DESTINO TERMINAL ( Mb-6v!)

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Hace más de quince minutos debió haber pasado el tren. Tengo a mi lado unas maletas de basura que encontré calles cerca, mi única compañía. Intento manifestar mi desespero en razón a la tardanza, he planeado demasiado este momento y no puedo comprender como un retraso sabotea mi deseo.
La impaciencia me hace detallista, a mi lado hay una madre con un pequeño que no para de llorar desde que llegué, pienso en la desgracia de haber llegado a este mundo y también la del retardo; hace un clima perfecto: el cielo se desborda de tapón, apenas pueden verse revolotear en el cielo un puñado de jilgueros desubicados, hace frío y eso me hace pensar en que no soy el único que tiene problemas para encontrar su paz, igual, nada me consuela. Un hombre viejo llega, escoge mi lado, no se sienta, no lleva prisa y, quizás nada le importe mi problema, saca un puro y empieza a estallar nubes de tranquilidad, me va pareciendo agradable. Me quedo observando y detallo su vida en un invento, su sencillez da más presencia que una palabra, -aunque apeste-. Nunca he aprendido a enmascarar mis sentidos y quizás por eso esté aquí sentado, esperando el absurdo momento, en que el estúpido tren me dé un destino. Decido levantarme y estirar, voy en todas las direcciones, decido maldecir en voz alta y a todos los maquinistas ineptos de este pueblo, un policía se me acerca y me reclama por lo anterior, no tengo más que decirle, me pide control y muestra su autoridad en su cadera derecha, pide que vuelva a mi sitio, que ya seguro estaba por llegar el tren, que había un retraso –Seguro estaba en su cabeza-. Soy por naturaleza un inconforme lleno de ira, jamás encajaré aquí y por esta razón debo irme a otro lugar donde me espere la paz, el anciano me ofrece un puro y parece entenderlo claramente, -quizás mis maletas dicen algo más-, no dice una palabra pero con su mirada me muestra que hacer, mira al policía con un disimulo enteramente perspicaz. Sonrío, me pongo de pie, dejo el desespero de lado y decido estar tranquilo, voy en dirección al policía, le cruzo unas palabras para disculparme, y luego nos damos vuelta, giro, tomo su arma y ni siquiera alcanzo a apuntarme en la sien pero es un tiro certero. -¿Por qué lo hizo? -El tren tardaba demasiado y él debió haber llegado hace mucho- dijo el viejo.

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