Editorial 03

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 CUARENTA DÍAS Y CUARENTA NOCHES


Es inevitable dejar pasar esta temporada, cuando todo lo que te rodea hace lo imposible por recordártelo. En este mes se celebraron una vez más: el día de la mujer, del hombre, del  teatro, entre otros. De esta manera, Marzo y sus treinta días van pasando rápidamente en un verano que se va acabando, las lluvias regresan tempestivamente, el cielo se encapota de gris y  es el oscuro preámbulo de lo que esta por venir en Abril.

En relación con lo que esta por venir en Abril, van llegando a su termino los cuarenta días con sus cuarenta noches de reflexión y ayuno que empezaron a contar a partir del pasado mes bisiesto con la imposición de la santa ceniza, esta señal en la frente que por un día llevan gran parte de hombres y mujeres, hace recordar al pobre de Caín y su desgracia divina. La señal, la marca, la mancha del pecado. Y hablando de pecado Marzo tiene ese característico olor a pescado seco en plaza pública. El pescado es símbolo de acuario, la cristiandad, la multiplicación de los peces, la nueva era y el 2012.

Así que, el año 2012, uno más, quizás el último, con sus días y noches de reflexión y ayuno, en el cual material y espiritualmente viven los hombres y las mujeres de hoy, y la reflexión gira alrededor del hambre, de las deudas, del no hacer diario, del temor, del miedo, de cómo aplastar al otro, de cómo ser hermosamente bello. Por esto, cada uno inclina la cabeza, cada uno lleva su cruz, como el que cava su propia tumba. El camino lleva por nombre el Calvario y cada noche se muere; pero no se muere del todo porque cada día la esperanza resucita. Así vivimos todos, muriendo y resucitando. Sin embargo, de tanto morir y desgastarnos en cada resurrección, estamos siendo derrotados por el peso de las instituciones y sus tradiciones. Además, nos atrapa un círculo vicioso, un anquilosamiento, un feroz oscurantismo que conmemora al hombre y a la mujer mientras les niega la vida. Todavía nos estrellamos ante el misterio, no somos capaces de derrumbar los viejos mitos. Creemos poseer la libertad, y no es más que un vulgar espejismo. En consecuencia, nos hemos acostumbrado a conmemorar días para ocultar, con el brillo de los regalos, la miseria de la realidad.

Por eso a los hombres y las mujeres, no les decimos feliz día, ya que deben de estar hasta la saciedad de tanto cepillo, y mejor los invitamos a que nos acompañen a la reflexión, aprovechando este período, para  avivar el fuego que propague el incendio.

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