PORTADA-DIMENSIÓN 29, mayo de 2014
"La vida no es acerca de encontrarte a ti mismo.
La vida es acerca de crearte a ti mismo”.
George Bernard Shaw
UNIVERSIONES (Psyquest)
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6:07 p.m.
DIMENSIÓN 29
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Dimensiones Revista Literaria
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Extroducciones
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Psyquest
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EXTRODUCCIÓN 15
“Mientras el cerebro sea un misterio, el universo continuará siendo un misterio”.
Santiago Ramón y Cajal
Habitamos una casa. Aquella casa está ubicada en una vereda o un barrio, por lo cual se deduce que hace parte de un municipio, y éste a su vez de una ciudad, que a su vez hace parte de un país que compone junto con muchos otros un continente dividido (o fragmentado) en 3 partes, acompañado de otros 4 continentes, que conforman un rompecabezas llamado planeta tierra, que está inserto en un galaxia espiral donde se encuentra un sistema solar, y este a su vez, compone una minúscula parte de un todo inabarcable en cifras y palabras: El vasto universo.
Y aún así, sin que éste nos resulte suficientemente infinito e inabarcable, lo continuamos expandiendo con nuestra imaginación, a través de aquel instrumento tan poderoso que ha podido crear el ser humano: ese fascinante conjunto combinado de vocales y consonantes llamado palabra. Aquí seguimos jugando a ser los creadores del universo, escribiendo acerca de otros mundos, de otras galaxias, de otros seres vivos, tan amorfos y violentos como el homo sapiens, empero tan coloridos y diversos como nuestra flora y fauna. Y no nos basta, la palabra nos induce casi hipnóticamente a llenar los vacíos de aquel universo desconocido, con nuestro ingenio, a que nuestra mente quiera imitar el ritmo en que se expande el universo, como si estuviese celosa de él, tan inocentemente esperanzada de que podrá alcanzarlo, por la vía de aquel fabuloso impulso electroquímico ocurrido en la sinapsis, llegando hasta el pico de la abstracción, donde se pierde las huellas de lo que era biológico y orgánico, conduciéndonos al más allá de la realidad: La imaginación. Esta lógica de interesarnos apasionante y frenéticamente por el universo quizás responde a que en él queremos encontrar las respuestas que no hemos podido encontrar en nosotros mismos, y de este modo esto nos brinda pistas que indican que otra dimensión del universo habita en nuestro cerebro, y que es tan inmensa, infinita e inabarcable como ese universo físico, el cual sirve de cuna a nuestro minúsculo planeta. Cerebro-universo, universo-cerebro. ¿Cuál más desconocido e interesante para nosotros? Quizás está fascinante relación nos sugiera que no basta con vivir en una dimensión. Así que seamos realistas: vivamos en todas. Así podremos caminar entre ellas, nadar, correr, navegar o teletransportarse, si es necesario. Porque habitar una casa nunca será suficiente para una mente creativa. Hay que viajar y habitar otra dimensión, saborearla, olerla, observarla, y al final escribirle, llorarle, publicarle, y de nuevo saborearle. Explorar el universo del cerebro o el cerebro del universo.
Quizá da igual. Lo importante es saber que existen esos “tiquetes de vuelo” llamados Dimensiones, que nos permiten vivir en primera persona, desde una experiencia microscópica a la macroscópica ese territorio que habitamos, sea físico o abstracto, ahí donde desarrollamos una cotidianidad. Una dimensión puede ser la música, la astronomía, la arquitectura o la filosofía. Puede ser una ciudad, un libro, una mujer, y también un lio. En todo caso, declaro que aquí vivimos en una casa con muros transparentes, con ventanas rotas por tantas derrotas, pero con una puerta que sé, siempre estará entreabierta, para quien también quiera tomar su “tiquete de vuelo” y planear como ya lo hacemos nosotros en este vasto e infinito universo de Dimensiones.
SON UNAS LETÁRGICAS CUATRO DE LA TARDE Y NO SABEMOS QUÉ HA SIDO DE LA FELICIDAD (Johnny C.)
—Apagá eso ya—. Me grita “lejo” yendo para la cocina a preparar más tinto. Es una tarde de domingo, tan aburrida y pestilente como todas las tardes de domingos aburridas y pestilentes. Que lo son todas. Vemos un partido de fútbol en la televisión como cualquier par de parroquianos, luego de asistir al sermón dominical, y salir absolutamente redimidos de cualquier pecado; protegidos de todo mal. No somos hinchas, es más, ni siquiera llegamos a aficionados. Sólo somos curiosos y anodinos sujetos, que gustan de presenciar y observar el espectáculo brindado por estos veintidós cuasihombres, sudorosos y gritones que se encierran dentro de un cuadro verde a matarse a punta de empujones, escupitajos, patadas, cabezazos, manazos y lo que posiblemente sean mentadas de madres, hermanas, hijas y cualquier otra índole femenina de la familia; en el medio de todo eso, algunas veces hay algo que llaman “gol”.
—No hay forma hermano, pierden cuatro a cero. ¿Qué tanto esperas? No hay manera de que remonten ese marcador. Resígnate. —Dice Alejo luego de regresar de la cocina.
—¿Y el tinto?
—Ya puse la cafetera.
—Hombre. Estaba pensando que el fútbol es extraño; gritan gol y celebran cuando el balón ese toca la red, en vez de gritar cuando alguno golpea un rival.
—Eso es normal viejo, necesitaban alguna cosa que los diferenciara de los partidos, de los partidos políticos. De cualquier manera, no seas pendejo, ese juego ya está perdido.
—Sí hermano, pero ahora lo que pido o quiero es un gol, un maldito gol. Hace rato que no tengo la felicidad de celebrar uno. No pido que remonten y ganen, sólo un jodido gol y... hablando de goles ¿Dónde está Juana?
—Pásate a otro equipo que haga goles. ¿Juana? Afuera. Dice que el fútbol la aburre mortalmente y prefiere gastar la traba en la hamaca mirando nubes, en vez de perder el tiempo viendo idiotas correr tras un balón y a otro montón de imbéciles cagarse de la expectativa y la emoción.
—No. No serviría porque a ese equipo le pediría que gane algún juego. Si me paso a uno que gane juegos de vez en cuando, ya lo que voy a necesitar es un equipo que gane cada ocho días, luego uno que gane un campeonato, después uno que gane campeonatos cada seis meses. Es como la felicidad. La gente. Esa manada de imbéciles que sueles encontrar fuera de casa, son perpetuamente infelices porque ponen la vara muy alto. Mi felicidad se refiere a un gol, un porro y luego un polvo. Nada extravagante. Ellos por el contrario fijan su felicidad en un montón de cosas que les cuesta enormes problemas llegar a conseguir, y muchas veces con eso, terminan aplacando pequeñas cosas; pero hermosas y complementarias tan o más importantes como eso que tanto persiguen desvalidamente. Por eso son unos tristes y malolientes bultos grises.
—Hay que disfrutar lo que se tenga. Para mí, la tristeza está supravalorada. Es el estado natural del hombre ocasionalmente atacada por pequeños espasmos a los que suelen llamar felicidad.
—¿Me estás diciendo que la tristeza no existe?
—Para nada mi hermano, lo que intento decirte es que al hombre lo hace constantemente triste esa búsqueda de felicidad perpetua, y son infelices en la felicidad. Siempre creyendo que pueden hacer algo más para ser felices, buscando aquí y allá ese algo que a la final van ha terminar abandonando por otra cosa. Entonces se apegan a una tristeza socavona y hasta tienen el descaro de morir ahí y dejar el lugar todo apestado.
—Puede ser viejo. Cómo pueden llegar a conocer la verdadera tristeza si no son más que asquerosos y malolientes antropoides mecánicos. Mirá el quinto.
Alejo se vuelve para la cocina mientras en la t.v. pasan imágenes de personas abrazándose de la felicidad por la conquista de otro gol y la reivindicación del aplastamiento moral y espiritual. Me arrellano más en el viejo sofá de cuero desgastado y quemado por cigarrillos; en algunas partes está roto y el relleno le asoma impunemente como un animal que saca la cabeza de su madriguera tratando de divisar peligro latente. “Tanto sufrimiento. No es justo. Y el padecimiento y la degradación. Debe existir alguna manera para detener toda esa inmundicia que nos rodea y corroe. Tener que aguantar constantemente las patadas en el culo, los rechazos, los mañosos señalamientos. ¿Y todo por qué? Por rebelarse, por tener el coraje y la valentía de no seguir la corriente; por intentar algo distinto a lo que los insulsos padres y la maquinaria familiar esperaban; a lo que la poca y mala educación estatal apuntaba. Merecedores de la hoguera y el destierro por tratar de vivir la vida. Sí, de vivir; porque el resto, la mayoría, se dedica a hacer, como monos entrenados lo que les dicen que deben hacer, cómo y cuándo lo deben hacer. Y se pasan los días y el tiempo los sucede. Razón tiene Alejandro cuando dice que ellos no pueden saber de la tristeza. Si hasta eso les dominan. Es el control mundial impuesto por algunos para el eterno babeo de los muchos”. Aparece Alejo y me extiende una taza enorme de tinto humeante, negro y caliente. Me pide un Pielroja. Extraigo el paquete de mi bolsillo y le doy uno. Tomo otro para mí.
—Ya ves Alejo, —le digo— estaba pensando en hacer una fogata y arrojar allí todas las tristezas y la melancolía; los infortunios y desvaríos.
—Tendrías que arrojarte íntegro mi viejo. Mejor tomá ese fuego y alúmbrate el alma. Tal vez así, no disminuyas todo eso que decís; pero puede llegar a ayudar con el camino y espante las serpientes, aunque no te podes olvidar de lo caliente y desasosegante que puede llegar a ser.
—Como este café.
—O viajar en tren a hora pico.
—El infierno es uno.
—Y los otros.
—¿Dónde está el paraíso?
—Ese lo vendieron, después de haberlo invadido y conquistado. Posteriormente lo cubrieron de pavimento. Allí erigieron una enorme mole de hierro y concreto, al cual llaman con el sugestivo nombre de centro comercial.
—¡Qué va! Si el infierno es uno y los otros, el paraíso es uno y ella.
—¿Cuál? ¿Ella? —Alejo me señala con la cabeza a Juana, que acaba de entrar vestida con un abrigo negro y la capucha calzada hasta las cejas, como sacerdotisa de misa negra camina lentamente frente a nosotros sin pronunciar palabra alguna, llega hasta la tumbona que está en la esquina de la habitación, y se deja caer como un suave terciopelo depositado por el viento en un césped sembrado de girasoles.
—¿Qué hubo Juana? —Pregunto sin obtener respuesta.
Alejo la mira a ella y luego a mí, alza los hombros y termina de beber su café. Me dice:
—Déjala, que de seguro se levantó meditabunda con la intención de escarbar profundo las ideas que la vienen atormentando hace tiempo. Y para eso es necesario mucho silencio.
Sumidos en un acallamiento o lo que algunos llamarían falta de ruido, pasan las imágenes ignoradas e intermitentes que vomita el televisor; cada uno, tragado por algún oscuro pensamiento o idea, alelados por un sospechoso sabor o recuerdo permanecemos tratando de ubicar o encontrar la llave mágica, el color insospechado, la forma pueril de la felicidad. Apago la caja parlanchina y enciendo otro cigarrillo. Estamos en la casa de campo que hace un tiempo heredé de mis abuelos, por ser el portador del ignominioso rótulo de ser el incapaz de la familia, el loco, que debido a su manera de sentir y vivir la vida, nunca llegaría a conseguir nada por propios medios. Entonces, de alguna manera quisieron darme un incentivo para cambiar el modo de pensamiento y recompusiera camino. Qué va. Yo creo que la idea principal era evitar la vergüenza y la degradación de ver a un consanguíneo viviendo y arrastrándose por la calle todo zarrapastroso y lastimero. Por la ventana no entra más que el soplido del viento al remontar la colina y uno que otro trinar de algún pájaro, reposado en las ramas del naranjo sembrado en el jardín. Son unas letárgicas cuatro de la tarde y no sabemos qué ha sido de la felicidad.
—Hey Víctor, viejo. Andaba los lustrosos y nada ponderados caminos de la idea espontánea y me doy de narices con la fatalidad siguiente. Para ser feliz, lo mejor querido amigo, es no pensar y ¡zas! se acaba el problema. Ahora creo entender a mamá cuando en aquellos años de la juventud entraba a mi cuarto, encontrándome con los ojos pegados a las páginas de los libros y me decía que la felicidad no estaba ahí, que mejor buscara una chica a la cual pudiera recorrer, un trabajo así fuera de pésima remuneración o en su defecto, algo productivo para hacer y el futuro no se me viniera encima…
—¿Y qué pasó?
—Me escupió en la cara.
—Entonces…
—¡¿Entonces?! En el fondo, quizás tenga algo de razón. Mira hermanito, tenemos un montón de escritos y tratados filosóficos que nunca nos ayudaron a resolver absolutamente nada. NADA. Es más, nos ahogaron en un desatinado mar de conjeturas, en laberintos profundos y helados; dejándonos caer perpetuamente en un abismo que parece no tener fin.
—Pero qué decís. Si no hiciéramos eso, haríamos parte de la manada de rumiantes a la cual nos jactamos tanto de no pertenecer. Estaríamos junto a ellos, en búsquedas más sonsas e inútiles que esas generadoras de trasnochos y conversaciones. Estaríamos dejando de lado la intrincada búsqueda del yo, la meditación del espíritu, la superioridad intelectual y moral. No seas pendejo, eso es un nivel muy bajo, incluso para vos.
—Ustedes siempre hablando la misma mierda. Díganme, qué sentido tiene darle vueltas a lo mismo todo el tiempo. —Dice Juana desde su esquina encendiendo un cigarrillo—. La felicidad está ahí, en aquello a lo que le pongas la voluntad para hacerte feliz. El hecho de que sea tan esquiva es debido a la codicia y posterior ceguera que ésta genera.
—Sí vieja, eso lo sé. Lo que yo quería decir es que todo eso no sirve para nada. Es estúpido, por más que se haga nunca se va a lograr resolver algo con eso. —Le responde Alejandro encendiendo también otro cigarrillo.
—Pero ahí está. Es precisamente lo que dice Juana. La felicidad, es la búsqueda del yo en la poesía, la pintura, la literatura, el cine; es eso lo que nos da el confort que el resto llena con materialismo, comida chatarra, televisión al por mayor, cretinismo absoluto, y superproducciones hollywoodmierdescas.
—Ese no es el problema viejo. Yo simplemente digo que ya nada genera algún tipo de impulso. Al principio era un caleidoscopio, una amalgamación de colores y formas deslumbrantes; un continuo descubrimiento de belleza, alimento para el alma y el cuerpo. Pero poco a poco esa gema dejó de brillar, se extinguió la llama y lo único que prevalece es una abrazadora oscuridad.
—Lo que pasa con vos Alejandro. Es que sos un desesperanzado sin remedio y te carcome el hecho de serlo, y lo que es peor aún, que nadie te acompañe en esa cruzada bajo ese estandarte. —Dice Juana mirando el techo y dejando escapar lentamente el humo, que se desprende delicadamente de sus labios para ir ascendiendo en suaves curvas azules.
—Te digo algo Alejo. Esa vaina está bien jodida.
—¿Qué vaina está bien jodida? —Pregunta Liz que acaba de llegar y como cosa rara no la sentimos.
—¡Hey Liz!
—¿Qué le pasa a Juana? —Pregunta.
—Ni idea
—Nada, sólo conversamos, —le responde Alejo— ella llegó así y se sentó como alma en pena a lamer sus elucubraciones.
Liz se acerca a Juana y le da un pequeño golpe en una rodilla, ésta le sonríe y le dice: ¿Hey nena qué pasa? —Déjala tranquila que es peligroso despertar a los meditabundos. De seguro se acaba de enterar que los sueños no son más que mentiras putrefactas.
—Que la finalidad del pájaro no es volar sino cantar.
—Tal vez extravió la cajita donde guarda las palabras.
—O quizás las palabras la dejaron muda.
—Porque lo más perjudicial para la salud es la vida.
—Y para eso no basta con colores, flores y tabaco ligero.
—Más bien una Beretta 9 mm provista de una cantidad enorme de municiones, varias granadas de fragmentación y una increíble lucidez; incluso cuando se está dormido.
—No jodan. Ustedes por qué siempre tienen que hablar tanta mierda.
—Yo diría que fácilmente la mierda habla por nosotros.
“¡Oh! Seres celestiales, en los cuales la avarienta sociedad ha decidido cagarse, a pesar de todo y por más mierda que produzca no podrá ahogar completamente la desatinada y perturbada esperanza de libertad que respiramos. Amén”.
Me levanto con la intención de ir a la cocina a preparar más café. Dejo a Alejandro arrodillado ante la improvisada mesa, con un Pielroja pendiendo de los labios, absorto en la tarea de armar otro porro. Camino hasta donde están las muchachas; Juana continúa perdida en el cielorraso; Liz busca algo en su bolso, seguramente cigarrillos o algunos sedantes. Aparta su vista del bolso.
—¿Para dónde vas? —Me pregunta—, miro a Juana y a su dulce tranquilidad.
—Voy a preparar más café ¿Querés?
—No hay algo más pesado.
—Listo. Va sin azúcar.
—No seas pendejo. ¿No queda algo de licor?
—No. Nada. Lo bebimos todo anoche en compañía del diablo y su apacible mandolina.
SUEÑO EN LOS HOSPITALES II: HISTORIA CLÍNICA PARASITÉMICA (Mb-6v!)
Escribe Sr. P en la parte más caliente de una hoja, en cualquier lugar, una historia caliente. Habla de un hombre cifrado, sujeto vivo y amarillo. Dice cosas a su amaño, que luce poco agradable y febril, no de enfermo, sino de un amor latente. Convulsiona de alegría, porque en la sangre le habitan, algunos seres maravillosos. No se mueve ni respira, a veces, de lelo y escondido.
Sr. P no se entrega a prescribir ni a ser un condenado. ¿Quién se queja de ser un frágil hospedero?
EXPRESSO TEATRO (Andrés Pérez)
El colectivo Expresso Teatro nace ante la necesidad de reivindicar y devolver el lugar que ocupaban las artes escénicas al municipio de Girardota, que en su momento tuvieron continuidad y propuesta escénica; pero que ante el poco apoyo institucional y privado, terminaron por disolverse y desaparecer en el tiempo, quedando reducida su capacidad de expresión artística al anonimato y a la participación en momentáneas campañas pedagógicas, sin lograr consolidar una propuesta teatral y una escena permanente para el municipio, en el cual la población participe constantemente y reivindique el valor de sus tradiciones, colores y diversas formas desde el hecho teatral.
Por lo tanto, Expresso Teatro es hoy, desde sus montajes y procesos artísticos, una nueva propuesta cultural, una creación de un espacio teatral al cual la comunidad tiene acceso para disfrutarlo, participar de éste y expresarse constantemente. Se sabe que Perdurar en el tiempo no es fácil, pero si posible. Por eso los invitamos a que se monten en este Expresso y emprendamos un viaje en comunidad.
Collage de amores, un dulce infierno.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrAxIohvdcSh4MnpSAVFh7QQNIm_giq93nbabtaEpMU8yD4_2nSmsgVEZrcD6dHuQbCYKkcD-MjXkJcFpMuI5NF1tCMLIDMRWtJX_meWz9Sn4S1oxoGygRVHlkaZ1jzkP4cEqIcG5j8Ys/s1600/perfor+(foto+Mauricio+Hoyos).jpg)
Estará en temporada en el municipio de Girardota los días 6, 7, 13 y 14 de junio en el antiguo colegio Coopeducamos.
El amor, Robo a mano limpia (1)
No voy a buscar el amor, no lo buscaré. No quiero, no me da la gana. Dejaré que él llegue a mí, inocente, despiadado, silencioso, escandaloso, juvenil, maduro, de cualquier forma, solo deseo hacerlo trizas, asfixiarlo con mis besos. Fingiré ser ingenua, no le pondré tapujos, dejaré que entre en el torrente de mi sangre, en la entrepierna dispuesta como una jaula, que juegue con mis partes, con mis senos y mi lengua, le permitiré que escarbe dentro de mí, que socave mis sentimientos, que anide como un parásito y carcoma poco a poco mis carnes, mi vitalidad. Que beba lo dulce, agrio, insípido de mi corazón. Y ahí en lo mejor del postre matarlo, subyugarlo, desecharlo, que muerda el polvo en la muerte placentera de un orgasmo sin fin. Pero no, aun no, soy incapaz, mi corazoncito ingenuo aun bombea, hace Pum Pum aumentando el ritmo cardíaco, siento celos, el instinto de conservación brilla en la mirada. Soy dueña del otro, me digo, él me pertenece, es mío, el amor es otro encadenado a mi mano, un perrito que va y viene cuando yo quiera, es un capricho de mi corazón, una mirada de reproche, un coito desafinado de tanto ensayarse, eres un hijo de puta. ¡Ah! sombra de mi sombra que me empuja, me arrastra, llevándome tras de sí, lo sigo adonde vaya, estoy loca por él, el amor es demencia absoluta, somos dos conjugados en uno solo, o al menos eso aparentamos, queremos conservar la apariencia, maquillar la pesadilla de la rutina, no te siento pero sé que estas ahí. Dispuesto a todo o nada, decídete de una buena vez, abandóname en cualquier camino, déjame envuelto en la más fría soledad, ¡amor!, ¡amor! no vuelves, no regresas, estoy desarmada, descompuesta. Voy cociendo mi corazón con espinas, he perdido algo, algo que había antes del amor, algo que ya no está. Y no volverá a estar. Golpeo mi pecho con fuerza, es una coraza, no veo, no siento, me han robado algo, el amor es un robo a mano limpia.
¿OCURRIÓ UNA PARAMNESIA? (Luna llena)
Era de noche, el ulular del viento generaba cada vez más pánico en aquella gente. Desde hacía ya una semana todo se había convertido en un caos insoportable, a decir verdad, el ritmo de la vida había tomado rumbos insospechados, porque la proximidad con la muerte había rebajado a la población a actuaciones plenamente instintivas.
Todo había comenzado una semana atrás, el ominoso pájaro negro se había asentado sobre la gran estatua del ínclito libertador de aquellas tierras, y su presencia no sólo bastó para llenar de pavor a la población, sino que además su canto auguraba una tragedia inminente.
Los primeros hechos que manifestaron la inmediación de aquellos presagios, fue la decapitación de un iconoclasta, a quien se le acusaba de incitar a la sublevación de la gente, de contribuir con sus pensamientos a cuestionar los valores establecidos, y de luchar por ideales que iban en contra del progreso social.
Las personas asistieron masivamente a aquel cercenamiento, muchos de ellos por el disfrute de ver cómo sucedían los hechos, para después relatar triunfantes su hazaña de indiferencia hacia la muerte; pero la mayoría de ellos asistían para acompañar en el dolor a aquel que fue su amigo, compañero de luchas y maestro de senderos y caminos. Porque fue sólo él quién conocía con claridad el territorio, sabía de memoria los atajos, comparaba los senderos con la vida, y quien con su conocimiento motivaba al cambio, aunque como él mismo decía, a éste era difícil ascender.
Él no pronunció ni una palabra, se limitó a observar la gran afluencia de personas que lo cortejaban, sabía con claridad que habría de sucederle, pues ya había experimentado antes tan temeroso acontecimiento, entonces sintió alivio cuando la energía de aquella muchedumbre iba mitigando el miedo que sentía a la muerte, recordó sus ideales y en su último segundo, dirigió una mirada llena de valor a todas las personas que estaban presentes.
Luego de que aquel hombre fuera decapitado, las personas entraron en un grave estado de inconsciencia, acaso se podría comparar con la locura. Las mujeres comenzaron a gritar sin pudores el odio que guardaban a sus maridos, a la cocina, a los trabajos cotidianos y a las prohibiciones; los hombres empezaron a descoritarse, a llorar desgarradoramente, a lamentar la forma como habían sido adoctrinados; ni siquiera los caballos se salvaron de tan insólito suceso, pues todos ellos se enarmonaron, y comenzaron a relinchar exasperadamente.
Al día siguiente ocurrió un temblor de tierra, lo que desencadenó una tragedia descomunal, ya que todas las construcciones sucumbieron, y con ellas toda la gente que las habitaban.
Era de noche, el ulular del viento generaba cada vez más pánico, parecía ser el presagio de algún acontecimiento. El baquiano ardía de fiebre, hablaba de algo relativo a su muerte, a una desgracia que se aproximaría al pueblo.
Nadie entendió aquél mensaje, nadie vivió para contar si aquello fue cierto, de ello solo se sabe (por algunos archivos del santo oficio) que el baquiano fue decapitado.
RESPUESTAS EN EL BOLSILLO (Mb-6v!)
Aparecen cabezas en los contenedores, justo después de que el camión de la basura haya dejado desnudo ese cajón maloliente. Es extraño que nadie reporte desapariciones o que alguien reclame su cabeza en los diarios. Alguien busca en ellas minuciosamente, algo que le hace falta; escarba entre los lóbulos como si conociera de los caminos del pensamiento, deja huellas circunvalares, es un conocedor de la vida en medio de tanta sangre. Hay solo cabezas que ya no respiran, que no mueven más que el aire que apesta a su mortecina antes que músculos para fatigarse. ¿De dónde salen las cabezas?, de las vaginas responderá una voz; entonces también las manos que asesinan. Se leen finas disecciones que declaran lo intensivo y explorado, busca quizás en las calabazas memoria que ya no tiene, o a sí mismo en los conceptos de su desespero. ¿A dónde va el olvido cuando hubo algo?... A los contenedores.
PEQUEÑOS CONSEJOS POR GRANDES ESCRITORES
Unknown
5:50 p.m.
DIMENSIÓN 29
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Dimensiones Revista Literaria
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Escritores invitados
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Si usted es de esos a los que les gusta batirse en franca lucha contra el papel, tratando, con suerte o no, de juntar letras; muy de seguro en alguna ocasión se ha visto impedido a continuar o incluso a empezar, debido a cualquier número de obstáculos que se erigen en el camino, entre lo que usted piensa, quiere y desea y la inmunda bazofia que hay garabateada en el papel o detrás del cursor. A continuación, algunos enormes exponentes de la literatura hispanoamericana nos dan sus consejos para escribir un buen cuento. En total es una recopilación de cuatro decálogos que suman cuarenta y tres pequeñas recomendaciones a la hora de enfrentarse al miedo blanco.
“DECÁLOGO PARA CUENTISTAS”
por Julio Ramón Ribeyro
1. El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha hecho para que el lector a su vez pueda contarlo.
2. La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real, debe parecer inventada y si es inventada, real.
3. El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirón.
4. La historia contada por el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello junto, mejor. Si no logra ninguno de estos efectos, no existe como cuento.
5. El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin ornamentos ni digresiones. Dejemos eso para la poesía o la novela.
6. El cuento debe solo mostrar, no enseñar. De otro modo sería una moraleja.
7. El cuento admite todas las técnicas: diálogo, monólogo, narración pura y simple, epístola, informe, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y pueda el lector reducirla a su expresión oral.
8. El cuento debe partir de situaciones en las que el o los personajes viven un conflicto que los obliga a tomar una decisión que pone en juego su destino.
9. En el cuento no debe haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible.
10. El cuento debe conducir necesaria e inexorablemente a un solo desenlace, por sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.
“12 CONSEJOS PARA ESCRIBIR BUENOS CUENTOS”
por Roberto Bolaño
1. Nunca abordes los cuentos de uno en uno, honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte.
2. Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si te ves con energía suficiente, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince.
3. Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, pero lleva en su interior el mismo juego sucio y pegajoso de los espejos amantes.
4. Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.
5. Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura.
6. Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así.
7. Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡Deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de Nerval!
8. Bueno: lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges.
9. La verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.
10. Piensen en el punto número nueve. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas.
11. Libros y autores altamente recomendables: De lo sublime, del Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Vila-Matas.
12. Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo.
“DECÁLOGO MÁS UNO PARA ESCRITORES PRINCIPIANTES”
por Juan Carlos Onetti
1. No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.
2. No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.
3. No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.
4. No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético.
5. No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.
6. No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.
7. No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz, hoy son genios.
8. No olviden la frase, justamente famosa: dos más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?
9. No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.
10. Mientan siempre.
11. No olviden que Hemingway escribió: “Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer.”
“DECÁLOGO DEL PERFECTO CUENTISTA”
por Horacio Quiroga
1. Cree en un maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chejov- como en Dios mismo.
2. Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.
3. Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia
4. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.
5. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
6. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: «Desde el río soplaba el viento frío», no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.
7. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
8. Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
9. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino
10. No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
AGUA DE RÍO (LccV)
La noche agudiza otros sentidos,
los ojos son vetados.
El río ruge, furioso, impetuoso,
como si el día se escapara
o la luna quisiera abandonarlo tras un escondite de gris nube.
La lluvia quiere jugar.
Charquito, charquito, charquito.
La tierra húmeda se cubre de rocas,
mientras frágiles pies se intimidan
Dos almas me acompañan
pero el río me lleva.
Me lleva a los miedos de mi infancia,
me lleva a sentir la fuerza de mi cuerpo,
de mis manos, de mi vida.
La fuerza de la corriente,
la corriente de la fuerza.
Esa que transforma ideas,
esa que no se cansa de luchar por la dignidad,
que no calla injusticia,
que no calla.
Se halla.
Río Urubamba, Perú
(Fotografía por LccV)
POEMAS (Urraca)
PALABRAS ROTAS
¡Llevo a mis espaldas tantas palabras rotas!Y las silbo en el viento, cual verbo que pronuncio.
Todas ellas son mi alimento, luces íntimas que
palidecen en mis umbrales.
Mi boca… un torrente muerto.
Mi alma… un amparo tibio.
El viento… una plegaria eterna.
El mundo… el regreso del ave por el fruto nuevo.
Palabras que vienen roncas, alegrías y lamentos
sordos que se escriben con nostalgia de milonga.
Las pronuncio hacia el sur, pues las escucho desde el norte,
estampas de mil ocasos, ilusiones capitanas del alba que aun espera.
Horizonte… luz de una fe que aún cabalga.
Ilusiones… espíritus viejos que aun vagan en el limbo del ser.
Piel… textura de ángeles viejos, dramáticos y traicioneros.
Sueños… ruegos decididos de demonios que aun cantan.
NO SABER SER
no dices, no mientes, no sabes.
No sabes dónde estás ni dónde lloras.
Tu nombre es una irrelevancia en el tiempo,
Un grano de arena en la tempestad.
Entre las aguas eternas
de este minuto desterrado que es la vida.
Tu sediento cuerpo aclama
el sauce generoso de la paz.
Allí habitarás en medio de tanta roca inalcanzable.
Conocerás la cara oculta y verdadera de lo profundo.
No escuchas, no preguntas,
No dices, no mientes, no sabes.
Pesan los años, los minutos, los párpados en la noche,
la vida en las mañanas.
Caminas a pie por los bordes del silencio,
colgando las palabras y los respiros en el…
La vida no avanza tal como la percibes,
todos los días la rasgamos del libro del pasado,
la arrancamos del papel, de la pluma del ave.
Del miedo y la locura que adentro guardamos,
y que aun no gritamos.
No escuchas, no preguntas,
No dices, no mientes, no sabes.
Y EL SIGUIENTE PROGRAMA ES... (Psyquest)
¿Qué pasó? ¿Por qué mi T.V. y las lámparas se han apagado? De repente todo se ha puesto oscuro. Y ahora… ¿qué me pongo a hacer? ¡Oh! ¡Silencio todos! Escuché algo. Creo… creo que hay alguien aquí… aquí en mi casa. Me asomaré a la siguiente habitación. Tendré que gatear para no hacer ruido. ¡Dios mío! Sí, sí, veo a alguien, o algo. ¿Qué rayos es esa cosa? Parece que viste de una forma extraña, toda estrafalaria. Muy colorida. Sí, sí. Y cambia… cambia constantemente de siluetas, colores y tamaños, acompañada de un aura de palabras e imágenes. Esa cosa me asusta. ¿Quién rayos será? Aquí no viene nadie. Yo, Don Perdición, vivo solo, no vivo con nadie más que mi T.V. Este ser habla sin cesar un lenguaje extraño. Siento curiosidad por saber qué hace y de qué habla. Pero no lo sé, me da miedo. ¡Rayos! Este ser ya me está haciendo algo, siento que mi cabeza ya está dando vueltas. No sé qué hacer. Si me quedo aquí, quieto, dejando que ella se quede ahí temo que me dominará, me llevará a lugares desconocidos y me enseñará a hacer cosas peligrosas. ¡Demonios! Siento que me roba energía, como si necesitará de mi atención, mi curiosidad y mi tiempo para poder sobrevivir. Si esto continúa, ¿qué hará con mis fuerzas? Oh sí, ya sé. Me hará… me hará… ¡oh no! Eso, lo que dicen en las noticias. ¡Me hará salir de mi hogar y explorar el mundo! ¡Y luego me hará pensar y criticar!, ¡y luego crear e innovar! Debo apurarme, porque eso es muy malo. Oh, por supuesto. Ya empiezo a recordar. Poder ver esa cosa hace parte de los síntomas de un virus, de esos tan malignos que rondan por ahí, que está atacando nuestro pueblo. Ahora estamos en alerta amarilla.
Así me lo advirtió un agente del gobierno que tocó a mi puerta hace poco y me dejó un papel. ¿En dónde dejé ese pinche papel, carajo? Siento que se me agotan las energías. Ya vi el papel. Creo tener las suficientes fuerzas para llegar hasta aquel chifonier y recogerlo. Está bien, tranquilo, estoy tranquilo. Ya lo tengo en mis manos. Todo irá bien. Bueno, bueno. Qué dice. A ver. Pasos para liberarse del peligroso virus que azota a Villa Perdición. Primero: Active la planta de energía provisional de su hogar. Segundo: busqué el control remoto de su T.V. Tercero: siéntese cómodo. Cuarto: enciéndalo y sintonice el canal con más magazines, concursos, reality shows, novelas y secciones de entretenimiento que encuentre. Quinto: ya ha contenido el virus. Sexto: deje de leer libros, escribir y hacer artesanías en casa, deje de abrir su ventana y mirar al horizonte, eso alimenta los síntomas y lo expone a usted al peligro. Ahora, no se exponga más. Disfrute el programa y siéntase feliz. Es uno de los nuestros de nuevo y no correrá ahora peligro.
Y así fue como llegó ahí, castigada a nunca volver a salir. Ella, achicopalada, impotente y marchita, está condenada a vivir como convicta en el rincón más oscuro de su cabeza. Es triste, muy triste. Desde aquel día ella no ha podido hacer lo que mejor sabe hacer: arrastrar consigo al cerebro de Don Perdición para ejercitarlo en el país de los vivos. Ella vive esperando de nuevo un apagón de luz. Mientras que ahora mismo esto no suceda, muy pronto tendremos que decir: “Aquí yace la imaginación de Don Perdición”.
DIVIDE Y VENCERÁS (RH)
La democracia, como sistema administrativo de los bienes e intereses de los emporios económicos que gobiernan a los países, ha encontrado en Colombia la forma de llevar al máximo la farsa que caracteriza dicho sistema.
Cada cuatro años asistimos a la mayor falsedad democrática inventada por unos pocos y acolitada por una inerte mayoría. La democracia es eso, una pantomima grotesca, y en nuestro país dicho genero de gobierno, patético de por sí, se muestra ante los ojos de los impertérritos ciudadanos, con el mayor descaro y el menor decoro.
Lo que acontece en esta farsa representada por vulgares payasos, que sacan el mejor provecho de ello, es la ingenuidad de las ingenuidades. Se necesita semejante anestesia social, para creer en las supuestas igualdades que nos ofrece el espectáculo: la panacea de la equidad y la posibilidad de darse una libre escogencia de gobierno. Palabras bonitas para darle mayor esplendor al circo. Sin necesidad de exagerar las cosas, podemos observar sin el mayor asombro, pero si con la más despiadada sorna, el posible resultado de las próximas elecciones presidenciales.
Los medios nos hablarán de una gran contienda electoral, de las mil y una maravillas de la democracia que le permite a la población votante elegir libremente entre la gran variedad de discursos, ideas y propuestas de los variopintos candidatos, tan diferentes entre sí como se diferencia un par de huevos de la misma gallina. Nos dirán que el gran ganador será el pueblo, la libertad, seguramente.
Pero cabría preguntar entre tanta dicha ¿De qué variedad hablan? ¿Cuáles discursos, propuestas e ideas? ¿Dónde está lo variopinto de los candidatos?, ¿En los colores que representan, en el corte de cabello? ¿Qué diferencia a Santos de Zuluaga, a Ramírez de Peñalosa, a Clara de…? ¿Tiene las mismas posibilidades de ganar la izquierda que la derecha? ¿Es está la democracia que quieren establecer en Venezuela? ¿Elegimos libremente?
Quizás la única respuesta es que no hay nada, que jugamos a creernos el cuento que con un voto es posible cambiar las cosas en un país. Quizá sí en una nación con memoria, pero aquí en Colombia nunca ha ocurrido tal cosa, todo lo contrario cada cuatro años perpetuamos y agravamos tal situación, dejándonos meter los dedos en la boca por estos fantoches. Por eso este 15 de junio bote su voto.
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