IMPAR (Urraca)
Aquel hombre miró aquellos ojos sombríos bajo el cielo apagado de esa temblorosa tarde de Junio. Viscosamente, ella, algún tiempo atrás fue suya, por un solo instante y hoy luego de largo tiempo, la ve pasar inexorable, larga, terca, nefasta, fría y frívola.
Muchas veces, envuelto entre las abundantes lides del amor, se preguntó: “¿Cuántas veces entre pensamientos descalzos, palabras inexactas e incoherentes, lluvia derramada entre aceros y rendijas, encontramos el exacto sentido de las cosas?”
Como mendigo transita y divaga confuso y aturdido las calles de su pueblo, llevando en su hombro un pesado fardo, recuerda su silueta, detiene su andar, se pregunta, decide y retoma su marcha.
“A fuerza de sufrir ha aprendido a sufrir sin comentarios”.
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