SONRISA DE HOZ (Mb-6v!)
Tan hermosa mujer ya no sonreía, fría y encogida repasaba la incógnita, parecía que
hubiese negado dibujar en su aspecto la alegría. Tanta era la impaciencia, que recorrió una a una las maneras de hacerlo. Evocó recuerdos recreados en la infancia, atendió a las voces que a la redonda bromeaban, imitó la ironía, observó la torpeza de los que pasaban, meditó lo que era feliz en su vida, revolcó sus emociones; pero nada, ni las hojas ni el polvo sobre las plantas de sus pies sacudía la emoción. Era como si ella olvidara por completo que todo esto era un estímulo para que sus vías aferentes se reunieran en un solo canal y se adentraran en su cerebro, mediante conexiones sinápticas espino-talámico-corticales justo del centro del núcleo integrador sensitivo y sistema límbico, al área somatosensorial primaria, para convertirse luego en una respuesta motora que descendería por vías eferentes hacia los músculos cigomático mayor, cigomático menor, elevador del labio superior, elevador del ángulo de la boca, depresor del labio inferior, risorio, buccinador, orbicular de la boca, mentoniano, orbicular de los parpados, occipitofrontal, prócer, lengua, diafragma… y se sacudieran para que su rostro desbaratado dejara salir una escandalosa algarabía sincronizada con su espiración y cuerdas vocales, empezara a golpear todo, sentirse ahogada y terminar sintiéndose ablandada y satisfecha por el rimbombante placer y lo conveniente del ejercicio. Pero no, ella lo sabía todo, lo sabía mejor que cualquier Gelotólogo, incluso ella era una. Ella no sonreía porque la muerte no sabe de anatomofisiología.
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