Postrera cobardía: Arpón de la soledad
Por: UrracaDespués de estar sentado varias horas, esperando aquí;
sin actuar y sin morir… ¡Por fin te veo, Suprema Cobardía!
Asomas tu rostro a mi ventana,
entre niebla y melancolía;
Entre furores y espantos, acercas
tu oprimido rostro
A aquellos suspendidos vuelos de solitarios,
amantes, almas furtivas y falsos asesinos.
Aquí…en mi silencio siniestro,
aúllo de placer y dolor.
Sé bien cuál ha sido tu camino
hasta aquí;
Y sé bien cuál marca es la que dejas,
cuál impávido arrebato enseñas.
Entre tantas luchas, hombres dominados
y hondas pesadumbres.
Derramas en ellos y en mí,
ese sopor, tu lanza ponzoñosa.
Me obligas a detener mi marcha,
y entregar a ti, mis deseos y pensamientos
Mis ligeros pasos y mi pobre camino de peregrino…
¡A ti!... escarpada cumbre de la frustración,
Llama de profundos temores, gorjeos ilusorios,
Caín de la valentía y fúnebre deidad.
¡Dentro de mí yaces!, e invitas
a ocultarme en tus adentros.
He contemplado mi espera y solo veo
hogueras grisáceas, navíos sin puerto,
Golozas lontananzas, y jinetes que sucumben
ante misteriosos acantilados.
¡A veces te adulo… soy un hombre!.
Hoy… ¡Conozco muy bien tu inmensidad!
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