EL AURA (Psyquest)
“Aprecia el momento, encúmbrate a los cielos, no dejes que el soñador se marchite como el pasto”.
Tuomas Holopainen
Tuomas Holopainen
Bienvenido, he abierto el telón del firmamento. Justo empieza la función de la épica lucha de las olas en el mar abierto y el ocaso empieza a centellear traslucidos rayos de luz en el borde de los riscos. Estoy en una desconocida playa llamada Nuqu kuaqe. Empiezo a sentir la bella tormenta golpear contra mi frente, abro mis ojos y me sumo al cielo, al silencio, al grito de este nuevo universo, cuando cuento las hojas del único árbol allí, escritas para ella.
¡Zarpan las gárgolas de sus nidos en los acantilados! Y ahora siento no estar ni vivo ni cuerdo. Mientras, un cúmulo de estrellas os saludan, puedo ver su camino al aire esparcirse por el tétrico horizonte, ascendiendo a lo infinito. Mientras exploro el lugar, observo algo enorme diseñado en muchos colores. De repente, un gran estruendo ocurre cerca de mí. Se inicia una lluvia de colores desteñidos y ahora soy una pincelada manchante de naturaleza. ¿Qué? ¿Acaso nunca se ha roto un arcoíris al frente tuyo? Entretanto, me drogo en la poesía del viento sobre mi rostro, y con el canto de las gárgolas experimento la sonrisa maldita de lo hermoso. ¡Sí! Ahora conozco el motivo de estar aquí, es vuestra boca, vuestro rostro. Aunque aún no la veo ¿Será que realmente no existes como me lo hacían creer? O mejor ¿Será que soy yo quien no existe? ¡Ah! ¡Pero qué preguntas me hago! Por supuesto que sí. La existencia que tengo, mi imaginación me la entrega, y mi imaginación es tan real como la existencia de ella. Sin su existencia, la mía es mentira. Si existo es porque puedo imaginar y si puedo imaginar es porque ella existe. Por lo cual, ambos existimos… o eso quiero creer.
Hay marea alta en el cielo y un estrepitoso rayo declara el amor-odio entre los cristales de nieve y agua que protagonizan una atmósfera obnubilante entre su vivencia y la mía. Pareciese cada vez estar más cerca; he de sentir que el acertijo natural toma cada vez forma en el incompleto rompecabezas de mis ojos.
Huelo con mis oídos la imagen suave de lo invisible, de lo que antes fuese irreal, inexplicable, lo inexperimentable para alguien que solo fuese una pena en alma. Ahora estoy caminando en el aire, mientras a mi lado siento dormir el sol, y sólo en este instante puedo sentirla más cerca. Por ello es que deseo la noche, y realmente la deseo…
Transito sobre el infinito y rústico universo de granos de arena, que marcan mis pasos, que mitifican mi camino hacia el cúmulo de sinestesias. Sin querer, me dirijo hacia el oeste, junto al faro de la playa sin coordenadas, ubicados en el espacio existentemente infinito de un mapa que nunca existió.
¡Puedo contemplarle! Siento la gran ansiedad al ver el efecto corona alrededor de su cuerpo, de su rostro y de sus marrones ojos ¿Cuándo su luminosa radiación multicolor dejo de ser invisible a mis taciturnos ojos? Está de espaldas, mientras observa el aletear de las bellas gárgolas. Vivo el momento en que ya no controlo mis pasos, en el que he sido enganchado por el destellante halo de su aura, que casi me enceguece, me domina y me encandila.
Cada vez, sin ignorar el peligro que acarrea, es más inminente el contacto, no de nuestros cuerpos, sino de nuestras auras. La tensionante música universal se apodera de nosotros y… ¡Catapum! Nos sumergimos en el intenso remolino hecho locura, hecho un orgasmo de sensaciones y éxtasis, es estar tan cerca, el casi tocar vuestras manos, vuestros pechos, vuestros labios… A lo largo de una mezcla de once colores y siete estratos jamás percibidos por un ser vivo. Ahora es inevitable el destino implosivo para alguno de los dos, generado por la fuerza opuesta al otro, a menos que no se dé ningún tipo de contacto corporal. ¿Qué hago? ¿La vida o un beso? Creo que es la hora de decidir mi destino y será el sólo desear atreverme a ser el ladrón más grande de este universo, y mi destino será morir al traspasar su aura, y besar sus tétricos, fríos, singulares y delirantes labios de mujer.
Esta mujer que, supuestamente, ha sido creada por mi mente a raíz de mi supuesto estado psicótico que recién he desatado. Já! ¡Mentirosos todos! Si soy psicótico, pero ¡ella si existe!, el que ha dejado de existir he sido yo. Y como prueba de ello es que ¡si traspasé su aura!, si toqué sus sutiles y peligrosos labios, generando el choque de campos electromagnéticos de radiación luminosa provocando la implosión… y ahora, como castigo, estoy muerto en vida, en estado de coma, junto a síntomas psicóticos y obsesivos que me llevan a repetir la misma historia, el mismo sueño cada vez, no sin disfrutar infinitamente el beso que me ha asesinado, una y otra vez… Bienvenido. he abierto el telón del firmamento, justo empieza la función…
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