CITADINADAS I (Mónica Armónica)

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I

En una inmensa,  desbordable, reverberante y miserable ciudad de millones de millones de almas benevolentemente malvadas,  una casa entre casas, chozas, tugurios y rascacielos que se yerguen desafiantes hacia el firmamento enceguecido por las luminarias del alumbrado público. En esa casa, un balcón del siglo  XVI ó XXI, en el balcón una silla, mueble o taburete y en esa silla una persona o un animal. Casi nada. Una persona pudriéndose en vida con sus células, neuronas, tejidos, huesos, músculos, articulaciones, fluidos, nariz, boca, orejas, ojos, retinas que perciben la noche llenita de… luces, que delinean espacios que van surgiendo de la nada y se van plagando de personajes  que asumen sus necios roles. Gente. Intolerable cantidad de personas parloteando, gesticulando. Matándose-amándose humanamente. Gente que estorba, gente con hambre, dolor, ira, rencor, muerte, miseria, amor, placer, codicia, mugre, polvo, espermatozoides, mierda. Sobre todo mierda; y en esa mágica materia del cuerpo las apacibles moscas, moscos, mosquitos, moscovitas.  Y en estos insectos, sabios parásitos y en los sabios parásitos, la salvación del hombre por el hombre.

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