LAS SIGUIENTES PALABRAS (Urraca)
Unknown
8:52 p.m.
DIMENSIÓN 21
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Dimensiones Revista Literaria
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Extroducciones
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Urraca
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EXTRODUCCIÓN 07En lejanos días en que aun no contaba siquiera con diez años, soñaba intensamente con el tipo que pasaba sus horas en el río, recolectando múltiples piedras de diversas formas, texturas y colores. Según lo que intuía, pasaba el tiempo allí, buscando un medio para olvidar alguna tragedia que en el pasado le marcó notoriamente. Pensaba que el río y el contacto directo con la naturaleza le darían paz; que quería hacer un alto en el camino, medir la vida desde sus pasos descalzos, sacar conclusiones de esa turbulencia disparada en opuestas direcciones en que se había convertido su existencia. Comprender, resumir, indagar, rastrear los momentos que lo habían llevado a ese paraje, a ese lugar sin barreras en el tiempo o del espacio.
En una tarde de fina llovizna, me acerqué tímidamente a aquel hombre; presentía que ese día, en medio de un nublado atardecer podría conocer realmente al ser que de vez en vez, se cruzaba en mis sueños. Me acerqué, se encontraba cortando algunos troncos, tenía unos treinta años como máximo, le pregunté cuál era el nombre del perro que le acompañaba, “no tiene nombre aún”, me dijo; descargó su hacha, se sentó y me contó la historia de cómo había encontrado aquel perro. Pude compartir con este hombre una buena tarde, hablaba de su vida y experiencias ocurridas a lo largo de ésta, y de lo pronto que anochecía en los últimos días. Ese fue el último sueño que tuve con aquel hombre, y en el único en que pudimos cruzar palabras y conocer realmente su historia. Transcurrió una larga década hasta que nos volviéramos a cruzar en medio de mis sueños.
Cuando llegué a la edad de diecinueve años, la soledad me había llevado a la escritura, escribía sobre paisajes, animales, historias de amigos en las montañas y románticas cartas de amor. Recordé los sueños que tuve de aquel hombre y deseé escribir al respecto, mi imaginación y mis recuerdos viajaron a ese lugar. Escribí algunas frases vagas y sin sentido, nada que me convenciera realmente, decidí buscar un lugar semejante al río con sus orillas, vegetación y diversidad de piedras, recorrí varios lugares, algunos muy similares, otros no tanto; pero en realidad ninguno que recreará vivamente lo que años atrás viví por medio de mis sueños, en los que aquel solitario hombre pasaba sus tardes en función de su concupiscencia de vida, tranquilidad e interiorización. Divagué solitario por muchos parajes naturales, hermosos, llenos de vida, magia y armonía, me sentaba en grandes rocas y prados extensos, a escribir sobre lo que vivía, sentía, respiraba y percibía de aquellos lugares. Noté entonces, como naturalmente, –deseándolo o no- en medio de todos mis escritos, se creaba la historia de mi vida en el campo, en los ríos, en los árboles, sus animales, sus piedras. Escribía también, la historia de aquel hombre, pero no recurría a mis sueños para incitar las frases y palabras que la conformarían, no; recurría a la vida misma. La vida se me tornó hermosa y naturalmente inspiradora a partir de aquel día, brotaban de mi mano las palabras como un torrente de agua viva. Durante varios años, visitaba parajes y lugares naturales, en compañía de mis escritos y mis libretas; también soñaba mucho con los ríos y los bosques, pero nunca volví a soñar con aquel hombre que disfrutaba recolectar las piedras.
Hoy a la edad de treinta años, he decidido recopilar todos mis escritos de juventud, releer las historias que escribí, los cuentos que creé, las frases que desnudaron mi alma, los personajes ficticios que fueron mi compañía, los lugares que habité.
Hoy en esta tranquila y susurrada tarde, tomo todos mis escritos, viajo a la orilla de un río, contemplo las aguas, las piedras y todo a mi alrededor; tomo una de mis libretas, busco la primera página y leo mentalmente las siguientes palabras:
“En lejanos días en que aun no contaba siquiera con diez años, soñaba intensamente con el tipo que pasaba sus horas en el río, recolectando múltiples piedras de diversas formas, texturas y colores. Según lo que intuía, pasaba el tiempo allí…”
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