Incertidumbre contemplativa

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Por: Andrés Pérez

Mientras declina el día  en fulgurantes arreboles
y en melancólicos trinos las aves buscan sus nidos,
nosotros en espíritu conturbado comulgamos los últimos
rayos de este sol que envejece a diario.
Sol que desfalleces en el ocaso
y en otros llanos, en otras montañas
en otros tejados, rostros y miradas
que comulgan el rayar del alba en espiritual reposo,
destilas tu lumínica trascendencia en ese acuario.
Acuario tridimensional de purpureas aguas:
Aquí nosotros, allá otros y mas acá aquellos
sintiendo que pasa el tiempo
en el danzar de las sombras
en el natural susurro de las hojas
y en las efímeras palabras que entona el viento.
Sintiendo que pasa el tiempo
ondea en lo alto del acuario el zafiro del viento
y el viejo péndulo forjado en cobre
oscila entre la oscuridad y la luz de lo eterno.
Las sombras danzan al crepitar del fuego:
Él se encadena, cual Prometeo, a la realidad
yo me embarco, cual Virgilio, en el sueño.
Mientras vuelan despavoridas de mi pecho
las preguntas de cada día:
¿Qué será mejor? ¿Estar  allá, estar acá?
O ¿no estar en ningún lado?
¿No ver la luz ni la oscuridad,
simplemente desconocer la existencia de todo?
¡Negar la realidad!.. ¡Entregarse a la nada!..
Pero… ¿Es este mágico crepúsculo lo real?
Y mas allá de esa retina incandescente esta la nada.
O ¿Dónde están ambas?
¿En el mar, en el firmamento?
¿Dentro o fuera de mí?

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