algún día terminará por fin lo que tantos lustros ha costado su trabajo, bajo el corbatín ensangrentado.
NARCO PARA NO-VELA (Don colombiano)
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12:21 a.m.
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Don colombiano
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Hablar de la televisión colombiana es como hablar de nada, por su inexistente variabilidad manifestada a partir de un paupérrimo contenido, determinado por el fan del rating y de coaptar la gran mayoría de público dispuesto a comprar o adoptar los estereotipos de vida que se le ofrecen a través de la mágica pantalla. A pesar de esto, vamos a dedicar algunas líneas al análisis del debate que ha suscitado una de las más recientes producciones de la televisión “nacional”, pero antes miremos cómo funciona hoy en día en nuestro país este gran negocio.
Se sabe que la televisión y la radio de Colombia son dominados por los dos grandes en comunicaciones: RCN y CARACOL; ambos pertenecientes a emporios industriales y de carácter privado con tendencia al monopolio de la información. Al margen de estos gigantes, se encuentran los pequeños canales regionales, que funcionan con recursos del Estado y su contenido está condicionado por el ente inversor. Y aunque en un comienzo su programación mostraba lo cultural e histórico de la región, hoy van adaptando poco a poco los estándares de producción que aplican los privados. Por ejemplo, vemos que TELEANTIOQUIA introduce el formato telenovela e intensifica los magazines, como estrategia de ponerse a la vanguardia renunciando a su forma original y autóctona de abordar la realidad regional. Así las cosas, la mínima variabilidad de contenido tiende a desaparecer y la homogenización se establece. Mientras los pequeños se van metamorfoseando, pasemos a mirar a los grandes y más precisamente, para ir entrando en el asunto de esta nota, a la narcoparanovela. Este término hace alusión a las nuevas producciones de novelas que se vienen dando en los últimos años las cuales, narran en una mezcla de realismo y ficción que alteran la veracidad de los hechos, la vida y obra de un hombre o un grupo de hombres que emprendieron las emocionantes peripecias del mal por circunstancias sociales adversas.
Esto según la trama de las telenovelas en las cuales, se plasma al villano no como lo que es, sino como una especie de héroe negro, de salvador. Porque la forma en que es abordada la reiterada violencia de nuestro país por los canales privados, no tiende a ubicarse al lado de las víctimas sino de los victimarios. Un ejemplo claro es la historia de los tres hermanos Castaño en la cual, se les ve no como criminales de lesa humanidad sino como ilustres caballeros que pusieron fin al terror de Pablo Escobar y de la insurgencia. Por lo tanto, cabe preguntar respecto a esta historia, ¿dónde está el sufrimiento de las víctimas de las masacres perpetuadas por los paramilitares, cuando lo único que se muestra es un grupo de hombres armados que llegan, matan y se van, quedando el televidente sin conocer esa otra historia? Esta última pregunta nos genera otra muy importante ¿por qué no se cuenta la historia desde el lado de las víctimas? La respuesta se reduciría a una sola máxima de marketing: lo importante es vender. Y la historia del villano vende más que la historia de cualquier otro ciudadano. Así que, mientras la televisión colombiana continúe abordando las realidades del país desde su fan de lucro y rating, a través de un acentuado morbo y la creación de estereotipos, siempre se contará una historia muy diferente a la real y nunca podrán crear en el televidente una profunda reflexión sobre la violencia en el país.
SANGRE DE LUNA LLENA (Animal Nocturno)
“Érase tan rozagante aquella noche, y mis colmillos tan largos como el alba después de las noches en que no le veía, eran tan blancuzcos como nuestra propia luna llena, tan resplandecientes, como aquel pulcro e inocente gollete centelleante de vida y luz de medio día, cuando a la distancia su mirada me gritaba súbita y sensualmente que me inundase en su tibia y regocijante sangre ante mi hambre, hecha ahora un despojo de su alma; pero ¿por qué será que esta damisela ante mí ahora se rinde? Será porque quizás descubrió que “es tan corto el amor y es tan largo el olvido” en vuestra vida; que es tan improbable, tan solo un quizás, como que algún día entre sueños la conquiste y me lo recite.”
TIEMPO (Urraca)
Viajé tanto tiempo solo, que en un momento preciso, me di cuenta que mi único compañero de viaje, era el Tiempo. Tiempo no se apartaba de mí, me seguía donde yo fuera. Un día harto de su presencia, desande mis pasos y huí hacia atrás, para hallar ese momento en el cual había visto la cara de un hombre por última vez. A pesar de la gran amargura por devolver mis pasos, me aventuré asustado y expectante con tal de hallar otro ser de mi propia condición. Tiempo, como buen colega de vida y viaje me acompañó en ese mismo trayecto que en el antaño habíamos recorrido. Cuando encontré a los hombres actuales, ajenos a la época en que les abandoné, noté que Tiempo era también coterráneo, amigo y presente en ellos, ande por toda las ciudades y abrí todas las puertas; Tiempo dejó su huella en todo lo existente.
Ya no busco pues hombre alguno en mis viajes, ya no amo pues al hombre ni busco compañía en él. Con mi amigo Tiempo, quiero reparar la amistad y compañía a la que él, extrañamente llama presente, de la historia que a veces trato de ignorar, Tiempo me dice esa fue nuestra juventud, que se llama Pasado y que allí debe quedar, y que nuestro próximo destino aun está sin fijar, que envejeceremos en el camino, y aprenderemos mucho más, Futuro nos intimidará; pero jamás nos deberá preocupar por su accionar.
Ya sin preocupaciones sigo mi andar, mi buen amigo Tiempo, todo a su tiempo me lo dará.
AMNESIA PERO NO OLVIDO, OLVIDO NECESARIO (Mb-6v!)
Tan pronto llega a su casa, toma el teléfono para informar de su cumplido, esta rutina le acompaña como un órgano capital en su vida. Cada vez lo hace igual, casi a la misma hora, solo que particularmente y con frecuencia olvida el número de destino y la información confirmante llega a cualquier lado, llega.
Desde hace más de 7 años, María espera afanosa la llamada de su esposo, quien por razones de la subsistencia se fue en busca de un encuentro desenfrenado. Esta tarde, María recibió una llamada, ella responde inocente como todas las veces, mientras alguien del otro lado le dice que ya está en casa, ella ha olvidado la voz, no se ilusiona, cuelga el teléfono como en las otras mismas ocasiones, aunque empezará a nevar en otras tierras, ya el olvido era necesario.
SERPIENTE XIII
-¿Quién eres?
-...Yo soy el que soy... Yo sOY... SuuuuuuuuuuPERMAAAAnnnnn...
-¡Ahhhhh! Basta. No más hongos para Jesús.
PRESTO E FORTE (Mb-6v!)
Tres de la tarde, el sol desnudo y la luna silenciosa, la vida es real y se amontona afuera, nada que ver. El prefiere imaginarse de lejos el desconsuelo paradisiaco, piensa que puede hacer algo, entonces acomoda el piano y todo se resuelve, con una tecla.
QUIERO UNA CAJETILLA DE RUBIOS QUE ME ACARICIEN LOS DEDOS MIENTRAS MUEREN (Johnny C.)
… “cause I’m just way too tired” –suspiro- supongo que las cosas son así. Tal vez es lo mejor. No. Es lo debido. El tiempo de la duda ya expiró, lo único que queda son vueltas y más vueltas alrededor de lo mismo. ¿Y para qué? Para toparse con el miedo, para encontrar una razón falsa; una mentira acomodada a la situación que definitivamente ya no va. ¿Y si tratara con la ausencia? El tiempo crearía la fisura que necesito, el sistema de apoyo a mis palabras, a mi necesidad, a la verdad que quiero exponer. Pero no puedo. No, eso significaría levantar expectativa, desespero; la prolongación innecesaria que ha terminado en puntos suspensivos. Sí, claro. Siempre a la espera de un final, porque ya no queda tinta para trazar mucho más. Dar tiempo al tiempo, no sirve de nada; pero de nada y me lo digo y te lo digo. No sirve, porque tergiversa los sentimientos, retuerce la finalidad y fidelidad y hasta la felicidad… “I think we should disagree, yeah” Tarde o temprano se tiene que dar –como en este caso- se tiene que dar… Al parecer lloverá pronto, esa señora se ha detenido un momento para abrirle al cielo gris un gran y hermoso paraguas colorido. Azul, violeta, amarillo, rojo, verde… ¡Cuántos colores! Para protegerse de algo tan mágico como la lluvia que cae del cielo. Lluvia que cae del cielo, lluvia que cae, cae, cae, cae lluvia del cielo. Ese paraguas me hace recordar la sombrilla de ayer en la tarde… porque allí, sentada, con gafas de sol y un cigarrillo pendiendo de los labios… ¡jueputa! Tiempo sin fumar, ya ni siquiera recuerdo por qué lo dejé, de igual compré una cajetilla de esos rubios que tienen un olor tan suave y emanan un humo azul de terciopelo que asciende plácidamente entre los dedos y te acaricia como ningún hombre podrá llegar a hacerlo. Hoy no. Hoy. Es distinto. Cae una lluvia perezosa sobre los carros y los techos de las casas, haciendo que esa pareja de ancianos se apresuren a resguardarse, seguramente en el café de la esquina. Mientras esas niñas sonríen jocosamente en medio de la acera mirando el cielo gris. Cuando eres pequeña simplemente nada importa; cuando creces lo único que importa es arrebatarle a la vida momentos de inocencia y despreocupación medida. No importa. Si llueve. Salgo así de todas formas. Jarvis mi gato me despide desde la ventana, se queda allí mientras mi reflejo desaparece en sus ojos dorados y su paciencia milenaria. Allí está la pareja de ancianos y quiero saludarlos, cruzo la calle y entro al café, le sonrío a la vieja y ella responde a mi sonrisa con una cansada y arrugada expresión que no logro identificar; pero en sus ojos puedo ver la alegría que su derruida fachada no pudo expresarme. Estoy de pie junto a la caja registradora, el tipo me mira como si yo estuviera loca o sorda o yo que sé y pregunta que qué deseo. Solo por molestarlo más, miro el techo, los estantes de la pared, los productos que están al lado de la caja y debajo en el mostrador de vidrio, luego lo miro a él y le digo que quiero una cajetilla de rubios que me acaricien los dedos mientras mueren; el tipo de la caja me mira y en tono despectivo me dice que él quiere una mujer normal, yo le respondo a su vez: “que si para casarse y tener hijos”, me responde que eso con el tiempo y yo le digo que “de ese tipo de mujeres hay muchas; pero que definitivamente yo no soy una de ésas” entonces doy media vuelta y salgo del café…
Había olvidado el placer de caminar. Para él todo tiene que ser en taxi, porestoporaquelloyporlootro. No lo critico: pero ¿por qué no caminar? ¿Y qué hay con ese tonto café? Sí, está bien. Allí nos conocimos; pero para qué esa regularidad periódica habiendo tantos otros lugares desconocidos por explorar. Yo ya tengo suficiente de regularidades periódicas. Siempre lo mismo. Cuatroquince, debe estar allí sentado con su tonto peinado de lado revisando la agenda de lo que tiene por hacer ¿y las flores? Sí, con un ramo de flores. Noooooo que va. Yo no quiero flores, ni bombones, ni colo… ¿y las malditas flores? Me gustan las flores; pero las que están en el campo y crecen y se mecen con la brisa mientras resplandecen al sol y son ese pequeño oasis de frescura y belleza sobre la alfombra verde que precede a las montañas invitándote a dejarte caer y tomar una siesta mientras la bóveda celeste cumple con el ciclo azul de la escala cromática. ¿Flores? ¿Para qué flores castradas, muertas, arrancadas? Definitivamente no quiero flores… Voy caminando y contando las divisiones del suelo. Si doy cuatro pasos, cuento una. ¿Son tres o cuatro? He olvidado los cigarrillos. No importa, le compro a ese vendedor que viene. ¡Son cuatro pasos! Lo que hacen diecisiete divisiones. –Hola- saludo al vendedor, -¿tiene chocolates? -claro preciosa -deme diecisiete, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete -gracias -de nada preciosa-. Sigo caminando. Sí, ya no lo quiero; pero cómo decirlo sin herirlo, no tengo una razón de peso. No son las flores, ni su tonto peinado, ni su manía por el taxi o el café mensual. No quiero hacerle daño, pero cómo pronunciar las palabras filosas, frías y cortantes; cómo evitar que me odie o me haga preguntas que no tienen respuesta o peooooooor aún que me llore. Fatal… ¿qué puedo hacer yo? Si me siento cansada y aburrida y lo único que quiero es estar sola y tener más tiempo para leer y deambular los cafés y meterme a ese cineclub al que la otra vez entramos y él se quedo dormido acusando la película de ser lenta, sin darse cuenta que la intención del director era precisamente la toma perfecta, la imagen poética, la ambición de narrar sin palabras; como cuando una se sienta en la ventanilla de los autobuses o en el pasto a la orilla de un lago o en un café en alguna calle del centro y deja que el mundo siga su curso. No sé por qué terminamos juntos. Era una tarde como ésta. Raro. Cíclico. Supongo que me dio algo de pesar verlo sentado solo; leyendo un libro que resultó ser sobre tontos relatos de viajes. Luego empezamos a conversar más seguido y las cosas se dan, no siempre para bien. Es un buen chico, atento y cariñoso; pero su amor pegachento y rutinario me hace mal, quisiera encontrar una manera suave; pero creo que no existe y en este caso es peor para él y para mi continuar juntos. Empieza a llover más fuerte y me siento feliz, luego de la cita, voy donde el viejo Osorio y le compro un par de libros que hace rato quiero leer; pero no había tenido el dinero para poder comprarlos… descuidadamente he hecho el camino largo, simplemente me entretiene perderme entre los edificios, la gente, el smog, los vendedores y los olores. Mezclarse en la única forma de encontrarse. Y todo porque evité que viniera a buscarme, si no, seguramente hubiera aparecido en taxi o en un carro prestado por alguien que no conozco. La última noche que nos vimos casi me deja sin brazos porque me llevaba arrastrada, debido al miedo que tenía por andar tan tarde en la calle. “Ya déjala, relájate”- le grité mientras tiré con todas mis fuerzas para soltarme. Me puso cara como de que no te lo puedo creer y yo di media vuelta y me alejé de él y de la supuesta seguridad que le daba estar cerca a la estación del metro. Giré en la esquina dejándolo allí, más adelante me metí a un bar y conocí a un chico que se sabe las letras de las canciones de “The Strokes” y me habló sin parar de un libro de Easton Ellis que está leyendo y que ahora yo también quiero leer. –Diablos- llegue, hay un jodido ramo de flores sobre la mesa.
-Heeeeeyyyy ¡hola! Llegas un poco tarde, tienes el cabello mojado.
-No sé… ¿Chris?
-¿Cómo estás? ¿Te pasa algo? ¿Qué te gustaría ordenar? Estaba tan triste por tu ausencia y por lo del otro día. Mira, compré flores para ti.
-Lo sé, lo siento. –Cómo es que se llamaba el libro-
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