MONÓLOGO IMPORTADOR DE LA CONDUCTA INSÓLITA (mb-6v!)

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“Tarde es siempre; pasa un segundo, podemos morir mil veces, no estamos vivos siquiera”.

No puedo mirar más allá, ni decir mucho, soy un ser acostumbrado al silencio. Observo como pasan los vientos desfigurando nubes que terminan por desaparecer fácilmente, o algunas veces, revelarse en tomentosas manías de escupir al suelo, su desencanto de otra tierra más al sur, contra nosotros.
Añoro andar descalzo sin nadie riendo mis pies, recoger tormentas, caminar lejos de la distancia y sembrar los pasos altivos en una montaña, amanecer de primero.

No encajo en la rutina, nada hago para salir de ella. Me envuelvo a rodar en las ideas de no estar quieto, siempre sorprender con astucia alguna oscuridad atravesada, no limitar el alba a su secuestro. Parezco perder el norte, amo el sur algunas veces, el destino puede ser cualquiera, muy lejos.
A veces suspiro ideas, aspiro ser recordado como un ladrón de materia y transportador de fósiles plateados.  Arde el fuego de mi boca y la riqueza no se quema, invento mitos como todo hombre; a nadie puedo enfrentarme, excuso la soledad de mis palabras como la gran mentira.

Llevo el sueño a todas partes y el vacío en mi bolsillo trasero; llevo sucias las vías de mi cerebro a la boca, por eso cualquier sensación se pierde en algún misterio, sinestesia que bosteza, más de lo que digo.

Despierto de noche, justo antes de acostarme, abro los ojos hacia adentro y me veo oscuro: crece mi sangre, muere, vuelve y nace, se acaba el libro.
Parece importarme nada, ningún día. Estar acompañado me desviste, y sin traje me encierro, y no voy a fiestas de imaginar desnudo que soy feliz.

Tengo la sed bohemia, una laguna en la vida ahoga los últimos años, desconexión frontal que aísla el pensamiento.

Por momentos me remito a la lucidez, olvido de cuál mentira soy y me obligo a recordarme vivo. Por piedad simplifico los males en toda razón ajena, me contagio de verdades ocasionales, las acepto como el dulce y la leche que me han  negado. Vomito, marco un camino, he dado vueltas toda la vida, vuelvo a vomitar.

"De frente una maciza tormenta, al reverso un frívolo destierro; no hay más camino. La tregua es nadar lentamente la prisa, decirse útil e inventarse apresurada y desesperadamente un atajo para llegar vivo a la muerte"




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